Blog Uría: Honradez y colores

Habló Marcelino. Defendió su honradez, pidió perdón por su inoportuno comentario y por el de su mujer. También habló Tebas, que soluciona problemas al mismo tiempo que los crea.

Marcelino Villarreal

Fuente de la imagen: AFP

Marcelino no estuvo afortunado cuando, en calidad de entrenador de un equipo que jugaba el último partido ante el club de sus amores, manifestó que no quería que el Sporting perdiese la categoría, a sabiendas de que, para salvarse, necesitaba ganar al Villarreal. Sus sentimientos fueron sinceros. Su comentario, inoportuno. Primero, porque levantaba ampollas entre el resto de equipos que se jugaban la permanencia; y segundo, porque en una Liga azotada por presuntos amaños, hacer esas declaraciones era encender la mecha de la sospecha. Marcelino, como la mujer del César, no sólo debió preocuparse por ser honrado, sino también por parecerlo. Y su comentario, que pudo ser honrado, no lo pareció. Qué decir del desbarre de su señora esposa en las redes sociales cuando, después de la derrota del equipo entrenado por su marido, proclamó que el objetivo se había logrado y dejaban al Sporting en Primera. Hoy Marcelino reconoció su error y lamentó el de su cónyuge. Bien hecho. Debió haberlo hecho hace meses, cuando esas frases agraviaron a equipos y aficiones. Eso sí, más vale tarde que nunca. Rectificar es de sabios.
Donde sí ha estado acertado Marcelino es en ponerse a disposición de las autoridades, deportivas y judiciales, para que investiguen qué pasó en la última jornada. O en aclarar que ha tenido una conversación con el presidente del Villarreal, para aclarar que su honradez está fuera de toda duda, lo cual deja malparado a Roig. O en exigir la rectificación pública del presidente del Rayo, que comparó a Marcelino con el tipo que estrelló un avión, provocando la muerte de más de cien personas. De no retractarse, Marcelino emprenderá acciones legales. El caso es que mientras el asturiano trataba de rebajar la altura de las llamas, el presidente de la LFP apagaba el fuego con gasolina. Javier Tebas, experto en solucionar problemas al mismo tiempo que los crea, ha comentado que él es del Real Madrid, pero que es un profesional y que en ningún caso su señora esposa diría en las redes sociales que el trabajo ya está hecho. No es la primera vez ni será la última que Tebas, elegido presidente por todos los clubes, airea su madridismo. Dice ser simpatizante merengue, sus cuatro hijos también lo son y alega que sería un hipócrita si no lo reconociese.
Más allá del cargo que ostente, uno tiene derecho a ser del equipo que le dé la gana. Sólo faltaría. Lo sorprendente es que Marcelino no pueda decir que no quiere que el Sporting descienda y que el presidente de la LFP pueda presumir, una y otra vez, de ser hincha del Real Madrid. A uno no le gustaría estar en la piel de Tebas en un final apretado del campeonato, con terceros equipos implicados y el Madrid con la posibilidad de ganar el título, y tener que contestar a los periodistas que, uno supone, le preguntarían qué querría que pasase en esas circunstancias. Sostiene Tebas que no cree que Marcelino manipulase el resultado del partido, pero sí que no hizo lo suficiente para ganarlo. Cabe imaginar cómo se sentiría Tebas si, en un hipotético final de Liga apretado, con el Madrid de por medio, otro profesional pudiera echarle en cara que él no ha manipulado ningún resultado, pero ha hecho todo lo posible, desde su cargo, para que su equipo ganase. Ojalá Tebas no se vea nunca en esa situación. Y si sucede, ojalá nadie dude de su honradez. Ojalá tengamos claro, sea cual sea nuestro cargo y seamos del equipo que seamos, aquello que decía Warren Buffet: “La honestidad es un regalo muy caro que no se puede esperar de gente barata”.
Rubén Uría / Eurosport
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