Blog Brotons: Carta abierta a Ruth Beitia

Apreciada Ruth, creo que ha sido una de las noches más emocionantes de mi vida, sentado frente a un televisor, en la soledad del salón de mi casa y viendo como conseguías tú sueño. Siempre fuiste una mujer de oro. Me has trasmitido una sensación de paz y tranquilidad que no sé cómo explicar, esto debe ser la felicidad de la que me hablabas en nuestra última entrevista, allá por el mes de enero.

Has conseguido el oro olímpico, bien que te lo merecías, de madrugada en España, en silencio y sin hacer ruido, como a ti te gusta. Le has ofrecido un magnifico despertar a miles, millones de españoles que no tienen la suerte de conocerte, pero sí de admirarte como yo. Hoy todos somos saltadores de altura.

Les he dicho en Twitter, a los que me han querido leer, que todos deberíamos tener la suerte de estar cinco minutos contigo a solas para aprender a ser felices. Eres la menor de cinco hermanos -José Antonio, Joaquín, David e Inmaculada- que hoy estarán todavía más orgullosos de la pequeña Ruth, la espigada niña de Santander (de toda la vida, como remarcas tú) que tuvo la suerte de conocer en su juventud a un señor llamado Ramón Torralbo, tu otro 50% como te gusta remarcar en todas las entrevistas. Sí, el oro también le pertenece, el forma parte de tú éxito.

Permíteme que cuente algunas "cosillas" de tu vida diaria y deportiva para que la gente te conozca un poco más. Además, como sé que no te gusta leer lo que escriben de ti me voy a permitir la licencia de explicar lo especial que eres. No te voy a llamar princesa porque sé que no te gusta, pero sí tienen que saber que eres una mujer elegante (de Santander), que cuando compite se pinta los labios, se maquillas y se depila, para ti la estética es importante.

Cuando te ven con esas gafas tan “Back to the future”, las llevaba Doc, hay que explicarles que eres fotosensible y te molestan los focos del estadio. No vamos a contar el día en que por causa de la lluvia no te las pusiste y por ello no observaste los gestos que te hacía Ramón desde la grada, ese secreto queda bien guardado. Una de tus manías o rutinas es no usar la ropa de la selección para entrenar, el traje de fiesta solo para competir. Cada cosa tiene su momento y el orden es lo primero, como lo de hacer las camas. No puedes ver una cama deshecha y si al volver a la habitación del hotel, después de desayunar, sigue así no esperas más y te pones a ello.

Cuando vuelvas a Santander, con tu medalla de oro colgada de ese precioso cuello que siempre está erguido, te espera ese plato de huevos con patatas que te prepara tu madre a la que adoras e idolatras. Te sentarás después a tomar una buen café en esa taza de desayuno grabada con el “Keep calm and carry on” y la bandera del Reino Unido; escucharas al incombustible Manolo García que te enamora. Quizás vuelvas a ver tu película favorita “Love Actually” y seguro que abrirás un nuevo libro para encontrar otro momento de felicidad.

Me enamora esa felicidad que te da alas y a los demás nos provoca ganas de volar a tu lado, junto a ti, para seguir persiguiendo sueños. Esta madrugada nos has demostrado que los sueños se cumplen, lo anticipabas la víspera del oro. Atrás quedan aquellos dos meses de locura tras los Juegos de Londres donde solo la escalada, el descenso de cañones o montar en moto te permitían olvidar la frustrante “medalla de chocolate” conseguida en la capital inglesa.

Qué maravilla la lluvia en Santander, sin ella quizás no hubieras vuelto y hoy no te tendríamos contagiándonos de felicidad a todos tus admiradores. Gracias por ser como eres, gracias por enamorarnos y muchas gracias por contagiarnos con tu sonrisa. Atentamente tuyo

JJ Brotons.