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Blog De la Calle: El pos(t)mourinhismo

Fermín de la Calle

Actualizado 09/08/2017 a las 13:32 GMT+2

Mourinho, que advirtió a Florentino que el Real Madrid le venía grande a Zidane, cayó ante Zizou, que suma 7 títulos en año y medio. Triunfa el savoir faire.

José Mourinho (Manchester United) y Zinedine Zidane (Real Madrid) en la Supercopa

Fuente de la imagen: EFE

Afirma el diccionario que la “posverdad, o mentira emotiva, es un neologismo que describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a la emociones y a las creencias personales”. De lo que se puede concluir que en la etapa en la que el dedo de Mourinho señalaba el camino del Real Madrid, el club vivió bajo la mentira emotiva del posmourinhismo.
Sin embargo, hoy triunfa el savoir faire de Zidane, una buena noticia para el Real Madrid, pero sobre todo para el fútbol. En Chamartín han pasado de la etapa tenebrosa de Mourinho a la luminosa era de Zizou. El portugués desafiaba constantemente a jugadores, rivales, árbitros, periodistas, aficionados y cuantos se cruzaban en su camino apoyado en una existencia conspiranoica alimentada convenientemente por su ego insaciable. Zidane, por su parte, prefiere desdramatizar todo pertrechado con un arma de destrucción masiva: su sonrisa inquebrantable.
El francés lo hace incluso hasta cuando se cruza con el propio Mourinho, de quien sabe que advirtió a Florentino que el Real Madrid era demasiado toro para Zizou cuando Pérez echó a Rafa Benítez, otro enemigo íntimo del luso. Nadie imagina a Zidane, escoltado por sus colaboradores, encerrando en una habitación a un periodista para amenazarle. Zidane prefiere sonreir y desplegar su inteligente normalidad para sacarse de encima las preguntas afiladas: "¿Mourinho intenta desestabilizar con el tema Bale? Tu pregunta también trata de desastabilizarme, pero es algo que me da completamente lo mismo". Y así, con su sonrisa de crooner, desarma a unos y a otros con una exquisita naturalidad.
En poco más de año y medio (se hizo cargo en enero de 2016) Zinedine acumula en su palmarés una Liga, dos Champions, dos Supercopas de Europa y un Mundialito. En ese tiempo el Real Madrid no ha fichado ningún galáctico y el hallazgo más reseñable es un fichaje que costó 3,9 millones de euros, Marco Asensio. Junto a él, la confirmación de un Isco al que el francés persuadió para que no se marchase al Barcelona cansado de los ninguneos de Florentino, o el renacimiento de un Cristiano al que ha contagiado la sonrisa tras convencerle para que administre sus esfuerzos gestionando descansos en la primera parte de la temporada.
Inopinadamente se tiene la idea de que Zidane es un entrenador de 'mano blanda', el mismo defecto que se le achacó en su salida a Ancelotti. Lo cual es estrictamente falso. El francés se mostró implacable con la apatía de James, uno de los caprichos del presidente, y mostró esa misma inclemencia con Pepe, quiien informaba al "ser superior" de todo lo que ocurría en el vestuario. Zidane blindó al grupo, priorizando su palabra con los jugadores al compadreo con el mandamás, a quien no ha dudado en plantar cara tanto en privado y públicamente.
El pasado mes de abril, horas antes de disputarse el derbi ante el Atlético de la segunda vuelta, Zidane se plantó ante los micrófonos en la previa y dejó un inquietante titular: "¿Mi futuro? Hay que preguntárselo a alguien más. Yo me dedico a trabajar". Al técnico le habían confirmado que Florentino estaba sondeando en el mercado a entrenadores como Löw o Allegri, al que Zizou acabó aplastando en Cardiff. Por entonces el Real Madrid había perdido una importante renta en la Liga y el equipo se mostraba cansado física y mentalmente. Sin embargo, el entrenador había trazado un plan con su preparador físico para que el equipo llegase en un pico de forma a la recta decisiva de la temporada y el Real Madrid terminó ganando la Liga y repitió título de Champions, hito que ha convertido al francés en intocable ante un presidente acostumbrado a cansarse de los entrenadores. De todos menos de Mourinho.
El portugués recomendó a Florentino sacar a Cristiano del club porque su relación con su compatriota terminó muy deteriorada, como la de Casillas, quien salió del club por la misma puerta que Raúl. La megalomanía del luso terminó dividiendo al madridismo antes de que la grada adivinase en la última etapa de Mourinho un desenlace del Bernabéu como la Roma de Nerón. Todavía hoy un sector de la afición madridista mantiene su filiación inquebrantable al hombre que presumió de haber llevado al equipo a dos semifinales de Champions, de cuyo trofeo descansan en las vitrinas del club 12 réplicas.
Había curiosidad por ver cómo excusaba Mourinho su posverdad de la derrota ante el Real Madrid en la final de la Supercopa. Después de haberse medido al club blanco en cuatro ocasiones, con un empate y tres derrotas, The Special One dejó el siguiente titular: "Con el VAR nos habríamos ido empate a cero al descanso". El portugués nunca decepciona. Zidane mientras sonreía escondido en tercera fila en la foto de los campeones de un equipo ya legendario con un fútbol líquido capaz de filtrarse por cualquier fisura de la defensa adversaria gracias a un mediocampo en el que se hace impensable que Pepe pudiera ocupar un lugar junto a Kroos, Casemiro, Modric, Isco o Asensio. Sostiene Bielsa que "la relación éxito y fracaso son fundamentales en la vida, pero el éxito y la felicidad no funcionan como sinónimos". El posmourinhismo ha evidenciado la valía de Zidane. Un hombre exitoso, pero sobre todo un entrenador feliz.
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