Blog Brotons: Piqué, Luis Enrique y los pitos del Camp Nou

Se queja Luis Enrique que su público pite a los jugadores en el Camp Nou de forma individual y colectiva. El técnico asturiano es insensible a la queja de los aficionados, que asisten a un espectáculo desastroso cada semana: en Liga, Copa o Champions. Los resultados son el fiel reflejo de la falta de fútbol, actitud e intensidad de una plantilla que sobrevive cuando Messi solventa algunos partidos y cuando no está el equipo se desangra.

Ni la arenga desesperada de Gerard Piqué esta tarde, será suficiente para mantener la calma: “Cuando llegó el míster veníamos de la mierda absoluta y con él ganamos el triplete. Me gustaría que miráramos atrás y viéramos todo el trabajo que ha hecho el míster con nosotros. Estamos a muerte con el entrenador. Estamos intentando todos juntos pasar este bache”. Un parche a la situación.

El Barcelona de 2015 no jugaba a nada y acabó llevándose el triplete. Ganó al Madrid de Ancelotti en la Liga, al Athletic en la final de Copa y al Juventus en la final de Champions. Aquel equipo, no hacía un fútbol espectáculo, pero era fiable y practicaba un juego sólido, basado en la efectividad de Messi, Suárez, incluso Neymar. El vestuario fue capaz de superar la debacle de Anoeta y el grave enfrentamiento entre el entrenador y la estrella.

A Luis Enrique le contrataron para poner orden al desorden que había creado el Tata Martino, un entrenador que nunca llegó a entender la idiosincrasia del club, ni el juego posicional del Barça. Se fue sin comprender porque en los entrenamientos había tanto rondo y excesivo toque de balón. Hasta Xavi Hernández tuvo que llamarle la atención, por la falta de intensidad en los entrenamientos.

Han pasado dos años, y ni Neymar es un jugador que haya progresado para compartir el peso del equipo con Leo, ni Suarez es el derroche físico y la “mosca cojonera” de los últimos años, ni Messi ha conseguido cambiar a sus compañeros para ser mejores. Si a eso le unimos que Luis Enrique se ha cargado el estilo, anulando a los centrocampistas, a cambio de encontrar más espacios y potenciar la velocidad, estamos ante una desafinada orquesta que tiene un director sin batuta.

Iniesta se ha hecho mayor, Xavi no está para desgracia de los aficionados y de los compañeros. Busquets ha quedado expuesto al error por la falta de socios para compartir la zona central del campo. Está claro que todos los caprichos de Luis Enrique, destacando Arda Turán y André Gomes no han cuajado, Ninguna de las incorporaciones pueden igualar el rendimiento y la calidad de jugadores que han aprendido desde infantiles un estilo de juego.

Tres años parecen una eternidad para cualquier entrenador, salvo para el Cholo y Ernesto Valverde, los dos únicos técnicos que han superado esa cifra en la dirección de sus equipos. El reloj de Luis Enrique se ha parado, las ideas no fluyen y los planes alternativos no existen o son imposibles aplicarlos. La situación se veía venir desde hace meses y explotó en Paris.

El Barça que rozó el ridículo ante el Leganés en el Camp Nou es el mismo que había demostrado fragilidad en la Liga, en la Copa y en la Champions. El problema no es de un resultado, son las sensaciones que impiden pensar a la gente sensata que las cosas van a cambiar radicalmente frente a Emery y los suyos el 8 de marzo en la vuelta de los octavos de la Champions.

Luis Enrique fue útil para reflotar el barco tras el hundimiento. Había que hacer una transición, tras la marcha de Guardiola y la muerte de Vilanova y el asturiano no la hizo, pero consiguió títulos. Ahora el Barcelona necesita un cambio, contratar un entrenador que entienda que los protagonistas son los jugadores y no sus apariciones en las ruedas de prensa, ni en las entrevistas con los medios.