El post del postpartido: La decimotercera se cocina a fuego rápido

Se dice que el trece es el número de la mala suerte. Y que en martes, ni te cases ni embarques… pero Champions sí ganes. Así que este Real Madrid es capaz de redefinir hasta al refranero popular con tal de ir cocinando a fuego rápido (por aquello de sus goles de contragolpe) su objetivo último, ganar la decimotercera Champions League (si es que aceptamos las seis Copas de Europa previas como animal de compañía).

Está el Madrid enfangado a través de otros en que los arbitrajes se van anunciando peligrosos para sus intereses locales. Y curiosamente (porque no es habitual quejarse pese a ganar, un paso más allá en esto de la polémica) después de sendas victorias visitantes, como ante el Barcelona en la Supercopa y contra el Alavés en Liga.

Pero en Europa, que es su territorio más natural desde 1956, es otro cantar sin afinar. Así que sin el inconveniente del penalti que se le podía haber pitado a Sergio Ramos con el 0-0, se pasó en un santiamén al golazo de Gareth Bale por la izquierda, su sitio por mucho que se hayan empeñado siempre en alejarlo de ahí.

Pero el 0-1, quítame allá esas manos, recompensó al ciclón que también es el Madrid cuando corre contragolpes, uno de sus valores seguros desde que tiene a Cristiano Ronaldo. Es decir, desde hace muchos años. Ese gol, lo mismo que el segundo y el tercero, ya del portugués ambos, encarrilaron un nuevo paseo por las nubes europeas para el bicampeón de la competición.

El Borussia Dortmund tampoco fue gran cosa pese a tirar de orgullo con el tanto de Aubameyang. La predicción desde el punto de vista del fútbol internacional, siempre un tanto exagerado, situaba a los alemanes en una alta estima competitiva, pero la realidad es que sigue lejos de toserle a un rival como el Madrid.

El Sevilla, que hace menos ruido porque el mundo nos hizo así de injustos con los que no tienen la fortaleza de los poderosos, volvió a ganar caché continental con una solvente victoria de pegada contra el Maribor esloveno. 3-0 ni más ni menos, que no está nada mal en Champions. Los goles de Ben Yedder, siempre atento a su labor de zapa contra las redes enemigas, le dieron pronto una ventaja luego confirmada.

Y sumado al empate entre Spartak y Liverpool, la posición como líder del Sevilla tras dos jornadas es inmejorable para creer por derecho propio y ajeno en octavos. Que mucho Berizzo hay ahí.