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Blog Uría: Tiago, criterio innegociable

Rubén Uría

Publicado 24/11/2016 a las 15:55 GMT+1

Muchos jugadores entran en el Atlético, pero el Atlético jamás entra en ellos. Tiago entró en el Atleti por la vía sentimental. Y en el fútbol de su equipo, es innegociable.

Tiago

Fuente de la imagen: Eurosport

“Es difícil tener dos Tiagos. Dos Tiagos no se pueden pagar”. Nadie mejor que Simeone conoce el rol de Tiago, un gran reserva añejo que no es eterno, pero que lo parece. A sus 35 primaveras y después de sus múltiples y delicadas lesiones, existen dudas sobre si el 5 más puro del Atlético, con Augusto fuera de circulación, podrá aguantar el ritmo de una temporada repleta de desafíos gracias a un calendario tan exigente como infernal. Está por ver. Lo que nadie pone en cuestión es que cuando el Atlético tiene jaqueca – migrañas en los últimos partidos-, el Cholo sabe que Tiago es la aspirina ideal. A cuestas con el cambio de piel que nos aplauden y otros detestan porque estaban contentos con lo que había, el equipo necesitaba recuperar sensaciones. Acabar con cualquier síntoma de fragilidad y tener equilibrio, estabilidad y seguridad. Y Tiago Mendes Cardoso, sobre todas las cosas, es precisamente eso. Motor diesel, sabiduría en las botas, excelencia táctica y segunda juventud al poder, el luso le puso al equipo lo que le faltaba: tranquilidad.
Pausa para organizar, criterio para distribuir, facilidad para robar. Tiago, tres en uno. Pareja de baile perfecta de Gabi, por regularidad y empatía, el portugués ofreció su enésimo clinic. Sin alardes, pero con paciencia. Sin prisa, pero sin pausa. Sin estridencias, pero con precisión. Con el capitán como incuestionable destructor y él al mando del asunto creativo, el Atlético encontró su velocidad de crucero. La que añoraba. La que necesitaba. Otra vez, empaque. Otra vez, seriedad. Otra vez, organización. Norte y sur del Atleti, Tiago se marchó del Calderón con la recompensa de un gran partido y una asistencia, pero con un botín mucho más preciado: el reconocimiento unánime del público. De esa gente que sabe de fútbol, que anoche arropó al equipo siendo consciente de la dificultad y que regresó a casa, exultante, sabiendo que Tiago es la sutura perfecta para tanta cicatriz. No es poca cosa. Partido a partido, nada está todavía perdido. Y queda un mundo.
Muchos jugadores entran en el Atlético, pero el Atlético jamás entra en ellos. Tiago entró en el Atleti a base de sentimientos. La noche que el Atleti perdió aquella final de Copa ante el Sevilla, descubrió para quién juega. Y se rindió, a lágrima viva, a uno de esos amores tan apasionados e intensos que nunca mueren. El portugués, que rompió a llorar de manera desconsolada tras esa derrota, acaparó la atención de las cámaras. Se sentía culpable de no haber logrado el título y tras ver el comportamiento ejemplar de la hinchada, sintió en su corazón que formaba parte de una nueva familia, la del Atleti. Desde entonces se siente en deuda con la causa y contribuye, con su sapiencia, a estabilizar un equipo que sigue peleando por alcanzar el santo grial de la Champions. Tiago, que no tiene estatus de estrella cuando debería tenerlo por su fútbol, conoce todos los secretos y registros del fútbol. Ha sufrido evidentes daños en su carrocería (sobrecargas, fisuras de costilla, problemas de cuádriceps, esguinces de rodilla, rotura de escafoides, fractura de cúbito y también de tibia), pero Tiago sigue siendo para el Atlético lo que el esfuerzo para Simeone: innegociable. Hasta que el cuerpo aguante. Fútbol tiene para regalar.
Rubén Uría / Eurosport
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