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Blog Julio García Mera: Zidane ya era jugador de fútbol sala

Julio García Mera

Actualizado 04/06/2017 a las 15:45 GMT+2

Zidane estaba incómodo. No terminaba de encajar en un espacio tan reducido. Así que decidió irse al banquillo y observar.

Zinedine Zidane, durante la final de la Champions 2017

Fuente de la imagen: Getty Images

Allí, tranquilo, escudriñó lo que estaba pasando en el veinte por cuarenta. Se metió en las tripas de aquello, como el Sr. Smith en los cuerpos de Matrix. Y lo entendió. Entendió lo que al resto nos cuesta toda una vida: el patrón de juego, la esencia de nuestro deporte. Al saltar de nuevo a la pista de Torrejón, Zidane ya era un jugador de fútbol sala. Sucedió hace ya unos años, cuando Zinedine volvió a jugar por primera vez en España tras su retirada del fútbol.
Están ahí, pero no los vemos. Pasan delante de nosotros: esquivos, fugaces. Los jugadores aparentamos entender lo que está pasando, pero no. No somos capaces de aferrarlos. Se nos escapan. Sólo unos pocos elegidos tienen la clarividencia de entender los patrones del juego.
Hay patrones en la manera en que se relacionan los integrantes del equipo, hay patrones en cómo se realiza el calentamiento previo al partido, hay patrones en la forma en que se animan los compañeros tras una derrota y, por supuesto, hay patrones durante el juego. Hay muchos patrones, pero sólo unos pocos son capaces de verlos.
Cada partido va dejando huellas, pistas, hitos. Son como los puntos que tienes que ir uniendo en “pinta y colorea”: comienzas trazando la línea del punto 1 al 2. Y luego al 3. Y así sucesivamente hasta ir dando forma a la figura que va surgiendo con el trazado más o menos firme del lápiz. Y cuando ya te faltan sólo unos pocos puntos por unir, vislumbras lo que va a surgir.
Hay algunos deportistas que son especiales porque son capaces de unir todos esos puntos nada más comenzar el juego. Ven el patrón, la forma que tiene el partido y le dan un fondo adecuado: pintan y colorean cada figura, cada patrón, cada recoveco. Para esta gran final entre Movistar Inter y Barsa sigan a Rafael y a Dyego. Ambos brasileños. Ambos muy diferentes: uno es la distribución, el toque útil, la cabeza del club verde; el otro es el regate inverosímil, el gol, la electricidad del club blaugrana. Pero ambos pintan y colorean cada partido. Ven antes que el resto de los mortales el patrón de juego. Y saben lo que se necesita en cada instante. Porque se meten en las tripas de cada momento decisivo, como el Sr. Smith en los cuerpos de Matrix, como hizo Zidane en aquel partido de fútbol sala.
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