Blog De la Calle: El Rey de la manada

Finalmente se decantó por el oval y debutando con la camiseta chamiza en un partido en Getafe. Hoy, 29 temporadas después de llegar al club, sigue acudiendo puntualmente a “la guerra” que libra cada semana con los primeras líneas de nuestro rugby. 22 títulos y 36 internacionalidades contemplan a este afable visitador médico que los lunes acude a los hospitales par reunirse con unos médicos que ya se han acostumbrado a verle llegar magullado “o con algún desperfecto de chapa y pintura” tras los partidos del fin de semana.

Serrano achaca su longevidad “a un fuego competitivo que no se apaga. Cada temporada, al acabar, me planteo las mismas preguntas y si paso la ITV me siento con Bocas (Juan Carlos Pérez, su entrenador) y Mar (la preparadora física) y les planteó si aún tengo hueco en el equipo. Sé que aportó cosas al vestuario y también soy consciente que mi versatilidad ayuda al grupo. Me sigo picando cuando no juego y el día que deje de hacerlo, pillo el petate y me voy”.

Este vallisoletano ha llegado a jugar de 1, 2 y 3 en un partido internacional con la selección ante Rumanía. “Personalmente los cambios de melé no me gustan mucho. Cuando había engaged, al decir “eng…” ya me lanzaba y me adelantaba al pilar rival para someterlo. Ahora con los nuevos agarres no puedes y ahí sufro más con pilares que pesan 20 kilos más”. Manu es un primera que roza el 1,80 y pesa 100 kilos. “Hoy los jugadores nos parecemos más todos. Puedes encontrar medio melés de 90 kilos y pilares de 100. Antes estabas todo más estructurado, era un rugby más pausado. Ahora te estallan las piernas en la melé y te toca salir rápido afuera para mantener la continuidad del juego. Antes te comías la pelota al percutir y ahora la clave es descargar tras ganar la línea de ventaja para mantener la bola viva”.

De sus fieros contendientes recuerda especialmente a Ben Sa, “aquel toro que se trajo el MARU”, y en Valladolid destaca los duelos con Manolo Gualda, pilar quesero con el que se las tenía tiesas todos los partidos. Manu venera la melé, “una guerra de tres contra tres. Es cierto que empujamos todos, pero los tres primeras son los que debemos canalizar ese empuje en tu desafío con el tío que tienes delante”. El chamizo puntualiza que “miedo nunca he tenido a un rival, pero respetar, respeto mucho a todos los primeras contra los que juego. Porque un tío que entra ahí abajo tiene todos mis respetos”. Manu lleva años jugando con un dedo del pie roto y toca madera al recordar que su única lesión importante fue una rotura del bíceps que lo mantuvo fuera del campo “tres meses y 19 días”.

Serrano, que sería un mito deportivo en países como Francia, Inglaterra o Nueva Zelanda, desoyó cantos de sirena llegados en su día de Alemania, desde donde un equipo de Múnich quiso reclutarle. “Estoy orgulloso de ser un hombre de club. Un pura sangre, como decimos los chamizos. Yo aprendí el oficio de mi referente, Pirulo, y espero transmitir esas enseñanzas a los que vienen empujando por detrás”.

Uno de los artífices de su éxito es Germano, su jefe, un italiano que le incita a que siga jugando y que siempre que compite en Barcelona se acerca a verle con la familia. El año pasado, tras el éxito de Copa, Germano deslizó en medio de una presentación de producto varias fotos de Zorrilla para dar una sorpresa a Serrano y celebrar el título con el resto de la empresa. “Me lo pone muy fácil y es de agradecer porque si no, no podría seguir jugando”. Manu no se plantea dejarlo aún, aunque en el club le tienen reservado un puesto en la directiva y él tiene claro que “seguiré siendo un hombre de club y estaré aquí para lo que El Salvador me necesite. El rubgy me ha dado mucho y el Chami es mi casa”. Manu Serrano, el rey de la manada, es incombustible.