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Blog Uría: Cristiano, el gallo y el sol

Rubén Uría

Actualizado 31/07/2017 a las 18:38 GMT+2

Más allá del circo mediático, los juicios paralelos, las condenas gratuitas, las filias y fobias, está la verdad, que es lo único que cuenta. A esperar.

Cristiano Ronaldo

Fuente de la imagen: Imago

"Si no me llamara Cristiano, no estaría aquí sentado". Eso fue lo que, según El Español, replicó el jugador portugués del Real Madrid, acusado de defraudar a los españoles unos 15 M€, a la juez. La frase, por trascendente, tiene su miga: algunos creen que tiene toda la razón del mundo, porque está sentado ahí por ser quien es y otros, creen que, de no ser quien es, estaría sentado en otro sitio, al que se refieren como Hotel Rejas. Cristiano, el siete a la espalda y un ego del diez, el hombre convencido de que el mundo le tiene envidia “por ser guapo, por ser rico y por ser un gran jugador”, considera que, de no ser Ronaldo, no estaría sentado delante del juez, pero la realidad es que, precisamente por ser quien es y llamarse como se llama, le han permitido entrar a los juzgados por el garaje y no por la puerta principal, para luego salir por la puerta de atrás.
Ronaldo, que sigue defendiendo que “quien no debe, no teme”, declaró durante una hora larga, exoneró a su agente y reiteró que había hecho de manera perfecta su declaración. Antes de su llegada se filtró que hablaría, se instauró un atril para dirigirse a la opinión pública y nada más comparecer ante el juez, decidió cambiar de opinión y salir por la puerta de atrás, logrando que no existiese ninguna imagen suya en los juzgados. En Cuatro se interpretó ese hecho de manera explícita: “La declaración no le debe haber ido demasiado bien cuando, tras anunciar que iba a hablar, CR se ha ido deprisa para casa”. Conjeturas. Sea como sea, hablase o no, puerta principal o trasera, fuese la cosa más o menos tensa, lo único que importará será cómo se pronuncie la justicia. Entre otras cosas porque, hasta que no se demuestre lo contrario, Cristiano es inocente.
Defraudador consumado o contribuyente modélico, CR7 sigue en sus trece: convencido de que le han sentado en el banquillo por ser quien es y llamarse como se llama. No resulta raro en quien cree que le envidian “por ser guapo, por ser rico y por ser un gran jugador", pero su tropa de asesores y pretorianos, debió explicarle que acudía ante la juez para responder las preguntas que se le hacen a todo hijo de vecina, sea fontanero o albañil. Igual Cristiano pensaba que el trabajo del juez consistía en hacerle una reverencia, pedirle un selfi y ofrecerle la toga para que CR le firmase un autógrafo. O igual cree que el rol judicial pasa por ir, junto a su peluquero, a peinar a su estatua de cera. Ronaldo, que a día de hoy sigue sin disculparse públicamente con los socios del Madrid y su presidente, que aguantó el tipo de manera admirable, sin tragar filtraciones, pataletas, portadas y amenazas de irse del Madrid, sigue creyendo que el mundo le persigue y que todo es una "inyustisia".
Más allá del circo mediático, los juicios paralelos, las condenas gratuitas, las filias y fobias, está la verdad, que es lo único que cuenta. Si defraudó con voluntad de hacerlo, como dicen los técnicos de Hacienda, o si es inocente y todo es producto de una discrepancia de criterios, como sostiene su defensa. Si es inocente, más de uno irá a Cibeles y restregará la sentencia a la prensa. Si es culpable, pagará, recogerá el Balón de Oro y seguirá pensando que le tienen envidia “por ser guapo, por ser rico y por ser un gran jugador”. Inocente o culpable, la suma de los factores, como de la sentencia, no alterará el orden del producto: Cristiano, uno de los mejores goleadores de todos los tiempos, seguirá convencido de ser el gallo que cree que el sol sale para escucharle cantar.
Rubén Uría / Eurosport
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