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Blog Uría: Villar y los del "ya lo decía yo..."

Rubén Uría

Actualizado 18/07/2017 a las 13:34 GMT+2

Durante casi tres décadas, la vida de los hinchas del fútbol español ha sido lo que pasaba mientras Villar presidía la Federación. Hoy ha sido detenido.

Villar

Fuente de la imagen: Getty Images

John Lennon solía decir que “la vida es aquello que te pasa mientras haces otros planes”. Aplicado al fútbol, los aficionados saben que, durante todos estos años, su vida ha sido lo que pasaba mientras Ángel María Villar era presidente de la RFEF. El honrado Villar, así le llamaba José María García cuando el Júpiter tonante mandaba en las ondas, ha sido detenido por la Guardia Civil. Atornillado al sillón desde 1988, tras sempiternas reelecciones, Villar siempre se reveló una eminencia en el difícil arte de no decir nada. Eterna cara de empate a cero y gesto irritable cada vez que alguien le preguntaba, asombrado, cómo podía seguir diciendo fúrbol o fúlbol en vez de fútbol, Villar ha pasado su mandato ganando elecciones, jubilando Secretarios de Estado para el Deporte y acumulando influencias en FIFA y UEFA. Dicen los que conocen a Villar, porque hasta hoy muchos presumían de hacerlo, que es muy trabajador. Y dicen otros, que también presumen de conocerlo, que sólo hay una cosa peor que su incompetencia, y es que la gente se ha pasado la vida votándole. Paradojas de la vida: no deja de ser curioso que a Villar, del que amigos y enemigos solían decir que no sacarían de la Federación ni los GEO, haya salido de la RFEF por obra y gracia de la Guardia Civil, y no por voluntad de los representantes del fútbol español, que lo han reelegido hasta en 8 elecciones diferentes. No una, ni dos, ni tres. Ocho.
Villar ha sido detenido hoy por la Guardia Civil, al igual que su hijo, Gorka, después de varios registros en la Federación, despachos y domicilios particulares. También han sido detenidos Juan Padrón, vicepresidente y en la RFEF desde 1984 - le recordarán por aquellos episodios radiofónicos casi esperpénticos donde un reportero le perseguía y le llamaba imputado Padrón mientras él no abría la boca – y Ramón Hernández Bassou, secretario general de la federación tinerfeña. La operación, a través de la UCO, pone contra las cuerdas al máximo organismo del fútbol – fúrbol o fulbol, a gusto del consumidor- español, tras orden del juez Santiago Pedraz. Esta redada se produce al margen de otros procesos en los que Villar está investigado, como el famoso Caso Haití, denunciado por algunos medios de comunicación y a la vez, obviado por otros tantos. En esta ocasión, será harto complicado que toda esa legión de periodistas que, por amistad o por agradecimiento, siempre se ponían de perfil cuando se trataba de analizar a Villar, ahora callen lo que ha pasado. Han pasado de puntillas durante años sobre estas cuestiones, pero ahora va a ser francamente difícil seguir mirando hacia otro lado.
Las claves de la detención, el rosario de la aurora: presunta compra de votos, supuesto delito de corrupción entre particulares, posible administración desleal, probable apropiación indebida – este término les sonará a los aficionados del Atlético de Madrid que sean leer o tengan ganas de hacerlo, porque la memoria no prescribe- y, de propina, posible alzamiento de bienes. LA UCO sospecha que Villar pasó años haciendo gala de ese viejo sistema español: la dedocracia. Supuestamente, propició adjudicaciones de contratas a firmas vinculadas con su hijo para el enriquecimiento de ambos. Aún hay más: la Guardia Civil cree que se pudo incurrir en un desvío de ingresos en partidos amistosos de la selección. La pregunta es ¿por qué la detención ahora? Pues porque la UCO ha intervenido tras registrar escuchas telefónicas durante los últimos tres meses, en las que presuntamente, Villar y su hijo, Gorka, habrían revelado maniobras con ánimo de lucro. Naturalmente, todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Durante casi tres décadas, la vida de los hinchas del fútbol español ha sido lo que pasaba mientras Villar presidía la Federación. Hoy, con el cinismo por bandera, los que se han pasado años justificando, respaldando, consintiendo y votando a Villar, se llenan la boca de repetir, por lo bajini, eso tan español de “ya lo decía yo”. Cuando la porquería se desparrama, unos huyen otros se quedan. Muchos se preguntan si Villar acabará en la cárcel. Eso sí, pocos tienen la decencia de plantearse cómo es posible que el fútbol español, voto tras voto y año tras año, haya mantenido a Villar durante tres décadas en el sillón del poder. De eso, amigos, no les dirán nada.
Rubén Uría / Eurosport
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