Blog Brotons: Árbitros corruptos

El presidente del Villarreal, Fernando Roig, ha puesto al mundo del arbitraje bajo sospecha. El asunto de las bolsas del Real Madrid, que presuntamente portaba el colegiado Jesus Gil Manzano, sonaba a trama de corrupción. El “bolsagate” ha puesto en evidencia la torpeza del colectivo arbitral.

Las pequeñas, o en algún caso menos pequeñas, dádivas que reciben los árbitros de los clubes han abierto un debate nacional sobre la necesidad que tienen los colegiados de aceptar esos regalos. No se trata de establecer un ranking con el nivel de los obsequios y para mí, da lo mismo un pin, un banderín, un reloj o un IPad.

Roig ha sido malvado y Tebas lo sabe, aunque en este caso no haya salido a criticar las declaraciones de su amigo. “El árbitro ha salido del estadio con bolsas del Real Madrid” fue el argumento pueril para insinuar que el injusto penalti señalado a Bruno era la consecuencia una trama de favores arbitrales al Real Madrid. El logotipo serigrafíado en las bolsas era la prueba acusadora.

¿Tiene algún sentido que los clubes de fútbol obsequien a los árbitros con todo tipo de regalitos? Y lo que es más interesante; ¿hasta qué punto resulta conveniente que los árbitros los acepten? En este asunto es tan culpable el que da, como el que toma. El colectivo sabe que sus decisiones son susceptibles de interpretación y en este caso de manipulación. Los árbitros son siempre “sospechosos habituales”.

El negocio del fútbol ha ido alcanzado unos niveles tan gigantescos, que cualquier mínimo detalle genera unos caudales de sospecha sensacionales a la par que lamentables. La justicia está tan herida en todos los órdenes de la vida, que cualquier gesto enciende las alarmas fortaleciendo la vísceras del pueblo llano, de la masa. Es tanto lo que hay en juego, que lo más sensato sería no jugar con ciertas cosas ni salir del lugar de los hechos, con "bolsas calientes que derivan en jarros de agua fría".

Lo peor no es que Gil Manzano, el árbitro del último Villarreal-Real Madrid y del próximo Barcelona-Celta, se equivocara en su apreciación que favoreció al equipo de Forbestino y que fue la clave de la remontada final. Para mí lo más grave es el agravio comparativo con otras situaciones parecidas que no tuvieron la misma resolución por parte del colegiado de turno y que nos hacen dudar de su capacidad.

De todas formas lo importante no es si el “bolsagate” existió. Lo vergonzoso es la actitud irresponsable y maledicente del presidente del Villarreal. ¿Acaso el club que preside el señor Roig no obsequió alguna vez al trio arbitral con algún tipo de regalo? ¿A dónde quiso ir a parar el presidente del Villarreal afirmando que ese tipo de situaciones no le parecen bien? En mi opinión, nos estamos acostumbrando a denunciar sin denunciar, a tratar de ser valientes siendo cobardes, a querer decir mucho sin decir prácticamente nada.

En ese sentido, el que denuncia (Roig) no solo no tiene razón en su difamación sobre Gil Manzano, también es cómplice de esta presunta trama por no denunciar cuando el colegiado Iglesias Villanueva no pitó el penalti de Bruno al Barcelona. En aquella ocasión no habló de que tipo de bolsas amarillas llevaba el compañero de Manzano. Una denuncia malvada, cuando te perjudican y un silencio cómplice. cuando te benefician.

Y después está ese Comité Técnico de Árbitros que se pasa la vida denunciando declaraciones, en lugar de preocuparse del bajo nivel de alguno de sus miembros. Equivocarse está permitido, ser torpe es un inconveniente. Nadie se vende por un pin, o un banderín, incluso por un bolígrafo o un reloj, pero aceptar cualquier tipo de regalo es una torpeza poco discutible. Los árbitros tienen un precio que quizá aún no han entendido demasiado bien: "pasar desapercibidos desde que entran al estadio hasta que salen".