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Blog De la Calle: Plata, plomo y fútbol

Fermín de la Calle

Publicado 13/09/2017 a las 09:18 GMT+2

Pablo Emilio Escobar Gaviria murió con unas botas de fútbol puestas y lavó millones de dólares en el Atlético Nacional que ganó la Libertadores en 1989.

Pablo Emilio Escobar Gaviria

Fuente de la imagen: Eurosport

Arranca la tercera temporada de Narcos en Netflix y lo hace sin la figura de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el capo del cartel de Medellín, que era tiroteado por la policía al final de la segunda. El narcotraficante más importante de la coca en Colombia y en el mundo durante un tiempo escondía entre sus aficiones su pasión por el fútbol, que le viene de su época de su niño.
Su hermana Luz María reveló en su día a ESPN 'The Two Escobars' que Pablo amaba el fútbol y reveló un detalle significativo: "S​us primeros zapatos fueron botas de fútbol y murió con unas botas de fútbol puestas". Escobar amaba el fútbol y desde el principio de su 'carrera' al mando del cartel de Medellín se dedicó a construir campos para que los chicos jugasen al fútbol en las zonas más castigadas de la ciudad. De los campos de Escobar en los barrios más pobres de Medellín salieron figuras del fútbol colombiano como Alexis García, Chicho Serna, Pacho Maturana o René Higuita. Pero además, Pablo utilizó el fútbol como una herramienta para limpiar el dinero de la droga. Entre las ventas de entradas y el precio de los traspasos de los futbolistas Escobar y su hermano Roberto pudieron lavar millones procedentes de la cocaína. Un negocio fructifero para él y para el club de la ciudad, el Atlético Nacional de Medellín.
Más allá de los habituales sobornos a árbitros y las amenazas de rigor, el Atlético Nacional logró desplegar un fútbol atractivo que le llevó a plantarse en la final de la Copa Libertadores en 1989, en la que ganó al Olimpia paraguayo. Asprilla, Higuita y Andrés Escobar, el defensa que fue asesinado por meterse un gol en propia meta con la selección y que nada tenía que ver con Pablo Escobar, alternaban con el narcotraficante con cierta frecuencia.
El propio Pacho Maturana, entrenador de los Libertadores y de la selección en el Mundial del 1994 no esconde que "la llegada del dinero de la droga al fútbol permitió traer grandes jugadores extranjeros y nuestro nivel de juego despegó. Se habló de que Pablo estaba involucrado, pero nunca pudieron demostrarlo".El resto de narcotraficantes tomaron ejemplo de Escobar y comenzaron a invertir en los clubes de sus ciudades. Así, José El Mexicano metió muchos millones en Millonarios y el archienemigo de Escobar, Miguel Rodríguez Orejuela, del cártel de Cali, financió al América de Cali, que ganó siete ligas colombianas entre 1982 y 1992, pero nunca fue capaz de lograr el éxito en la Libertadores del Atlético Nacional pese a que llegó a tres finales (1985, 1986 y 1987) y las perdió todas.
La noche que Atlético Nacional conquistó las Libertadores cuentan que El Patrón Escobar celebró una de las fiestas más bizarras de su historia para festejar el triunfo de El Verde en su rancho. Precisamente en su rancho organizaba partidos con equipos en los que jugaban estrellas del fútbol colombiano y en las que apostaban miles de dólares él y El Mexicano.
Quizás por eso a nadie le extrañó que cuando se entregó voluntariamente al gobierno en 1991 pusiera entre los requisitos que en la cárcel que construyó para su cautiverio hubiese un campo de fútbol en el que jugaba partidos interminables con su gente. Allí cumplió uno de sus deseos más anhelados, conocer a Diego Armando Maradona, que viajó hasta La Catedral para conocer a El Patrón. El Pelusa recuerda que "como yo no leía el periódico ni veía la televisión, no tenía ni idea de quién era. Nos conocimos en una oficina, me dijo que amaba mi juego y que se identificó conmigo, porque, como él, yo había triunfado a través de la pobreza. Jugamos un partido, todo el mundo se divirtió y esa noche organizó una fiesta con las mejores chicas que he visto en mi vida. Me pagó al día siguiente y me despidió con mucho cariño".
Así Pablo Emilio Escobar Gaviria, un tipo que no desenfundaba rápido y aliviaba sus problemas corriendo detrás de una pelota en una cancha de fútbol. Además de uno de los culpables, si no el mayor, del boom del fútbol colombiano en los 90.
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