El post del postpartido, España-Costa Rica: Contra la desunión, fútbol

Un gol catalán (tenía que ser así) firmado por Jordi Alba le dio a España la tranquilidad de un comienzo terapéutico para aislarse del peliagudo asunto político y centrarse en lo que más une, el fútbol. Lo que interesa a este lado de la realidad, la del balompié, más que un deporte, la vida mejor. Y se puso morada con la camiseta nueva sin mayor inconveniente.

España sigue enchufada a las victorias y al buen fútbol. El 3-0 a Italia, el 0-8 a Liechtenstein, el 3-0 a Albania y el 0-1 en Israel… Todo son goles a favor y ninguno en contra, en el partido de Málaga con el portero de moda, Kepa, al que ya se le sitúa como paraguas del sol de Keylor.

Así que Lopetegui sonríe (para sus adentros, que es muy hierático) porque no le queda más remedio que ilusionarse con el próximo Mundial en Rusia. A falta de Carvajal y de De Gea, y quizás de Koke, el once de España destiló el aroma a base indiscutible para el Mundial. Y menuda base. Porque jugar la pelota con un centro del campo así, con Busquets resguardando a Silva, Thiago, Iniesta e Isco, está al alcance de quien ha sido llamado para asuntos mayores, de esos celestiales. Esas prestaciones que se le adivinan a España parecen no ponerle límites a sus aspiraciones.

La pasión en su juego del silbado Piqué, con varios remates de cabeza, solo pudo certificar la injusticia de su ‘persecución’ (aunque con menos virulencia que en pasados duelos) así como su compromiso inalterable. Sigue sumando.

En la segunda parte, con Saúl por Busquets, y Aspas por Morata, más la pareja de centrales a descansar (Bartra y Nacho por Ramos y Piqué), España siguió como si tal cosa. A lo suyo. El doblete de Silva (once goles ya con Lopetegui), la entrada de Asensio, el durísimo viaje a isco, el ‘Iniestazo’, el debut de Luis Alberto y la fiesta malacitana compusieron la estampa de la mejor despedida posible para el más grande, para Chiquito de La Calzada y su ‘agromenauer’ que ya es eterno.