Carolina Rodríguez busca la guinda a su longeva carrera

León, 3 sep (EFE).- Nada ha podido con ella, ni unos inicios entrenando en una iglesia abandonada, ni la desilusión que la llevó a despedirse prematuramente, ni tampoco el paso de los años: para Carolina Rodríguez, la "reina" de la gimnasia rítmica española en la actualidad, el mundial de Stuttgart (Alemania) puede ser la puerta para poner la guinda en Río 2016.

No lo tendrá sencillo en la cita mundialista, donde una buena parte de los 15 billetes olímpicos ya tienen escrito el nombre y tendrá que luchar con uñas y dientes para obtener un pasaporte que la lleve a la que, con muchas posibilidades, sería su despedida tras más de dos décadas en el tapiz.

Ha tenido que aprender a convivir con los "achaques", quizá propios de unos entrenamientos espartanos durante años que acaban pasando factura, pero nada arredra a la gimnasta leonesa, que será la veterana en tierras alemanas y, con ello, intentará exprimir esa experiencia y el respeto, cada vez mayor, de las jueces.

Su preparación, a pesar del retraso motivado por las molestias físicas, ha mostrado una indiscutible progresión, desde que refrendó que sigue siendo la mejor gimnasta española en el Nacional, hasta sus victorias en pruebas internacionales como los Torneos de Turquía o, este pasado fin de semana, en Noruega.

"Creo que llego en una gran momento físico y anímico", afirma convencida en una entrevista con la Agencia Efe Carolina, siempre a la sombra de sus entrenadora desde la infancia, Ruth Fernández, que ha sabido sacar el mayor provecho de uno de sus principales potenciales, la expresividad.

La campeona de España, que volverá a estar acompañada en el cuarteto español -como ocurriera en el mundial de Izmir (Turquía) el pasado año- por su compañera en el Club Ritmo de León Sara Llana, tiene claro que sus opciones son "reducidas, pero no imposibles y por eso sabe que tiene que "luchar al máximo por apurarlas, siempre partiendo de clavar los ejercicios".

La confianza que ha adquirido tras sus últimas actuaciones han multiplicado sus esperanzas y afirma que necesitaba saber concentrarse en una competición que se decide en horas, pero que se prolonga en el tiempo varios días.

El lunes 7 comenzará con el ejercicio de pelota, después llegarán el aro, la cinta y las mazas, con el fin de alcanzar plaza entre las 24 mejores gimnastas -eligiéndose las tres mejores puntuaciones- y jugarse todo a una carta el viernes 11 de septiembre en una final en la que se parte de cero y que requiere "una enorme fortaleza física, porque se llega después de mucho esfuerzo continuado y mental".

Rodríguez es consciente de que sus opciones pasan por "no tener fallos visibles" e intentar explotar la baza de su calidad corporal y expresiva, "buscando un ejercicio brillante y limpio".

En los anteriores Juegos Olímpicos en Londres 2012 no pudo ganarse su plaza en el mundial, pero sí lo hizo en el Preolímpico, opción con la que también cuenta en esta oportunidad, en la primavera de 2016, meses antes de llegar a Río de Janeiro.

La cita en Stuttgart será el décimo mundial para Carolina Rodríguez y cuenta con la ventaja que en las anteriores ediciones siempre cuajó destacadas actuaciones, por lo que confía en sus fuerzas para competir con rivales a las que, en algún caso, casi dobla en edad.

La dupla leonesa, que se completa con la joven Sara Llana -18 años- le sirve también de motivación, porque conviven a diario en los entrenamientos en el Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEARD) de León y es la primera admiradora del futuro que le aguarda a su compañera.

"Es una trabajadora nata y seguro que en su segundo mundial lo hará mucho mejor porque cada vez cuenta con mayor experiencia internacional -le ha acompañado en Torneos y pruebas de Copa del Mundo-, por lo que intento animarla y aconsejarla todo lo que puedo para que disfrute y también se exija al máximo", dice.

Carolina Rodríguez accede al primer peldaño que puede conducirle a sus terceros Juegos Olímpicos, tras Atenas 2004 (en conjuntos) y Londres 2012 (individual), que pueden ser, además, el colofón a la carrera de una auténtica luchadora del tapiz.