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Blog Uría: Cuando Hacienda (no) somos todos

Rubén Uría

Actualizado 05/12/2016 a las 18:44 GMT+1

Ayer fue Messi. Hoy es Cristiano. Será que defraudar a Hacienda presuntamente o no es cosa seria o ridícula dependiendo de los colores del afectado.

Real Madrid's Portuguese forward Cristiano Ronaldo celebrates the opening goal during the Spanish league football match Real Madrid CF vs Real Sporting de Gijon at the Santiago Bernabeu stadium in Madrid on November 26, 2016

Fuente de la imagen: AFP

Al grano: Cristiano desvió, presuntamente, 150 millones. eludiendo impuestos a través de una sociedad en Islas Vírgenes Británicas. Es la información que publica El Mundo, que unos rebotan y otros silencian, después del apoyo de miles de documentos de Football Leaks y de una minuciosa investigación de periódicos de toda Europa. El secretario de Estado de Hacienda, Fernández de Moya, ha asegurado en la Cope que la Agencia Tributaria "realizará a Cristiano las inspecciones que estime oportunas" para investigar si ocultó ingresos por derechos de imagen en paraísos fiscales. De propina, los grupos políticos van a llevar al Congreso las investigaciones que Hacienda estaría efectuando a diferentes futbolistas por supuestas evasiones de impuestos, por las que pedirá a la Justicia que actúe sin reparar en nombre o condición del afectado. Asunto desagradable. A la espera de la pertinente investigación y su recorrido posterior, conviene aplicarle a Cristiano la presunción de inocencia. Esa de la que no gozó, antes de ser declarado culpable, Messi. No busquen aquí juicios paralelos, sumarísimos, ni hogueras públicas para quemar al jugador del Madrid. Eso, en otra ventanilla. Lo que sí van a encontrar aquí es un pequeño recuerdo de qué se dijo de Messi cuando tenía problemas con Hacienda y qué se dice ahora de Cristiano. Antes incluso de que Messi fuese condenado – el matiz es crucial-, el club del estramonio y sus telepredicadores, siempre solícitos cuando se trata de desprestigiar al prójimo, sacaron toda su artillería: portadas incendiarias, debates demagógicos y chanzas repugnantes. Hubo barra libre y al fondo había sitio, así que leña al mono, que es de goma.
El tiroteo sobre Messi fue sin piedad, por tierra, mar y aire, desde cualquier púlpito, columna, comentario, plató o perfil de ayatolá disfrazado de periodista. El orden de los factores no alteraba el producto. Objetivo: pisotear a Messi en nombre de todos los españoles. "Hacienda somos todos", decían los patriotas de ocasión. Imaginaban a Messi ingresando en Alcalá-Meco, pedían poco menos que cadena perpetua para el argentino y vivían felices y comían perdices, mientras imaginaban a Messi con traje de presidiario. Aquellos días se dijo, con alegría, que Messi era un símbolo bajo sospecha, que ensuciaba su imagen y que era un mal ejemplo para los niños. Por decir, decían que el grito de “Hacienda somos todos, Messi paga ya”, en algunos campos españoles, era un cántico popular y además, ingenioso. Que la sombra del delito ya había manchado a Messi, y que, con lo que había defraudado, se podían comprar tres millones de cajas de paracetamol genérico. Así, sin anestesia. En la fiesta de Blas y quién sabe si con alguna copa de más, hubo quien comentó que, con la cantidad que la fiscalía acusaba a Messi, se podrían pagar 6.400 salarios mínimos interprofesionales en España. Otros comentaban, entre risas, que los tantos de Messi eran goles a los contribuyentes, alegando, con un finísimo sentido del humor (sic), que Messi, también en el campo, estaba defraudando. Genios del humor.
Hoy, con el asunto Cristiano en plena ebullición, a la luz de una serie de documentos e informaciones que están provocando un tsunami, aquellos que azotaban a Messi son los mismos que callan con Cristiano como meretrices en misa de doce. Doble rasero. Hoy, los que pedían mano dura con Messi, antes de ser juzgado, son los que, bien por desconocimiento, bien por recomendación, publican certificados que no certifican nada. Más allá de la pamema de que Florentino estaba detrás de lo de Messi o de que ahora se recela de que el caso Cristiano estallase horas antes del clásico, conviene preguntarse qué lleva a unos tipos que presumen de ser periodistas a mofarse de alguien por defraudar 4 millones y pasar de puntillas ante quien, presuntamente, podría haber desviado 150. Cabe preguntarse qué tipo de credibilidad, profesional y moral, tienen los que dedicaban editoriales, sumarios, tertulias y reportajes sobre la reputación de Messi, cuando ahora hacen la vista gorda con Cristiano. O todos o ninguno. Valientes con los otros, cobardes con los suyos. Así funciona su tinglado. Los pecados del enemigo se airean en público en aras del periodismo. Los del amigo, en cambio, se silencian en aras del negocio. Así funciona. Es lo que pasa cuando los que se pasan la vida retratando a la gente acaban quedando retratados por la realidad.
Será que defraudar a Hacienda presuntamente o eludir impuestos supuestamente es cosa seria o no dependiendo de los colores del afectado. Si juega en el equipo que le viene mal al negocio, se exige cadena perpetua y se habla de imagen sucia. Y si juega en el equipo que sustenta el negocio, en vez de investigar e informar, todo es paz y amor. Verán, Hacienda no somos todos. Nunca lo hemos sido. Y en materia de fútbol, aún menos. Aquí lo que vende es el escándalo, el morbo y la necesidad imperiosa de crucificar al enemigo y dulcificar al amigo. En realidad, gran parte del periodismo deportivo de este país, con honrosas excepciones, sólo se acuerda de Hacienda dependiendo del color de la camiseta del investigado. Buscar la verdad empieza a ser engorroso. Ponerse la bufanda es más cómodo y además, es mucho más comercial. Será que Hacienda somos todos siempre que no perjudique a los intereses de nuestro equipo y además, a los de nuestro negocio. Con un par.
Rubén Uría / Eurosport
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