Por qué Rubio y Calderón tienen nuevos destinos y qué esperar de ambos

A pesar de una segunda mitad de temporada espectacular, sin duda su mejor nivel de juego sostenido desde que llegara a la NBA, Ricky Rubio era material de traspaso bajo la dirección de su nuevo técnico en Minnesota, Tom Thibodeau. En su primer año juntos Rubio nunca terminó de encajar en el molde de Thibs, con mayor querencia por bases de rendimiento anotador que puramente director.

Recuperar a Jimmy Butler y Taj Gibson prueban que el también director deportivo de los Wolves busca arroparse de exjugadores y perfiles de su total confianza, donde ahora encaja Jeff Teague, el sustituto de Rubio, cuyo traspaso por una primera ronda abrió el espacio salarial necesario.

A sus 26 años y con mucha carrera aún por delante, el base de El Masnou se incorpora a un sólido proyecto del Oeste que sigue una línea ascendente pero que aún espera mantener a su estrella, Gordon Hayward, y resolver la continuidad o no del agente libre George Hill. La permanencia del primero es clave para mantener a los Jazz, semifinalistas de Conferencia, en la primera línea del difícil Oeste. En caso de salida el equipo sufriría una notable deflación competitiva a la espera de futuros movimientos que trascienden este verano.

Lo que sí asegura Rubio es la confianza y el molde de su nuevo técnico, Quin Snyder, en un sistema que prima la eficiencia defensiva en la que el jugador español puede desenvolverse con éxito. El cambio es sustancial para el tramo de madurez de Rubio, que ahora encuentra una ocasión de instalarse definitivamente entre la élite de playmakers en la NBA.

Si ya la temporada pasada solo un accidente privó al veterano José Calderón de formar parte de una plantilla que disputara el título (Golden St. Warriors), ya es seguro que la próxima lo hará. Su oportunidad ha llegado también indirectamente, dado que el pésimo rendimiento de Deron Williams en las Finales ha abierto la puerta a una plaza reserva de Kyrie Irving en la posición de base en los vigentes subcampeones, Cleveland Cavaliers. Y a un precio más que razonable (dada la asfixia económica de los Cavs) en un contrato de un año por 2,3 millones de dólares.

Calde inició la pasada temporada en un contexto -la reconstrucción de unos Lakers que apuestan por la juventud- en el que se encontraba fuera de sitio. Su llegada a los Hawks a mitad de curso le brindó la oportunidad de sumarse a un sistema donde aportar valor real en un equipo de playoffs. El extremeño dejó muy buenas sensaciones en la eliminatoria ante los Wizards y llegado el mercado de agentes libres, el equipo del eterno finalista, LeBron James, ha sabido apreciar el orden y estabilidad que aporta un veterano muy respetado entre los cuerpos técnicos de la liga.

Calderón es de hecho la primera adquisición de los Cavaliers después de perder a su director deportivo, David Griffin, sin haber cerrado aún formalmente a su sucesor. Conocidas de sobra sus virtudes (dirección, eje de circulación, juego sin balón y control de pérdidas) el estado físico del español resultará decisivo a lo largo de toda la temporada, una más en la que los Cavs partirán como favoritos para el trono del Este. Tras el bronce en los pasados Juegos de Río, el internacional español decidió no seguir en la selección, lo que sin duda ayudará a su puesta a punto en uno de los grandes aspirantes al título de 2018. El escenario es, pues, inmejorable para un jugador que buscará así aprovechar la que puede ser su última oportunidad.