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Blog De la Calle: Bobby Chacon, el yonqui del ring

Fermín de la Calle

Publicado 23/09/2016 a las 13:07 GMT+2

Subió al cuadrilátero huyendo de la miseria y se enganchó al ring huyendo de sí mismo. La tragedia persiguió a este boxeador irracional que castigaba con ira.

Bobby Chacon, boxeador

Fuente de la imagen: Eurosport

Bobby Chacon personificaba el lado más duro del boxeo. Uno de esos tipos que se dejan la vida en el ring encajando palizas que acaban pasando factura. Un campeón al que la vida asestó golpes durísimos lejos del cuadrilátero. Alguien que siempre vivió atrapado por una mala racha. Chacon llegó al ring para hacer fortuna a puñetazos. Decía Jim Braddock, el boxeador en el que se inspiró la película Cinderella Man, que “en el ring sabes quién pega por hambre y quién por ganar. Los peligrosos son los primeros”. Chacon era de uno de ellos. Destrozó con su estilo kamikaze a cuantos se cruzaron en su camino. Se lanzaba a pegar de forma irracional en batallas campales en las tragaba decenas de golpes. Pero el duro Bobby era fajador. Fue destrozando rivales sin compasión hasta que se cruzó en su camino Rubén Olivares, quien no se metió en su distancia y supo aprovechar su desangelada guardia para enseñarle que el boxeo también es astucia.
En septiembre de 1974 se proclamó campeón del mundo de súperpluma tras dar una tremenda paliza al defensor del cinturón, Alfredo Marcano. Chacon se dejó embriagar por la fama y entró en una espiral de fiestas y alcohol. Algo que pagó al perder su título ante el hombre que le había hecho morder la lona anteriormente, Rubén Olivares. Después de aquello se juró que haría lo que hiciese falta para quitarle a Olivares ‘su cinturón. Su boxeo se convirtió aún en más despiadado y tras tumbar a Rafael "Bazooka" Limón, con quien protagonizó una rivalidad muy celebrada por los aficionados al boxeo, se plantó ante Olivares para quitarle el cinturón tras una pelea a doce asaltos que se resolvió a los puntos a favor de Bobby.
Después de aquello volvió a perder un par de peleas, una de ellas por el título de los pluma con el nicaragüense Alexis Argüello. Las fiestas perdieron glamour y el alcohol dejó de ser bueno. Las bolsas de sus combates cada vez eran menos suculentas y su familia le pedía una y otra vez que colgase los guantes. Pero Chacon estaba ‘enganchado’ al ring. Dejó de ser una cuestión de dinero para convertirse en una adicción. Cada vez las palizas eran mayores y las peticiones de su mujer se convirtieron en amenazas.
Hasta que el día antes de enfrentarse al joven Juan Salvador Ugalde, cuando regresó a casa se encontró un escenario dantesco. Su mujer, Valorie, se había pegado un tiro y yacía en la cama rodeada de sus tres hijos. Telefoneó a su promotor, quien le informó que llamaría a Ugalde para suspender la pelea, pero Chacon le preguntó cómo estaban las apuestas: “A favor del otro, como siempre Bobby”. Horas después pagó su rabia destrozando a un Ugalde que no pudo contener la ira de Bobby.
El Colegial, como le apodaron desde sus inicios, disputó con Limón hasta cuatro combates, siendo el último considerado uno de los de la década. En 1983 protagonizó el combate del año jugándose el título de campeón del mundo de los pluma con Boza Edwards. Bobby cayó en el primer asalto y sufrió un corte peligroso, pero se repuso y acabó mandando a la lona a Edwards en el último round, vengando así su derrota anterior frente al ex campeón de Uganda.
En 1984 se pasó al peso ligero tratando de unirse al club de los campeones del mundo en tres divisiones del boxeo. Sin embargo fue noqueado en Reno por el campeón Ray Mancini en otro combate histórico en los anales del boxeo. Las piernas de Bobby habían perdido velocidad y sus brazos no pegaban con el mismo hambre. Aunque anunció su retiro, Chacon regresó en 1985, ganando cinco peleas, y aún disputó combates en 1987 y 1989, ganando una pelea cada año para después colgar definitivamente los guantes ese año.
Año y medio después de la trágica muerte de Valorie se casó con su segunda mujer, se marchó a vivir al campo y comenzó a coleccionar Roll Royce. En 1984 fue puesto en libertad condicional tras golpear a su segunda esposa, quien le abandonó. Se casaría aún una tercera vez. La tragedia volvió a asomarse a su vida cuando en 1991 su Bobby Júnior murió asesinado por una banda callejera. Se dejó ver en Phoenix, en la pelea entre Oscar de la Hoya y Julio César Chávez en 1996 y poco después comenzó a ser tratado de demencia pugilística, el llamado síndrome del boxeador, porque la enfermedad estaba haciendo estragos en Bobby. Falleció mientras recibía cuidados paliativos por la demencia el pasado 7 de septiembre a la edad de 64 años.
Bobby Chacon fue un tipo que subió al cuadrilátero huyendo de la miseria y se enganchó al ring huyendo de sí mismo. Su trágico final estaba escrito. Un púgil gobernado por el cólera que no conocía el término medio. Un pegador irracional que entendía el boxeo como el arte de la guerra. Bobby fue el peor rival de Chacon. Cuando comenzó a perder velocidad y reflejos ya nada fue igual. Nada excepto su hambre por subir al ring y lanzarse a tumba abierta a hacer lo que mejor sabía: pelear. Era un yonqui del ring.
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