Blog Brotons: La culpa es de Neymar

Esto del fútbol es cosa de locos. Neymar se ha convertido en un alterador del orden público, de lo establecido, del pacto entre futbolistas, del lenguaje que se utiliza dentro del campo. Neymar es un sin vergüenza que quiere reírse de todos los demás. Lo hace además con premeditación y alevosía.

Es un provocador irredento. Sus ofensas son graves, continuas y caprichosas. Es un mequetrefe que se mofa de sus compañeros y que insulta y reta al público que le paga su sueldo comprando una entrada. Habrá que parar esto de alguna forma, porque Neymar se ha convertido en el enemigo público número uno.

Los espectadores de la “Curva Nord”, la grada de animación del Valencia, tienen razón y el futbolista se merece un botellazo, dos, tres o los que haga falta. Hay que impedir que siga haciendo el payaso e insulte al respetable. Todos somos conscientes de que esos espectadores ejemplares se han comportado con educación y respeto hacia los jugadores del equipo rival. Ni la más mínima duda.

Bueno, casi todos. Hay que reprobar el mal proceder de un pobre muchacho de 17 años que de forma inconsciente y sin querer hacerlo, lanzó una botella de agua “vacia”(es un atenuante) al campo. El chico, después de la reprimenda paterna, ha pedido perdón y ha escrito una carta emocionante y sincera que le exime de maldad y asegura que no volverá hacerlo. Pobre criatura, solo tiene 17 años.

En su resolución el Comité de Competición de la RFEF dice que “El comportamiento poco ejemplar de algunos jugadores del FC Barcelona les descalifica y ridiculiza por sí solos”. Se refiere al efecto “bowling” con el lanzamiento de la botella del ingenuo chaval. No hace mención en su escrito, ese docto grupo de sabios, al hecho de que sin lanzamiento no hubiera existido el teatro de los futbolistas. Causa-efecto-reacción.

Ese comité se permite el lujo de valora la acción, sin sancionar a los jugadores del Barça. Si han cometido acción de castigo deben ser sancionados. En un tono paternal e irreal redacta que “Ni unos ni otros hechos deberían acontecer en una competición deportiva, en la que debería imperar en todo momento el recíproco respeto y buena lid entre jugadores y aficionados”. ¡Manda huevos a Santa Clara para que haga buen tiempo!

Algo falla en la educación cuando alguien decide lanzar un objeto al escenario por el hecho de sentirse provocado. Al jovenzuelo que decidió expulsar su rabia con lo primero que tenía a mano, se le olvidó un pequeño detalle antes de reaccionar de un modo tan descerebrado, meditar que había hecho durante todo el partido junto a sus “pacíficos” compañeros de grada. Menos mal que entre sus manos solo había una botella de agua vacía.

¿Acaso los imponentes sueldos de los jugadores llevan implícito tener que soportar las carpetovénicas y groseras actitudes de muchos descerebrados? Seamos serios. Una entrada de fútbol no permite estar mentando durante 90 minutos a la madre de un futbolista, a su mujer o a sus hijos. Se paga para ver fútbol y alegrarse o entristecerse con tu equipo sin salirse de unos códigos de civismo razonables.

El jurado popular y el federativo, compuesto por madridistas, atléticos y valencianistas, entre otros, han declarado culpable a Neymar y sus compañeros. Ellos y no los lanzadores de botellas son los responsables de la alteración de orden público en Mestalla. Ahora parece que el público del equipo contrario está legitimado para lanzar objetos contra el futbolista y sus compañeros, por provocadores.