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Blog Uría: Grande de Europa

Rubén Uría

Actualizado 16/05/2016 a las 22:20 GMT+2

Apetece escribirlo hoy, pase lo que pase en Basilea. Este Sevilla se ha ganado un respeto, a pleno pulmón. De simpático y perdedor, a antipático y ganador.

Sevilla, en la final tras ganar al Shakhtar

Fuente de la imagen: EFE

Eindhoven, Mónaco, Glasgow, Madrid – en dos ocasiones-, Mónaco, Milán, Barcelona, Turín, Cardiff, Varsovia, Tiflis y Basilea. Postales de la historia reciente del Sevilla, que colecciona finales desde 2006 y que luchará por conquistar su quinta Europa League. Si gana al Liverpool, el orfeón de Nervión disputará otra final más: la de la Supercopa de Europa, ante Madrid o Atlético. Si eso sucede, el Sevilla, que ha llegado a 15 finales en 10 años, conquistando 8 títulos, jugaría este verano su final número 16. Números de gigante del fútbol mundial. Un estatus que se ha ganado a pleno pulmón, a pulso y sin que nadie le regalase nada. Gane o pierda en Basilea, y después en la final copera, el Sevilla se ha permitido el lujo de reescribir su historia con letras de oro, alcanzando la categoría y dimensión que muchos de sus aficionados siquiera habían soñado: ser un grande del concierto europeo. Una condición que han alcanzado a base de una gestión impecable, con un modelo social, deportivo y económico que debería ser espejo y referencia obligada para el resto. Entre otras cosas, porque desde el presidente hasta el utilero, todos reman en la misma dirección. Y porque, desde el primer hasta el último sevillista, desde el primer al último acorde del himno, se sienten orgullosos de su equipo. Motivos tienen.
Méritos que, aunque parezcan invisibles para el aparato mediático español, que sólo se acuerda del Sevilla cuando levanta una copa, son valorados y ponderados lejos de nuestras fronteras. Este Sevilla, simpatiquísimo cuando perdía y ahora, antipático hasta el tuétano porque gana, no goza del manto protector del respaldo periodístico, ni puede presumir de aglutinar el cariño de otras aficiones, ni siquiera parece tener derecho a recibir las atenciones protocolarias que autoridades y administraciones jamás niegan a otros. Este Sevilla es consciente de su condición de minoría, de su soledad en su pelea por escalar el Everest sin oxígeno, sin más ayuda que sus manos, su corazón y su voluntad de hierro. Este Sevilla, despreciado por muchos y ninguneado por casi todos, basa su espíritu de resistencia en un carácter tenaz. El de saber que vive aislado, que tiene numerosos enemigos, que no desprende empatía y que, en un concurso de popularidad, siempre sería eliminado en primera ronda. Este Sevilla no vino aquí para hacer amigos, sino para levantar títulos. Como a Simeone, le importa un rábano gustar, porque sólo aspira a ganar. Y este Sevilla, gana. Consciente de su soledad, del rencor ajeno, del ninguneo de los medios, del sentimiento doloroso de sentirse andaluz en Europa y extranjero en España. Así pelea, así gana y así pierde. Así seguirá llenando sus vitrinas y así (ojalá) podrá dar el gran salto de pelear la Liga codo con codo con Barça y Madrid, como ha conseguido el Atlético.
Su secreto, un modelo de gestión económica y una planificación deportiva brillantes, hasta transformar a un club mediano en otro con estatus de grande. Caparrós plantó la primera semilla, Juande la regó, y después de un periodo convulso, con Emery, el jardín floreció. Enérgico, ganador, estratega, motivador y a veces extravagante, Unai ha liderado un proyecto donde Monchi, con puntería y buena vista, propone; y él, con mano izquierda y sapiencia, dispone. A leyendas del tiempo como Palop, Puerta – Antonio, contigo empezó todo-, Maresca, Navas o Kanouté -el mejor de la historia contemporánea del club-, les han sucedido, con idéntica voracidad, Kevin Gameiro, Banega, Krychowyak, Coke o Sergio Rico. Tipos que juegan finales y habitualmente, las ganan. Este Sevilla, que firmó una Liga discreta- ni una sola victoria fuera de casa-, afronta otro gran reto: hacer doblete por segunda vez en toda su historia. No cae simpático, no tiene la buena prensa que tienen otros y tampoco cuenta con el apoyo de las instituciones, ni falta que le hace. No importa que los que presumen de “los éxitos del fútbol español” –risas enlatadas- sean los mismos que ignoran y desprecian al Sevilla el resto del año. Mejor solo que mal acompañado. Gane o pierda, el Sevilla está construyendo su relato y se ha ganado al derecho a que le llamen por su nombre: grande de Europa.
Rubén Uría / Eurosport
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