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Blog Uría: Un Rolls Royce en un garaje

Rubén Uría

Actualizado 11/11/2016 a las 12:15 GMT+1

Brasil 3-Argentina 0. Radio La Red: "Pobre Messi... Y pobres de nosotros si creemos que el problema es Messi. No le dan nada. Le dejan solo. Es un desastre".

Neymar console Lionel Messi, après la démonstration du Brésil face à l'Argentine (3-0).

Fuente de la imagen: AFP

Brasil agarró lo que queda de Argentina, tomó de la mano a un equipo transformado en banda y le dio un baile. Fueron tres goles y pudieron ser siete. El epitafio final para la albiceleste llegó con el afilado análisis de Radio La Red: "Bauza es un médico que falla todos los diagnósticos. Y el enfermo palidece, no se recupera. No hay entrenador, ni rumbo". Argentina, vulgar, desarticulada, con un pie fuera del Mundial, descendía, por méritos propios, al infierno. Había licencia para desgranar las claves de un equipo moribundo, para cuestionar los métodos de su seleccionador, para preguntarse si a esta generación actual de jugadores se le ha agotado el crédito y, por supuesto, había necesidad de reflexionar sobre el mejor del mundo, Messi. Mientras una abrumadora mayoría de aficionados españoles padecía por el astro y una minoría más ruidosa celebraba su caída con estrépito, los micrófonos de Radio La Red volvían a ser un despertador para la mediocridad infinita de sus fiscales: "Pobre Messi... Y pobres de nosotros si creemos que el problema es Messi. No le dan nada. Le dejan solo. Esto es un desastre". Lapidario.
Hasta bien entrada la madrugada, uno aguantó con la esperanza de que Bauza, superado por la mediocridad de una selección a la que está estrangulando con sus controvertidas decisiones, hiciese caso de los aficionados que le mendigaban un poquito de fútbol y un par de jugadores capaces de tirarle, al menos, una triste pared a Messi. No hubo caso. La defensa argentina era de papel. De papel higiénico. El centro del campo, un erial. Y su delantera, una broma. Argentina, jugadores sin equipo, confundió todos los códigos: errores, prisas, miedos, responsabilidad y cada uno, la guerra por su cuenta. El fútbol, ese deporte en el que un compañero se la pasa a otro, lo puso Brasil. Radio La Red volvió a alterar la monotonía para contar la realidad en toda su crudeza: "Es terrible. Mientras Messi camina por el precipicio solo, Neymar camina en patines, los compañeros le dan apoyos, pases, fútbol". En soledad, desamparado y sin un socio decente, el diez padeció. A Messi le salió el corazón por la boca. Comentó que el equipo está en la mierda, que tienen muchísimo que mejorar yque no pueden fallar más. Salió a dar la cara siendo consciente de que se la iban a partir. Detrás de él, escondidos y muertos de miedo, todos, compañeros y dirigentes. Y un país.
El mejor de la historia del fútbol – un estatus que le pertenece pierda cien veces más con su selección, juegue la Copa del Mundo o la vea desde casa-, volvió a ser crucificado. No importa la verdad, sólo el ruido. En caso de duda, presunción de culpabilidad. Turno para los mediocres, que entienden el fútbol como un vehículo para esparcir y vomitar su injustificable odio. Fue su particular noche de festejo: ver a Messi mal les compensa, les llena, les place. Es lógico. Les ha frustrado tanto durante años con la camiseta del Barcelona que jamás se lo perdonarán, así que ahora, cuando sufre con su país, aprovechan para patearle sin piedad. Buen provecho. A Messi le tiran a la cara a Maradona personas que no han visto jugar a Maradona. A Messi le exigen que gane en soledad, sin compañeros, porque El Diego lo hizo, cuando aquellos jugadores del ’86 y del 90’ tenían dos veces menos nombre que los actuales, pero seis veces más coraje y más fútbol.
A Messi le dicen que haga como Maradona, que por lo visto ganó sin Burruchaga, sin Valdano, sin Olarticoechea, sin Ruggeri, sin Goycochea, sin nadie. A Messi le mortifican conque sea Maradona con Argentina, pero a Maradona nadie nunca le tiró a la cara lo que hizo en Barcelona. Entonces no había suministradores de estramonio, ni redes sociales, ni gente que, como dicen los argentinos, habla al pedo. Algunos no merecían a Maradona, ni merecen a Messi. A Messi le llaman pechofrío y le basurean el crédito porque no ganó un Mundial, cuando el verdadero milagro fue que este tipo llevó a esta gente hasta las finales. No hace mucho que Bauza, todavía seleccionador argentino, se atrevió a decir que en Barcelona no cuidaban de Messi. Para comer cerillas. Para cuidado, el que tienen con él en esa selección. En esta Argentina, Messi es un Rolls Royce en un garaje. Pobres de ellos si creen que el problema es Messi.
Rubén Uría / Eurosport
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