Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Fútbol

Blog Uría: El nuevo rico y el viejo orden

Rubén Uría

Actualizado 10/08/2017 a las 17:32 GMT+2

Nada mejor que hablar de dinero para que se ofendan los que lo tienen. Y nada mejor que el dinero para hacer sentir pobres a los que presumen de tenerlo.

Nasser Al-Khelaïfi et Neymar lors de la présentation officielle du Brésilien au PSG

Fuente de la imagen: Getty Images

“No hay derecho a que un club desmantele al resto con el dinero que le inyecta todo un país”. Esa era la quejosa reflexión de algunos aficionados, periodistas y ejecutivos nada más conocerse que el PSG, un nuevo rico, le arrancaba, de cuajo y a golpe de chequera, un gran jugador a un rico de los de toda la vida, miembro del selecto club de los aristócratas del viejo orden. Nada como el dinero para asustar a los que presumen de puesto en la Lista Forbes y se pasan la vida arrasando a los que tienen menos, que están hartos de poner el cuello debajo de la bota de los que se creen con derecho de pernada y se comportan como señores feudales. De ahora en adelante, los que se pavonean de tener miles de ceros en la cuenta corriente, estarán obligados a mirar por el retrovisor. Creían que la calle era suya, pero ahora hay paso de cebra y además, tendrán límite de velocidad. Hay otro coche más rápido que el suyo, más caro, con más motor y que, encima, puede permitirse pagar cualquier infracción.
Desde ahora, los que se pasan el día viviendo en el deleite del placer, en la calma que proporciona tener presupuestos bestiales, los mejores jugadores del mundo y los mejores estadios, amén de calendarios a la carta y derechos de rajá, han entrado en pánico con la fuga de Neymar. Habrá un antes y un después del brasileño. Acostumbrados a ser dueños de la parte del león de los todos los negocios y felices de expoliar a otros con la facilidad de quien acude a una tienda de todo a cien, los gerifaltes han entrado en pánico. Su vida era muy fácil: en su ecosistema eterno, eran feroces depredadores hambrientos y el resto, presas. Hoy, quejosos por sufrir justo lo que ellos llevan haciéndole a los demás durante años, los aristócratas patalean y reclaman que alguien pare esto, porque pone en jaque sus privilegios. Miedo.
Con la irrupción del PSG, un nuevo rico al que ya intentaron limitar, sin éxito, con aquello del Fair Play Financiero, que buscaba proteger a los clubes pequeños y sirvió para resguardar la hegemonía de los viejos ricos, todo salta por los aires. Y los reyes de la industria, ahora, saben que sus estrellas ya no son invulnerables. Ahora se pueden ir. Sus gigantescas cláusulas disuasorias ahora son papel mojado, simples números, cifras obsoletas que deben ser revisadas, con el correspondiente aumento y el pertinente perjuicio económico que supone. Ahora los ricos ya saben que existe otro rico que tiene más dinero que ellos. Uno que les ha demostrado que, en asuntos de dinero, el que a hierro mata, a hierro muere.
Habrá que mirar la letra pequeña para evitar que los que llevan toda la visa saqueando al resto puedan ser saqueados. Habrá que limitar los clubes-estado, investigar la procedencia de los dineros, poner en solfa el sistema y movilizar a quien haga falta, UEFA, FIFA y también la CIA. La Liga hará bien en defender su patrimonio. Naturalmente, es su cometido. Y hará bien. Eso sí, la bomba de racimo del nuevo rico no pone en serio peligro el potencial de nuestra Liga. El dinero inglés ya se ha llevado por delante la clase media del campeonato español a golpe de talonario. Quizá entonces no preocupaba, porque en este país, cuando le quitan potencial a Sevilla, Málaga, Valencia, Betis o Real Sociedad, nadie pone el grito en el cielo. En cambio ahora, el miedo es libre.
Los seguidores de las potencias del viejo orden patrio echan humo. Los que han perdido a Neymar empiezan a comprender lo que ellos, con más dinero y durante años, les han hecho a otros clubes. Y los de la acera de enfrente, aunque celebran el adiós del brasileño, pero tienen la mosca detrás de la oreja porque, cuando ves las barbas de tu vecino pelar, lo más sabio es poner las propias a remojar. De ahora en adelante, habrá más Neymar. Y lo que antes parecía imposible, ahora será posible. Y mientras tanto, en el sótano, los aficionados del resto de equipos, con menos privilegios y dineros, y que también son de Dios aunque no lo parezca, festejan por todo lo alto, como si fuera un título: durante años, los viejos ricos, con el silencio cómplice del sistema que les protege y hormona, se han dedicado a saquear, a diestro y siniestro, al resto. Hoy hay un rico que está dispuesto a saquear a los saqueadores. Y los pobres festejan. Creen que no hay mejor sensación que la justicia poética y que, por supuesto, no existe nada mejor que el dinero para hacer sentir pobres a los que presumen de tenerlo.
Rubén Uría / Eurosport
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio