Blog De la Calle: LaMotta, el perdedor que decidió ganar

Giacobbe LaMotta no era precisamente un tipo modélico. Borracho, adultero y agresivo con quien no debía,, tuvo una resacosa existencia en la que visitó reformatorios, cárceles y prostíbulos con demasiada frecuencia y no precisamente por ese orden. Sin embargo, será recordado por ser uno de los boxeadores más indómitos que ha subido a un ring. Un tipo pequeño (1,73), con una pegada que no ganaba combates y una técnica mediocre en la que apenas destacaba su martilleante gancho de izquierda. Criado en las descarnadas calles del Bronx, LaMotta trató de sortear en su adolescencia el destino cruel de una vida marginal eligiendo los atajos habituales de la edad: robando en las calles o a golpes encima del ring.

A los 16 años, tras pasar una buena temporada en el limbo del reformatorio, se calzó unos guantes y descargó su violento carácter sobre el ring. Encajaba como poco, pero atacaba sin descanso consciente de que era un boxeador más industrial que talentoso. Su ambición le llevó a conquistar el título de campeón del mundo de los medios para lo que antes tuvo que sucumbir a las leyes no escritas de la Mafia, que acortó su camino al título amañando algunas peleas.

Su carrera está marcada por su feroz rivalidad con Ray Sugar Robinson, al que se enfrentó recurrentemente a lo largo de su vida pugilística. Solo le ganó una vez, pero cada uno de sus seis combates fue genuino. En el primero, en el Garden, Robinson revoloteó a su alrededor hasta agotarlo con sus combinaciones de jabs y uppercuts. El siguiente se disputó en Detroit, la guarida preferida de LaMotta. Fue la primera pelea que Robinson perdió en su carrera. Pudo acabar en KO cuando Jake le alcanzó en el noveno round con una derecha inesperada que luego remachó su gancho de izquierda. Pero la campana salvó a Sugar, que terminó perdiendo a los puntos. El resto fueron victorias de Ray, que en la última, la célebre 'Matanza del Día de San Valentín' destrozó a un LaMotta que se mantuvo estoicamente de pie y perdió el título cuando en el 13º asalto el árbitro Frank Sikora paró la pelea con Jake cubierto totalmente de sangre.

LaMotta resumió sus duelos con Robinson con una festejada frase: "He peleado tantas veces con Sugar Ray Robinson, que no sé cómo no tengo diabetes” (aludiendo al apodo de Robinson, ”Sugar” (azúcar en inglés). Una vez retirado montó un club, el 'Jake LaMotta's' en el que se rodeó de personajes nada fiables. Perdió el local y emprendió una carrera de humorista que le sirvió para pagar las facturas a final de mes y poco más.

LaMotta desapareció de la circulación hasta que Scorcese decidió filmar un biopic de su carrera, 'Toro Salvaje'. en el que Robert de Niro interpetró al boxeador. Después de cruzar guantes con el mismísimo Jake para preparar las escenas de boxeo, De Niro se marchó tres meses a París para ganar 27 kilos de peso comiendo en los restaurantes más exclusivos de la capital francesa. Una vez logró adquirir el peso del LaMotta jubilado, terminaron la película que ganó dos Óscar: el propio De Niro por su interpretación del boxeador y otro a la fotografía.

La vida siguió siendo cruel con Jake, que enterró a sus dos hijos en apenas seis meses, en el año 98. Uno debido a un cáncer de hígado y otro en un accidente de aviación de Swissair. Le gustaba el alcohol tanto como las mujeres. Casado siete veces y con cuatro hijas (además de los dos hijos que perdió) falleció el pasado miércoles a los 95 años. Peleaba de una forma temeraria, casi suicida, precisamente porque no tenía miedo a lo que le esperaba entre las cuerdas del ring. Y vivió la vida como peleaba, ferozmente. Un tipo que nació perdedor y sin embargo decidió ganar. Se fue LaMotta, un Toro dentro y fuera del ring.