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Blog De la Calle: El niño que no quiso ser Maradona

Fermín de la Calle

Actualizado 10/02/2016 a las 11:54 GMT+1

Lorenzo Insigne, un scugnizzo de Frattamenore, dirige el mejor Napoli desde que se marchó el Pelusa.

Lorenzo Insigne, buteur avec le Napoli face à la Fiorentina

Fuente de la imagen: AFP

No había amanecido aún. Lorenzo rezonzongaba entre las sábanas cuando su padre golpeó con los nudillos la puerta: "¡Vamos tarde Lorenzo!". El chico se levantó de un brinco, se vistió en un segundo y no dejó de bostezar mientras se ataba los cordones. Los Insigne atravesaban por un momento complicado. La fábrica de zapatos en la que trabajaba el patriarca de la familia había cerrado y tocaba buscarse la vida como vendedor ambulante en el napolitano mercado de Fratta. El pequeño Lorenzo cerró la puerta de su humilde casa, en uno de los edificios de vía Rossini, en el populoso suburbio napolitano de Frattamenore. Clareaba el día.
Lorenzo Insigne siempre fue un chico con mucha calle: rápido, avispado, travieso, desafiante. Un trasto. Lo que en Nápoles se conoce como un scugnizzo. “Soy de Napoli, orgulloso de serlo y jamás me ofenderé si me llaman así. Crecí comiendo pizzetas con salsa”, sostiene campechano. El Enano, como le llamaban sus amigos de pandilla, siempre perseguía una pelota en unas calles en las que todos querían ser Diego Maradona. No todos.
De niño probó suerte en muchos equipos, en los que su altura siempre suponía un problema. Uno de esos equipo fue el Olimpia Grumese, donde acabó jugando con regularidad, hasta que en 2006 el Nápoles se fijó en él, pagando por Lorenzo 1.500 euros en concepto de traspaso. Pese a su metro sesenta y tres, vieron en aquel chico técnica y descaro en el área. Se integró en la Giovanissimi del Napoli, para subir luego a la Allievi y de ahí a los Primavera, donde se acabaría proclamando capocannoniere nazionale en la temporada 2009-10. El verano del 2009 Roberto Donadoni le subió a entrenar con el primer equipo, pero su debut oficial se produjo con Walter Mazzarri en el banquillo. El 24 de enero de 2010 Lorenzo se estrenó en la Serie A ante el Livorno (2-0) una domenica que fue una fiesta en la casa de los Insigne y en las calles de Frattamenore.
Después del debut se marchó cedido al Cavese de la Lega Pro 1 y de allí al Foggia, donde fue reclutado por un hombre clave en su carrera y en su vida, el zorro Zdenek Zeman. Insigne marcó 19 goles en 33 partidos y un año después siguió a Zeman hasta el Pescara, confirmando con 18 goles en 37 jornadas que había futbolista. "Siempre trato de seguir cada uno de sus consejos e indicaciones porque sólo me puede bien. Me iría con él al fin del mundo", advierte el napolitano sobre la ascendencia que Zeman tiene para él. Aquellas dos temporadas convencieron al Napoli, que recuperó a Lorenzo en 2012. El trabajo duro había merecido la pena. Regresaba al club de sus amores. El club en el que siempre ha querido jugar y del que jamás se planteó salir, ni siquiera para escuchar los cantos de sirena de la Vecchia Signora, uno de los equipos más odiados por los napolitanos: "Jamás jugaría para la Juventus, ni pagándome el doble. Quiero ser el Totti del Napoli".
Sin embargo, en el Nápoles no conseguía confirmar las expectativas de sus paisanos, que no dudaron en dedicarle sonoras pitadas. Reacción que encolerizó a Genoveffa Darone, mujer de Lorenzo y madre de su hijos Christian y Carmine. Una napolitana con mucho carácter que no encajó bien los pitos de la grada y dejó un recado a los tifossi napolitanos en la redes sociales: “Ustedes no lo merecen en Napoli”. Algo que Lorenzo zanjó con un mensaje que revertió la situación y acabó granjeándole el respeto y el cariño de la afición: "Son silbidos de amor. Soy hijo de esta ciudad y esta ciudad espera mucho de mí. Somos muy orgullosos y queremos que los que nos representan hagan un buen trabajo. Yo haría lo mismo".
Insigne se desempeñó en la primera plantilla con cierta intranscendencia durante los siguientes años. La llegada de Rafa Benítez le hizo albergar esperanzas por la costumbre del madrileño de tirar de la cantera de sus equipos. Sin embargo, Benítez entregó los galones a Hamsik y a Callejón, postergando a Lorenzo a un papel residual. El único motivo de festejo para los Insigne se produjo el 13 de enero de 2013, cuando en un partido en el San Paolo ante el Palermo (3-0 para los napolitanos con un gol de Lorenzo), coincidió los últimos seis minutos del encuentro en el campo con su hermano Roberto. Hacía 75 años que el Napoli no alineaba a dos hermanos en el campo en la Serie A, En aquella ocasión, un 16 de mayo de 1937, fueron los Ferrara (Antonio y Nicola). Pese a aquella celebrada coincidencia, Lorenzo no atravesaba por el mejor momento y se limitaba a esperar su oportunidad y seguir cubriendo su cuerpo de tatuajes. Pero todo cambió cuando en noviembre de 2014, durante un partido ante la Fiorentina, sufrió una lesión de los ligamentos de la rodilla derecha. Lejos de hundirse anímicamente decidió convertirlo en un punto de inflexión en su carrera. Insigne se recuperó en tiempo récord, cinco meses. Regresó en un partido ante la Sampdoria en abril en el que el Napoli ganó 4-2 y Lorenzo fue ovacionado mientras lucía el brazalete entre lágrimas. 'Nano' resultó fundamental en el triunfo del Napoli en la Coppa Italia, un título muy celebrado por la parroquia napolitana, en el que Insigne marcó una doppietta en la final, caprichos del destino, ante la Fiorentina, el mismo equipo ante el que había caído lesionado.
Desde entonces la confianza y el fútbol de Insigne no ha dejado de crecer. La afición, sus vecinos, le idolatran. Y en esas llega al banquillo del Napoli Maurizio Sarri. Un entrenador de la Toscana que en su juventud alternaba su rol de jugador de fútbol con el de banquero. Por la mañana trabaja en un banco, para después coger un tren e ir a entrenar y jugar con su equipo. Con Sarri, Insigne y el Napoli han explotado. El equipo se ha proclamado campeón de invierno en la Serie A al sumar 41 puntos en 19 partidos, algo que no ocurría desde la temporada 1989-1990, la del segundo campeonato de la era dorada del club. La protagonizada por Diego Armando Maradona. Insigne ha asumido el liderato del equipo, como buen napolitano, junto a Higuain. Lorenzo marcó ante la Juventus o la Lazio, pero su mejor actuación se produjo en la goleada sobre el Milan (4-0), en la que anotó tres goles. La mayor paliza a favor de los napolitanos de la historia de los enfrentamientos entre ambos. Preguntado al final del partido por las comparaciones con Maradona, Lorenzo borró la sonrisa de su rostro y respondió categóricamente: “Por favor, no me comparen con Maradona. Nunca quise ser como Diego. Él era un dios del fútbol”. Palabra de scugnizzo.
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