Tour de Francia 2017 (Etapa 21): La Era Froome ya suma cuatro

Chris Froome: Otro Tour de Francia en su bolsillo, ya son cuatro. Podrían ser cinco si no hubiera caído en 2014 e incluso seis si en 2012 su equipo le hubiera dado plena libertad ante Bradley Wiggins. Pero cuatro es una cifra a la altura de los más grandes, ya que le coloca a sólo uno de Indurain, Merckx, Hinault y Anquetil. Ese quinto llegará en 2018 a no ser que un rival de entidad se atreva a atacarle. Aunque podría no llegar si participa Tom Dumoulin o si Nairo Quintana o Romain Bardet mejoran notablemente en contrarreloj. Esto último no deja de ser ciclismo ficción, ya que la realidad es que hoy en día la carrera más importante del mundo vive la Era Froome.

Michael Matthews: El australiano es el ciclista de la actualidad que más se parece a Óscar Freire. Capaz de ganar una gran clásica, un esprint ante los mejores velocistas o una gran clásica en el presente y futuro esplendoroso que le aguarda. El maillot verde parecía reservado al gigante alemán Marcel Kittel, ganador de cinco etapas hasta su desgraciada caída. Pero ‘Bling’ supo remontarle, lo que da más valor a este premio a la regularidad. Merecido.

Warren Barguil: Mejor escalador del Tour de Francia 2017, ganador de dos etapas y casi tres si no es por la foto finish ante Uran y, además, premio al más combativo. Una lesión de cadera estuvo a punto de dejarle sin correr esta edición, pero se recuperó, supo sufrir y hace soñar a su país con que a sus todavía 26 años puede ganar esta carrera algún día.

Alberto Contador: El que podría ser su último Tour de Francia acaba con un sabor amargo, ya que su intención firme era luchar por la victoria. Caídas, averías mecánicas y falta de fuerzas en el brutal día de montaña camino de Chambéry, han dejado al madrileño noveno en la general. Pero demostrando entre medias que atacando y siendo fiel a su estilo, tiene más que ganada a la afición española y también mundial. París le echará de menos, aunque nunca más le veamos vestido de amarillo en lo más alto.

La última etapa del Tour de Francia está destinada a que los triunfadores brinden, se hagan fotos con sus maillots, brinden, sonrían y sean felicitados por el resto del pelotón en un ambiente distendido. Antes de las ocho vueltas en la Plaza de la Concordia y los Campos Elíseos, con el Arco del Triunfo al fondo, la duda era si el Sky y Mikel Landa tratarían de ganar ese segundo que separa al vitoriano del podio. La foto de Froome y el propio Landa en el podio hubiera sido el mejor premio para el equipo inglés, pero tal vez una deshonra a los centenares de aficionados allí presentes deseando ver a Bardet en cajón más bajo, como mal menor.

También hubiera sido una falta de ética a los códigos del ciclismo actual, esos que dicen que la de París es una etapa reservada a esprínters y en la que no se debe atacar. Si Landa y el Sky hubieran ido en serio a por ese segundo, no hubiera sido falta de ética ni traición a nadie, pero finalmente imperó la cordura y Landa deberá de buscar ese segundo perdido y centrarse en pelear por los que le hagan ganar el Giro o el Tour a partir de 2018, en Sky o seguramente en otro equipo.

Al margen de esa batalla que nunca existió, el último esprint fue para Dylan Groenewegen, el joven talento holandés que se coló por la derecha y quitó la gloria a André Greipel.