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Sagan, la bestia sin rumbo claro

PorBiciciclismo.com

Publicado 20/05/2015 a las 20:33 GMT+2

De nuestro socio Biciciclismo.com

Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

Peter Sagan, hombre de pocas palabras, transmitió una idea clave tras imponerse en el reciente Tour de California: “Estoy aliviado”. Un concepto, el del alivio, especialmente destacable teniendo en cuenta la situación en que se encontraba el ciclista eslovaco, totalmente presionado por la falta de resultados en el último año, tanto por lo que hace referencia a la opinión pública como en su propio entorno.
El propietario de su equipo, Oleg Tinkov, decía antes de acabar la carrera americana en una entrevista que “si tuviera alguna posibilidad legal, me gustaría reducirle el contrato”. Y es que Sagan llegó esta temporada al Tinkoff-Saxo con un contrato de tres años cuyas cifras concretas nadie ha podido asegurar, pero se da por seguro un sueldo multimillonario, de auténtica estrella. La figura que Sagan ha sido capaz de construir, y que ahora no tiene claro qué dirección tomará.
Los inicios, en el barro
Nacido en Zilina (Eslovaquia) el 26 de enero de 1990, empezó a competir en bicicleta con 9 años en bicicleta de montaña, siguiendo los pasos de su hermano mayor Juraj, quien ahora le acompaña en su andadura profesional. Y en las ruedas gordas fue donde mejores resultados consiguió antes de llegar a profesional, especialmente en 2008, cuando fue campeón europeo y mundial de cross country y subcampeón mundial de ciclocross.
También hacía sus pinitos en ruta, donde destacaba siempre que competía, aunque prefiriera la libertad y la diversión que le daban las otras disciplinas. En categoría júnior fue cuando empezó a tener sus primeros duelos con Michal Kwiatkowski y cuando fue segundo en la París-Roubaix. Se escapó en solitario a 80 kilómetros de meta, y cuando fue atrapado fue capaz de ser superado en el sprint final solamente por el británico Andrew Fenn.
Un resultado que le valió el interés del Quick Step, con el que hizo unas pruebas físicas. “Y fueron unas pruebas muy buenas, y eso que se presentó sin bici ni zapatillas”, contaba el patrón del equipo Patrick Lefevere a La Derniere Hèure en 2010. “El problema es que sólo hablaba checo (sic), quería centrarse en la bicicleta de montaña y, sobre todo, quería dinero. Y sólo tenía 18 años”. Finalmente, fue la marca Cannondale quien le ató tras los mundiales de BTT: correría con ellos cuanto quisiera en bicicleta de montaña, y la tenía posibilidad de saltar al ProTour con el equipo Liquigas.
El niño prodigio
Tras un 2009 más que sólido en sub23, corriendo mayormente el calendario del continental eslovaco Dukla Trencin, en 2010 ya se estrenó por todo lo alto en el ProTour, protagonizando una de las mayores explosiones vistas en el ciclismo en los últimos años. Su principio de año fue espectacular y descarado desde la primera pedalada: en el Cancer Council, criterio previo al Tour Down Under, atacó Lance Armstrong. Y Sagan, con 19 años y en su primer día entre profesionales de este nivel, salió a por él. “Ya sé que Armstrong es 19 años mayor que yo pero no me importaría estar corriendo 19 años más. Me encanta este trabajo”, decía ya, ambicioso, ese día.
En aquel Tour Down Under acabó cuarto en la etapa reina de Willunga (fue el único capaz de seguir el ataque de Alejandro Valverde, Luis León Sánchez y Cadel Evans), lo que fue un aviso de su carta de presentación definitiva: en la París-Niza, con 20 años recién cumplidos, impresionó con dos triunfos de etapa, a cada cual más espectacular. En la tercera etapa, fue el más rápido de un grupo selecto que se formó en el último puerto con Purito, Roche, Voigt, Tony Martin y Contador, y en la quinta fue él quien se anticipó en un repecho y ganó en solitario, aunque en su equipo le habían dicho que, si esperaba, tenía opciones de ganar al sprint. Otros dos segundos puestos en sendas etapas le confirmaron como una perla con una fuerza incontrolable.
Debía hacer la Vuelta a Turquía, pero para no saturarle de carreras por etapas, en Liquigas le dejaron probar en la París-Roubaix, que no acabó. Después, no paró: impresionó una vez más en el Tour de Romandía (ganó una etapa, fue segundo en el prólogo y en una etapa de montaña) y también en la Tour de California, la carrera donde más victorias ha logrado en su carrera (dos etapas, una de ellas la reina en el Big Bear Lake), hasta que no pudo más y abandonó en la Vuelta a Suiza. A su vuelta, un segundo puesto en el GP de Québec confirmó que no se trataba de ninguna racha aislada. Sagan llegaba para quedarse, y no había ningún límite para él.
“Tourminator”
Sus años en Liquigas (Cannondale a partir de 2013) ayudaron a alimentar la leyenda de figura imbatible, de un rematador capaz de resistir casi a cualquier terreno a quien casi parecía que no le debían quedar excesivamente grandes las comparaciones que ya aparecían con el mismísimo Eddy Merckx. Sin líder claro en el equipo, Sagan campó a sus anchas y sumó 15 victorias en 2011, 16 en 2012 y 22 en 2013. Generales, sprints, prólogos, jornadas de media montaña, cada vez mejores resultados en las clásicas del norte… Nada se le resistía.
“La verdad es que he ganado todo tipo de pruebas. Me gustan las clásicas y quiero ganarlas. Para mí son algo grande. También me gustan las pruebas de una semana, las de tres. Me gusta todo, pero las clásicas son algo especial. Soy joven y supongo que me iré haciendo como ciclista. Ya se verá donde me encuentro mejor”, decía en una entrevista a Diario Vasco a principios de 2013. Había debutado en una grande en la Vuelta a España de 2011, donde sumó tres victorias de etapa.
La misma cifra logró en su debut en el Tour de Francia de 2012, que fue su lanzamiento al estrellato definitivo. Además de las etapas, se llevó el maillot verde, pero sobre todo fue su comportamiento mediático lo que le convirtió en el centro de atención: sus celebraciones estrambóticas, como los homenajes a Hulk y Forrest Gump, o su etiqueta de Tourminator en su bicicleta le marcaron un perfil de súperestrella que ya no ha abandonado en toda su carrera, cerca de convertirse en un lastre: no solamente era siempre el centro de atención, sino que debía comportarse como tal, y dar espectáculo.
El año siguiente, en 2013, fue el que empezó a marcar un poco más su definición hacia las clásicas. Los segundos puestos en la Milán-San Remo y el Tour de Flandes le convencieron de que tarde o temprano tenía que ganarlas, y sus victorias en la Gante-Wevelgem y la Flecha Brabanzona también eran la prueba de que rematar en un monumento era solamente cuestión de tiempo. Tenía 23 años, toda una carrera por delante y su confianza intacta.
Estancamiento y presión
Sin embargo, lo cierto es que su rendimiento se ha estancado desde entonces. 2014, su último año de verde en Cannondale, empezó como siempre, con buenas victorias, siguió regular, con unas clásicas más grises a pesar de su victoria en el E3 de Harelbeke, y un Tour de Francia sin victorias. Sagan, el que era invencible, ahora solamente coleccionaba puestos. Su regularidad le valió un tercer maillot verde consecutivo, pero inició allí una sequía que no logró romper hasta la Tirreno-Adriático de este año, en una etapa donde no disputaron los mejores velocistas.
El eslovaco no logra tener estabilidad, empezando por la preparación: con la marcha de su entrenador de siempre, Paolo Slongo, el mismo que apostó que su pupilo podría acabar convirtiéndose en un hombre de vueltas, al Astana, estuvo con Sebastian Weber el último año en Cannondale, donde se dice que le cambió los hábitos, y este año es llevado por Bobby Julich en un Tinkoff-Saxo al que Sagan ha dicho en diversas entrevistas que vino en gran parte por la confianza que le ofrecía un Bjarne Riis que ahora ha sido despedido. Una suma de factores para el todavía joven, de 25 años, que dada su trayectoria no puede evitar ser siempre el centro de todas las miradas.
Ahora Sagan debe convivir con una generación de la que fue precoz y ahora, una vez madurados, se han convertido en rivales más resolutivos que él. Empezando por Kwiatkowski, de su año, campeón del mundo, como también lo es un Michael Matthews cada vez más brillante, pero especialmente en la batalla por los monumentos, este año se las ha tenido con John Degenkolb (uno año mayor, ganador de Milán-San Remo y París-Roubaix) y Alexander Kristoff (tres años mayor, ganador de Milán-San Remo y Tour de Flandes), que pueden seguir poniéndole las cosas muy difíciles aunque los años de Tom Boonen y Fabian Cancellara lleguen a su fin.
Ahora se debe atisbar el futuro para una estrella precoz, que a pesar de su edad ya tiene apadrinado un equipo para jóvenes: Cycling Academy Team, un continental israelí dirigido por el ex ciclista Ran Margaliot que cuenta cinco israelíes, cuatro polacos, dos eslovacos y un checo. “Sé lo difícil que es superar categorías desde un país con poca estructura y calendario”, decía en la presentación del proyecto. Y tras superar todas esas barreras, a Sagan le llega la más difícil: la de encontrar su rumbo definitivo en el pelotón profesional antes de que la presión pueda con él.
Albert Rabadan, @arabadan
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