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Blog Uría: Siempre nos quedará Howard Beale

Rubén Uría

Actualizado 28/09/2017 a las 16:11 GMT+2

Con la cuestión catalana de fondo, política y deporte si se mezclan. Deportistas y clubes se han posicionado. Hay fuego cruzado. A otros nos queda Howard Beale.

pau Gasol Rafa Nadal Roland Garros Paris

Fuente de la imagen: Eurosport

Me gustaría ser original y tener la capacidad de escribir mejor de lo que pretendo, pero ¿qué decir que sea novedoso en una situación tan compleja, con tantas aristas y heridas abiertas? Al grano: en este país, que presume de no mezclar política y deporte, siempre se mezclan política y deporte. Con la cuestión catalana de fondo, varios deportistas han tomado postura y la han hecho pública, incluso a sabiendas de que su opinión podría erosionar su imagen. Hay quien cree que el que se posiciona es valiente y el que decide no hacerlo, es cobarde. Vaya usted a saber. Lo cierto es que un día habló Pau Gasol. Más tarde fue Rafa Nadal. Hoy ha sido Gerard Piqué. Mañana Dios dirá. Responden con naturalidad. Con su punto de vista. Que no es dogma de fe, pero sí merece, cuando menos, un respeto. Malo para los que buscan militancia, bueno para los que presumen de tener un cerebro que se alimenta de sus propias ideas. .
Qué decir de los clubes. FC Barcelona o Girona han escogido su postura. El RCD Espanyol, la suya. Todas respetables. Todas legítimas. Ninguna merece escarnio, befa o mofa, pero es igual. La condena social es imparable. Hagan o digan lo que sea, su postura llevará consigo un juicio tan paralelo como sumarísimo. Así es la rosa. Así es el cardo. Así somos. Con nosotros o contra nosotros. Y así nos va. Somos capaces de defender la legalidad cuando nos interesa y de ignorarla si nos conviene. Y tenemos voluntad de sentarnos a negociar en una mesa cuando no nos perjudica, pero no dejamos que accedan a esa mesa los que no piensan como nosotros. No son las leyes, somos nosotros. No son los países, somos nosotros. No son las banderas, somos nosotros. No es un contrasentido, somos un contrasentido. Siempre hemos sido nosotros.
A un lado, aparece gente que lleva años despreciando sistemáticamente a Cataluña y maltratando a los catalanes, tipos que se envuelven en una bandera para exigir unión a los que no escuchan. Y al otro lado, gente que lleva años maldiciendo a España y a los españoles y que, envuelta en un manto de cinismo, exige que atiendan sus peticiones, sean legales o no. Los cofrades de la catalanofobia frente a los inquisidores de todo lo que huela a español. Al fondo, porque al fondo siempre hay sitio, está una abrumadora mayoría silenciosa que, de un tiempo a esta parte, está harta de unos y otros. Esa que desea convivir en paz y respeto, esa que, con lo cara que está la vida y lo jodido – con perdón-, que está encontrar un empleo, no tiene tiempo para estas cuestiones, porque no sueña un país de banderas, sino uno que mejore su calidad de vida. Uno ya sólo aspira a que, como decía Howard Beale, le dejen en paz con su televisión y su tostadora, hasta que un día el pueblo se atreva a salir a la terraza de casa, para gritar que está harto y no quiere soportarlo más. .
Falta conocer cómo se escribirá el desenlace de esta truculenta historia surrealista, en la que cada vez cuesta más saber quién empezó, quien tiene razón o quién saldrá más perjudicado. A estas alturas de la vida, pasan los las horas, los días, incluso los años, y todos, pensemos como pensemos, seguimos con la sensación de que estamos perdiendo y que, al final, más pronto que tarde, lamentaremos profundamente una desgracia inminente. No hace muchos años, se decía que el fútbol se había politizado. En realidad, es la política la que se ha futbolizado. Nos dirigen ultras, forofos incansables, políticos, hooligans que usan el voto y la palabra para construir una sociedad que, lejos de ser mejor y responsable, es cada día peor. Hasta aquí hemos llegado y seguimos en caída libre. Harto de estar harto, uno se baja del tren en marcha. Para lo del odio y la trinchera, que no cuenten conmigo. Como decía el bueno de Howard Beale, estoy harto y no quiero seguir soportándolo.
Rubén Uría / Eurosport
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