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Blog Uría: Piqué siempre da la cara

Rubén Uría

Actualizado 20/02/2017 a las 22:50 GMT+1

Dicen que es políticamente incorrecto y que soluciona problemas al mismo tiempo que los crea, pero siempre que el culé duda o sufre, aparece Piqué.

Gerard Piqué, en el partido entre el Barcelona y el Málaga

Fuente de la imagen: EFE

Ponen a caldo al Barça como institución, con razón o sin ella, y allí está Piqué para dar la cara. Descargan una tonelada de porquería sobre Messi , fundada o no, y allí está Piqué para defenderle y dar la cara. La fosa séptica del periodismo militante se inventa una patraña y allí está Piqué para dar la cara. Los arbitrajes perjudican al equipo en ocasiones puntuales, más o menos graves, y allí está Piqué para dar la cara. Sacan pecho los que llevan siglos con lo del fin de ciclo y allí está Piqué para dar la cara. Y ahora que cualquier aficionado, periodista, gacetillero, gurú o forofo, aprovecha para matar a Luis Enrique, al que llevan esperando con la recortada desde hace tres años, aparece Piqué para dar la cara. Dicen que Gerard es políticamente incorrecto, que se mete en todos los charcos y que soluciona problemas al mismo tiempo que los crea, pero siempre que el barcelonismo está herido o duda, cuando más débil está, asoma Gerard Piqué para dar la cara. Aunque sea para que, sin motivo, se la partan.
El tipo que algún día presidirá el Barça y debería ser capitán por justicia poética, volvió a escena. Piqué habló sin reservas para frenar la enésima crisis -han leído bien, crisis, en un equipo que ha ganado 8 de los últimos 10 títulos en los que participaba, imaginen la crisis del resto-, que sacude al barcelonismo. En un deporte que presume de memoria selectiva, Piqué habló con sentido común: “No puedo entender los pitos. Antes de llegar Luis Enrique estábamos en la mierda más absoluta y con él ganamos un triplete”. Parece mentira que un club refundado por Cruyff, sublimado por Guardiola y reforzado por Luis Enrique, que un club que tiene a Messi, siga padeciendo entre sus aficionados un pesimismo atávico que parece incurable. Los que hoy linchan a Luis Enrique y a los jugadores, azotando a dos manos, son los mismos que, no hace mucho, aplaudían y presumían de equipo ante otros hinchas, haciendo gala de una superioridad moral, a veces, incluso insultante. Hoy no ha cambiado el técnico, sino los resultados. Y no han cambiado los futbolistas, sino los resultados. Y hoy no ha cambiado Piqué, sólo los resultados. De ahí su la verdad como un templo: “Debemos quitarnos la clásica actitud del tribunero. Este equipo nos dará mucho”. Dicen que para construir una casa hacen falta años y para destrozarla, apenas dos días. Y este Barça está herido, pero no muerto.
De propina, Piqué dejó dos recados. Uno, para los guardianes de las esencias domésticas: “Ahora, con los tres mejores en punta se juega menos en el centro del campo. Tenemos que evolucionar. Si jugamos como hace seis años, nos cogen la matrícula. No es un tema sólo táctico, también es una cuestión de confianza, intentamos recuperarla”. El segundo, para el culé intoxicado por mensajes apocalípticos que lavan más blanco que Ariel: “En Liga creo que seremos competitivos y en Copa estamos en la final. En Champions, pido que la gente vaya al campo. Si remontamos, se quedarán jodidos en casa”. Otra vez Piqué. Siempre que el culé duda o entra en pánico, aparece Piqué. Dispuesto a dar la cara, aunque algunos se la partan. Puede caer mal o bien, gustar más o menos, pero tiene personalidad y carisma. Y si el precio de defender al Barça siempre, en las duras y en las maduras, es convertirse en el tipo más impopular del país, Gerard lo seguirá pagando. La gente del Barça sabrá. Otros clubes y aficiones darían el brazo derecho por tener un Piqué en sus filas. Siempre da la cara.
Rubén Uría / Eurosport
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