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Blog Uría: Sin criterio, pero con bufanda

Rubén Uría

Actualizado 18/10/2016 a las 11:46 GMT+2

Si tu equipo gana y golea, es el mejor. En cambio, si el equipo que no soportas gana y además golea, no tiene mérito, porque su rival fue muy flojo.

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi celebrates a goal during the Spanish league football match FC Barcelona vs RC Deportivo de la Coruna at the Camp Nou stadium in Barcelona on October 15, 2016

Fuente de la imagen: AFP

Dos premisas establecen la base del periodismo deportivo actual español: códigos éticos de geometría variable en función del equipo y parámetros de opinión incapaces de resistir el paso de apenas cinco minutos. Sólo así se entiende que los periodistas deportivos de este país pasemos del blanco al negro después de un partido o que hagamos un juicio sumarísimo de opinión, repleto de sentencias descalificativas o adjetivos generosos, al calor de un resultado. Al grano: este fin de semana, Barça y Madrid descargaron sendas goleadas sobre sus rivales. A saber, 4-0 y 1-6. Un dato demoledor que habla, por sí solo, del potencial de esas plantillas y de las serias dificultades de sus rivales para oponer una mínima resistencia, ni siquiera después del famoso Virus FIFA que tanto suele lastrar a los equipos más potentes. Sin embargo, la interpretación que la mayoría de los periodistas deportivos hicimos de ambos partidos fue sorprendente. O mejor dicho, demasiado previsible.
Sin criterio, pero con bufanda, los periodistas volvimos a sacar el bisturí de manera interesada, incluso a sabiendas de que la realidad podía deformarse. El primero en jugar fue el Barça y naturalmente, después de su saco de goles ante un sparring de mitad de tabla, los periodistas afines al barcelonismo dijeron que había jugado como los ángeles, que se había sacado la espina de Vigo, que Messi había vuelto porque había marcado en apenas tres minutos y que el equipo de Luis Enrique había logrado completar uno de los mejores partidos del curso ante el Deportivo, al que goleó con brillantez y sin piedad. Ese era el lado más soleado de la realidad. Al instante, faltaría más, la parte del periodismo que presume de lavar más blanco que Ariel ninguneó el triunfo azulgrana, alegando que el Depor estuvo de pena, que el Barça no había tenido rival y que los goles del equipo de Luis Enrique no tenían ningún mérito, porque todo había sido un simple entrenamiento con público.
Horas más tarde, los polos se invertían: el Madrid goleaba al Betis 1-6, y sus terminales afines vendían optimismo desbordado: enorme Zidane, intensidad a raudales, exhibición del Madrid y de postre, Isco selección. Algunos llegaron a considerar un gol blanco como uno de los mejores contragolpes de la historia del fútbol. Y claro, el periodismo culé – que apenas horas antes se quejaba de que se dijera que el Deportivo había sido un rival de medio pelo-, restó mérito al triunfo blanco, replicando que el Betis era una banda y que no se podía hablar de mejoría del Madrid, porque no había tenido rival en el terreno de juego. Conclusión: si tu equipo gana y además golea, es el mejor y no se puede decir que el rival no ha tenido nivel. En cambio, si el equipo que no soportas gana y además golea, nunca es mérito suyo, sino que el rival ha sido un desastre. Los periodistas les pedimos a los aficionados que tengan sentido común y nosotros cambiamos de criterio o de opinión cada cinco minutos, empeñándonos en demostrar que, en fútbol, el sentido común es el menos común de los sentidos. Sin criterio, pero con bufanda. Todo en orden.
Podríamos haber invertido nuestro tiempo en contarles a los aficionados que un buen partido de un equipo grande es compatible con uno malo de un equipo menos grande, incluso podríamos haber perdido un rato en explicar que el Atlético goleó al Granada y que después del partido muchos decían que el club visitante era un desastre, algo que no decían cuando iba mandando 0-1 en el Calderón. O incluso, por poder, podríamos haberles comentado que, después de mucho tiempo, estamos ante un campeonato con alternativas en la clasificación, con seis equipos en apenas tres puntos, un pañuelo. Podríamos haberlo hecho, pero vende mucho más echar porquería sobre los méritos del equipo que no nos gusta, a la vez que echamos flores al que nos interesa. El periodismo deportivo siempre fue apasionado. Ahora es, simplemente, militante.
Rubén Uría / Eurosport
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