Ganar no basta

En cualquier deporte de competición lo que se busca son los resultados, también en el fútbol, por eso muchos no entienden que se cuestione el nivel futbolístico del Barça de Luis Enrique. No se trata de comparar ni de recordar la herencia pasada. Se trata de poner en valor un tipo de fútbol que aunque no ganes un partido te deja satisfecho por lo que has visto durante 90 minutos. En este Barça, en la mayoría de partidos, lo mejor ha sido el resultado y eso nunca es buena señal, perdónenme los pragmáticos. Algunos sustentan su pragmatismo en la consecución de títulos, en la importancia de seguir ganando, sin embargo, otros, ya acostumbrados al triunfo exigen que el camino hacia él sea vibrante. El éxito por el éxito no es tan importante. ¿A caso se hablará del Chelsea campeón de la Champions de Di Matteo en los próximos años?. Es como alcanzar el orgasmo mediante un dispositivo ideado para ello o mediante la interacción de dos cuerpos vivos que se compenetran para ese fin. El recuerdo del placer práctico (la victoria) es demasiado efímero. No serás recordado si no emocionas.

Luis Enrique ya tiene una máquina fría y calculadora. Un equipo que consigue el objetivo sin transmitir pasión y que todavía no huele a campeón. Una máquina que gana y punto. Las dosis de espectáculo de esta temporada van a cargo de Leo Messi, cuando no tiene el día se apaga la luz. Los magos del balón ausentes: Xavi más en el banquillo que en el césped; Iniesta más obligado a dar equilibrio que centrado en crear. Las apariciones del capitán no dejan lugar a duda: sigue siendo desequilibrante y decisivo pero el técnico asturiano se empeña en jugar a otra cosa. Se empeña en llevar la contraria a años y años de alegrías. No basta con ganar al Real Madrid si el aficionado sale del campo dando gracias a los fallos del contrario y sintiéndose más débil. No basta con ganar al Celta con un gol de un central al final del partido. No basta con cumplir un trámite ante el Almería sin conseguir que un solo aficionado se levante de su asiento en todo el partido. Lo importante -decían muchos- son los tres puntos antes del complicado calendario que se le avecina al conjunto culé cuando lo verdaderamente trascendente es llegar al tramo decisivo de campeonato habiendo visto un equipo que no depende de su figura o de las jugadas de estrategia para imponerse. La pizarra de Unzué y Luis Enrique funciona a las mil maravillas y puede contribuir a ganar títulos pero nunca los ganará por sí sola. El juego colectivo marca la diferencia.