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Blog De la Calle: El hombre que no sabía rendirse

Fermín de la Calle

Actualizado 07/02/2017 a las 13:28 GMT+1

Joost Heystek van der Westhuizen se ha marchado a los 45 años tras seis peleando con el ELA. El mejor 9 de la historia moderna del rugby se ha ido luchando...

Joost Heystek van der Westhuizen

Fuente de la imagen: Eurosport

Joost Heystek van der Westhuizen, hijo de Mariana y Gustav, nació en Pretoria, donde ya mostró unas aptitudes físicas extraordinarias en el colegio. De Transvaal se marchó a la Universidad, donde se incorporó al equipo provincial de Pretoria de rugby, un deporte a la altura de su potencial atlético. Sus 185 centímetros y casi 90 kilogramos, sumados a una ambición ilimitada que rozaba la arrogancia en el campo, le habrían permitido jugar de tercera línea en el rugby de los 90 en el que se desempeñaba. Sin embargo, Van de Westhuizen era mucho más que un tipo con unas prestaciones atléticas descomunales. Era un adelantado a su tiempo.
Joost era rápido con las manos, hábil con los pies y tenía mucho rugby en la cabeza. Así que comenzó a jugar de medio melé, convirtiéndose en el arquitecto de juego de sus equipos en ataque y en el noveno delantero en defensa. Los Blue Bulls encontraron en él a un líder y le entregaron inmediatamente los galones. En la selección sudafricana aterrizó en 1993, en un partido ante Argentina en Buenos Aires. El puesto de 9 lo ostentaba un clásico de los springboks, Johan Roux, quien sufrió una inoportuna lesión que le impidió participar al año siguiente en una gira por Gales, Escocia e Irlanda. Van der Westhuizen aprovechó su oportunidad y se calzó la camiseta número 9 para siempre.
El punto de inflexión fue una agónica victoria de los sudafricanos en Escocia con dos ensayos de Joost, lo que acabó de consolidarlo como medio melé titular. 1995 fue el gran año del rugby sudafricano y también de Van der Westhuizen. Su ferocidad en el puesto de 9 fue clave para que su país llegase a la final ante la Nueva Zelanda de Jonah Lomu, jugador deslumbrante que traspasaba las defensas como si fueran de papel.
Chester Williams, el único jugador negro de aquella selección, reveló hace unos años una conversación que se produjo en el hotel de los anfitriones días antes de la final. El seleccionador Kitch Christie andaba tratando de explicar un complejo dispositivo defensivo parar frenar a Lomu cuando Van der Westhuizen entró en escena:
-Mejor haremos una cosa Kitch. cuando la pelota vaya hacia su zona, yo basculo y entro en la segunda cortina defensiva para pararle.
-Pero Joost tú estás tocado. Tienes una costilla rota y ese tipo es un tren de mercancías.
-No te preocupes. Yo me encargo de que Lomu no pase.
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Van der Westhuizen face à Lomu

Fuente de la imagen: Other Agency

Muchos de los compañeros de Joost no sabían que tras la semifinal que Sudáfrica ganó en Durban a Francia, Van der Westhuizen acabó con una costilla ‘rota’ después de un placaje a otra fuerza de la naturaleza, el francés Abdelatif Benazzi. El seleccionador reveló algo que jugador y cuerpo técnico habían pactado silenciar para que no llegase a oídos de los All Blacks. Y como la historia recoge, Van der Westhuizen placó a Lomu en no menos de cuatro ocasiones basculando a la segunda cortina para esperar al gigante maorí. A lo que sumó una inteligente dirección de juego que permitió a Strasky pasar aquel histórico drop que le dio el título a los bokkes.
Joost sumó 89 partidos con la selección sudafricana, compitiendo en tres Mundiales, anotando 190 puntos, muchos de ellos gracias a sus 38 ensayos. Eso le convirtió en el jugador que más tries había anotado hasta que apareció Brian Habana. Y el día que dejó la selección era, además, el jugador con más de la historia de los springboks. Van der Westhuizen siempre jugó en su país, pero no muchos saben que antes de convertirse en internacional, a la vuelta del Mundial de Inglaterra y Gales, en el que se enfrentó a España en 1999, estuvo a punto de firmar por el club inglés de Bath.
Una vez retirado se convirtió en un analista e incluso presentó un programa televisión. Líos de faldas enredaron ese asunto y en 2009 su cuerpo comenzó a avisar. Sufrió un sospechoso infarto que delató una dolencia en el brazo derecho que Joost achacó a los brutales placajes durante su carrera rugbística. Dos años más tarde le diagnosticaban esclerosis lateral amiotrófica, ELA. Los médicos le vaticinaron dos años y medio de vida, pero él decidió luchar con la misma pasión con la que jugaba en el campo, combatiendo durante seis largos años con la enfermedad.
Van der Westhuizen abrió una fundación y abandonó su actitud arrogante del campo para hacer de la humildad su bandera. Trabajó incansablemente desde su silla de ruedas para dar visibilidad a su lucha y recoger fondos que permitiesen investigar un futuro remedio que en ningún caso le salvaría a él. François Pienaar, el capitán de los springboks ganadores del Mundial, lo despedía resaltando ese carácter indómito: ”Fue un competidor hasta el final. No había nada que le frensase en su deseo de ser un campeón. Nunca se dio por vencido, no sabía cómo hacerlo. Trató su enfermedad de la misma manera. Le dieron un par de años para vivir y solo ha sucumbido seis años más tarde. Una persona muy inspiradora para todos dentro y, sobre todo, fuera del campo”.
Para Eddie Jones, el actual seleccionador de Inglaterra y miembro del staff técnico de los sudafricanos en 2007, “Van der Westhuizen era un jugador de gran impacto en carrera con la pelota, un jugador con un pase excelso y un 9 con un gran juego de patada. En defensa era muy agresivo y a eso sumaba que era el verdadero líder del equipo. No siempre fue el capitán, pero siempre dirigió al equipo en el campo. Sin duda se trata de una gran pérdida para su familia y el rugby de Sudáfrica“.
Joost van der Westhuizen es el mejor 9 que hemos visto en un campo de rugby todos los que nacimos después de que Gareth Edwards colgase las botas. Probablemente el primer 9 moderno con un físico de delantero y una mente de apertura. Un tipo que se ha marchado demasiado pronto, con 45 años, y que nos deja una lección de vida tanto dentro como fuera del campo: Jamás hay que rendirse. Descanse en paz Joost Heystek Van der Westhuizen.
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