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Blog Uría: Perdónales Messi, porque no saben lo que hacen

Rubén Uría

Actualizado 11/10/2017 a las 17:30 GMT+2

Quizá Argentina no merezca jugar el Mundial. Messi merece jugarlo y ganarlo. Hay que darle el pésame a falsos profetas y agoreros. Messi les enterró en fútbol.

Lionel Messi

Fuente de la imagen: Getty Images

Pechofrío, perezoso, antipatriota y mufa. Todo eso y más ha tenido que escuchar el mejor de todos los tiempos en una situación de colapso del fútbol argentino, desintegrado en los despachos (tres presidentes distintos de AFA) y agonizante en el césped (tres seleccionadores diferentes con 18 alineaciones distintas en otros 18 partidos), cuando él y sólo él era la esperanza de un país que sabe que, de no ser por el diez, Argentina no habría llegado a las finales a las que llegó. Una y otra vez, vertieron toneladas de porquería sobre el mejor, con una gratuidad y desmemoria inauditas, viendo cómo una selección con grandes nombres (futbolistas que triunfan en sus clubes) se convertía en un grupo desnortado sin una idea colectiva (jugadores bloqueados y vulgarizados). Y Messi, lejos de entrar al trapo, con una paciencia infinita, respondió a sus inquisidores hablando en el campo. En un todo o nada, con Argentina metida en un lío tremendo y después de encajar un gol a los cuarenta segundos, Messi decidió echarse el país a la espalda. No se desanimó cuando volvió a comprobar que tiraba una pared y le devolvían una piedra. Al contrario, apretó los puños y asumió que si otros trataban la pelota como un bife de chorizo, él la protegería como un diamante. Messi anotó el empate, después puso por delante a su selección y en el segundo tiempo, rubricó el tercero. Incontestable. El país necesitaba esperanza y él se la dio. La selección necesitaba confianza y él se la dio. Sampaoli necesita tiempo y él se lo concedió. El hincha necesitaba creer y anoche, frente a la tentación de dejar de creer, cuando más falta hacía la fe, acabó rindiéndose a un pibe que, con la pelota en la zurda, es D10S.
Es posible que esta Argentina – que mejorará en Rusia, porque, a pesar de los grandes nombres, no juega a nada- pueda remontar el vuelo y firme un gran Mundial. También es posible que no merezca haber clasificado. Lo que nadie puede discutir es que Lionel Messi merecía estar en la Copa del Mundo, para desgracia de los badulaques mediáticos habituales, que son legión a este lado y al otro del charco. Los sepultureros, agoreros y profetas, que llevan años difamando y menospreciando a Messi, condenándole por sistema, pasaron otra mala noche. Hay que darles el pésame. Aquí, los que se arrogan la patética potestad de reclamar que los aficionados piten a un jugador de su selección, envueltos en un patrioterismo barato, salivaban con un Messi sin Mundial. Otra vez será. Allá, los que se atribuyen un la capacidad de medir el sentimiento nacional del mejor jugador de todos los tiempos, envueltos en una bandera que creen sólo suya, soñaban con otra ocasión para basurear el compromiso de Messi. Game Over. Allí y aquí, en España y Argentina, unos y otros, siguen sin aprender la lección. Siguen abriendo la boca y Messi se la sigue cerrando. Como son inasequibles al desaliento, seguirán negándole el pan y la sal, por sistema, interés, audiencia y capricho. Es igual. A estas alturas de la vida, ya no engañan a nadie. Sólo un ignorante futbolístico puede dudar de Messi. No se puede dudar del diez nunca, porque te entierra en fútbol. Seguirán con sus gases verbales. Es igual. Perdónales Lio, porque no saben lo que hacen..
Rubén Uría / Eurosport
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