Blog Brotons: Luis Enrique, el alumno aventajado de Mourinho

Los cinco títulos cosechados en su primera temporada y las variantes de juego le permitieron ser catalogado como heredero de Guardiola, algunos hablaron del alumno aventajado de Cruyff. Lo cierto es que Luis Enrique Martínez se ha destapado como un seguidor activo de la escuela de José Mourinho, aplicando en la sala de prensa el mismo estilo grosero y desvergonzado que caracterizó al entrenador portugués durante su estancia en España.

Sorprende que el enfermo sea plenamente consciente de su problema en el terreno de las relaciones personales y como antídoto o analgésico utilice a un psicólogo deportivo, Joaquín Valdés, que le acompaña desde 2008 y que ya colaboró con Marcelino en el Sporting de Gijón. El especialista lleva ocho años trabajando con los puntos débiles de la personalidad del indómito asturiano, al parecer con resultados dispares.

Hoy he recibido una prueba irrefutable de que Luis Enrique tiene un grave problema de animadversión con los periodistas. Me han enviado la fotografía de un encuentro individual con un compañero y en el sofá que hay junto al set de entrevistas están sentados, fuera de plano, siguiendo la charla: José Manuel Lázaro, jefe de prensa del primer equipo, Robert Moreno, segundo entrenador, Joaquín Valdés, el psicólogo y otro miembro del gabinete de prensa, Xavi Guarte, que había estado con el Barcelona B. ¿Qué hacen cuatro personas controlando una simple entrevista de cinco minutos con un periodista? ¿Tienen miedo a las preguntas, a las respuestas o a la reacción de Luis Enrique?

Esta imagen tan clarificadora me permite pensar que el Barcelona tiene un entrenador que sufre manía persecutoria y que en esa faceta de las relaciones interpersonales pierde el equilibrio emocional frente a uno o varios periodistas. Entiendo que la terapia de Joaquín Valdés (no confundir con Juan Valdez el del café) habrá sido un éxito a la hora de calmar la angustia deportiva del entrenador, aunque no ha conseguido controlar los excesos verbales del personaje, en concreto sus “embestidas”.

La grosería que le soltó al compañero Víctor Malo en la rueda de prensa, tras perder con el Valencia, haciendo referencia al apellido del compañero para humillarlo después de una educada pregunta solo es posible intentar entenderlo desde el miedo o desequilibrio que le produce sentarse frente a los periodistas. Luis Enrique necesita con urgencia un Karanka para que ocupe su lugar en la sala del martirio.

En esa permanente actitud chulesca deja al descubierto también que es mentira su desinterés por lo que publican los medios. Está siempre informado y sabe lo que escriben sobre él y quién le juzga. El periodista agredido verbalmente había escrito un artículo sobre el estado físico del equipo y mencionaba el trabajo de Rafel Pol, el preparador físico de Luis Enrique, en relación con los últimos resultados. L.E. Martínez lo sabía y por eso le despreció.

Cuando al equipo no le van bien las cosas, como es la situación actual, sus refriegas con los periodistas son más vulgares, exentas de imaginación y carentes de ironía. Si este fuera un caso aislado podríamos justificarlo, pero las “cornadas” se han convertido en una constante a lo largo de estos meses como entrenador del Barcelona. La penúltima agraviada fue la compañera Susana Guasch, y antes los periodistas que colaboran en los medios nacionales desde la Ciudad Condal, a los que ha convertido en enemigos.

Administrar con éxito la presión interna y externa es complicado y más en un entorno como el Barcelona. Lo más curioso es que Luis Enrique es un conferenciante de lujo que explica cómo “Liderarse uno mismo para liderar a los demás”. Otra vez la teoría por encima de la práctica.