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Blog Julio García Mera: El arte de la rivalidad

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Publicado 24/07/2017 a las 16:04 GMT+2

¿Cuándo sabes que has superado de verdad a tu rival?

Inter Movistar - ElPozo Murcia (Foto: Sandra Santiago / www.intermovistar.com)

Fuente de la imagen: From Official Website

De Kooning acudió al funeral de Pollock. Fue una de las últimas personas en irse de allí: “Está bien. He visto a Jackson en su tumba. Y está muerto. Se ha terminado ya. Soy el número uno”. Así de bien lo cuenta el crítico de arte, Sebastian Smee, en su libro: “El arte de la rivalidad”. De Kooning se había convertido, de hecho, en el número uno. Quizá ya lo era antes. Pero mientras Pollock estaba vivo, De Kooning no las tenía todas consigo, especialmente por la deuda que tenía con Pollock.
No hay otra manera de conquistar la cima: rivalizar con los mejores, competir contra los que son mejores que tú, contra aquellos a los que admiras y, en cierto modo, también temes. Esos que te han inspirado son precisamente a los que debes tumbar.
En la historia de la pintura cada artista usa el cuadro elegido como ejemplo de las debilidades del rival. Hay rivalidades increíbles: la de Manet y Degas, la de Freud y Bacon o la de Matisse y Picasso. Todas ellas las analiza con precisión Sebastian Smee. En la eterna lucha por la vanguardia parisina entre Matisse y Picasso hay una fabulosa conversación que resume la relación de amor/odio que cruzaron ambos artistas: “Matisse le dijo a Picasso, al igual que un gato, sea cual sea el salto mortal que intentes, siempre vas a caer de pie. A lo que Picasso respondió, sí, es muy cierto, porque desde muy pronto tuve la conciencia del sentido del equilibrio y de la composición. Intente lo que intente, no parece que me vaya a romper el cuello como pintor”.
Estas palabras encierran la ambición por superar lo hecho hasta el momento, la búsqueda del reconocimiento del público, ese disfraz de camaradería que, en realidad, es inconformismo por abrir nuevos caminos…
El arte de la rivalidad quizá consiste en eso, en buscar a tu rival, a ése que sabes que es mejor que tú y que supone un reto y una meta. Debes, pues, identificarle, ponerle nombre y comenzar tu particular relación con él. Porque la rivalidad es una curiosa forma de enemistad que te llevará a ser mejor y con el paso del tiempo te darás cuenta de que ése al que te enfrentaste, te ha convertido en otra persona diferente al que eras y seguramente te ha dejado más huella que la mayor parte de tus amigos.
¿Quién es el rival al que debes tener como referencia? Aquel al que incluso sin caerte bien terminas admirando, ese deportista que te emociona nada más verle jugar. Uno siempre imita a los mejores. En la búsqueda del estilo propio siempre se toman prestados gestos técnicos e intenciones.
En contadas ocasiones se tiene la certeza de que has superado a tu rival. Sólo serás consciente de forma fugaz cuando te cruces la mirada con ése al que siempre has imitado y te des cuenta que sus ojos te dicen: yo también te admiro.
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