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El post del postpartido: Perder es ganar un poco

Iván Castelló

Actualizado 08/02/2017 a las 00:01 GMT+1

Qué manera de palmar. Pues sí. El Atlético dejó con la barbilla alta y la vista al frente el Camp Nou pero el caso es que no estará en la última final de Copa en su estadio, el legendario Vicente Calderón. La misión no fue cumplida, cierto, pero hay derrotas que tienen regusto a olor de napalm por las mañanas, el desayuno de los que son valientes pero no campeones.

Fernando Torres (Atlético de Madrid) y Piqué (FC Barcelona).

Fuente de la imagen: EFE

Porque solo el fatalismo eliminó al Atlético, inmensamente superior a un equipazo como el Barça tanto en la segunda parte del encuentro de ida como en la primera de la vuelta. Y en la agónica recta final, la de meta. Un Atlético imbuido en muchos momentos por la ouija del espíritu indomable de su C particular, la C de Cholo Simeone y otras cosas que empiezan por C. Ya lo dijo el técnico colombiano Pacho Maturana: "Perder es ganar un poco".
Se dice que los árbitros españoles son de los mejores de Europa. Mentira. Se dice que benefician a los grandes. Mentira. El Atleti lo es y no suele entrar en el juego de tronos con la facilidad por la que se deslizan los habituales. Al Barça esta vez le tocó cara después de las últimas cruces (con auténticas barbaridades arbitrales), pero esa moneda al aire, ese canto, le terminó abriendo la frente al Atlético.
Ese gol de Griezmann anulado por fuera de juego inexistente (59’) quedará grabado en el corazón de la injusticia, lo mismo que lo del Atleti con los penaltis es de diván con un punto de masoquismo. Los rojiblancos no la saben meter desde los once metros. Tampoco Gameiro, que cavó un agujero en el que meterse la noche, precisamente, en la que se le pudo perdonar que no sea lo esperado.
Luego estuvo lo de Carrasco, torpeza total de expulsión cuando a Sergi Roberto se le había ido la pierna un rato antes. Ese ‘timing’ que no calculó el belga hará aún más complicada la tirantez evidente con Simeone.
Dar la cara no tiene a veces recompensa. Es la lectura de contador que esquilmó al Atlético ante un gigante que llega a su cuarta final consecutiva, toda una proeza que lo significa como competidor por encima de todo. Y contra eso hace falta un poco de cordura: arbitral (Gil Manzano), de contención (Carrasco) y de penalti (Gameiro). GCG. Las siglas del adiós.
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