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Blog De la Calle: La Familia

Fermín de la Calle

Actualizado 20/06/2016 a las 02:09 GMT+2

Llegaban con el grupo desgastado y con escasas opciones. Pero volvieron a sacar su gen competitivo y tumbaron a Samoa. Los Leones irán a Río, son olímpicos.

España Rugby 7

Fuente de la imagen: Eurosport

Solo ellos sabrán si ha merecido la pena. Y viéndolos llorar uno sospecha que ha merecido la pena. Sería cínico pintar todo de color de rosa, maquillar los problemas que ha habido en el seno del equipo. Siempre estuvieron en el ojo del huracán. Les acusaron de egoístas por apostar por el VII, les redujeron el presupuesto para pelear con los mejores, algunos pensaron en tirar lo toalla y otros en irse a jugar con otras selecciones, les obligaron a jugar con el XV donde no querían otros, vivieron episodios truculentos por enfermedades y lesiones de compañeros que nunca salieron a la luz, e inevitablemente surgieron roces y enfrentamientos internos (con algo más que palabras). La última, no hace tanto, le costó el puesto al seleccionador a Alberto Socias y provocó que Pablo Feijoo dejase el brazalete. El desgaste, no hay que engañar a nadie, ha sido descomunal.
Pocos entendieron (entendimos) la gira por Fiyi. Pero lo vivido allí con el huracán ciclón Winston unió más al grupo. Sin embargo, el estrepitoso batacazo en Hong Kong, donde cayeron a las primeras de cambio ante la selección local, y el ambiente enrarecido tras lo de Socías no invitaban a apostar por La Familia. Pero Tiki Inchausti, que lo iba a dejar tras Mónaco y se ha ganado el bonus de Río de Janeiro, reunió al equipo e instó a todos a centrarse en el objetivo que siempre han perseguido.
No hay un club en el rugby en España más parecido a un grupo de élite que este equipo. Pese a haber competido en inferioridad de condiciones por falta de medios con sus rivales (hace poco se negaron a entrenar en un campo porque corrían serio riesgo de lesión) han logrado en diez años hitos como jugar un Mundial de VII o clasificarse para el circuito mundial de las World Series. Pero desde que hace seis años se anunció que el rugby sería olímpico, se les metió entre ceja y ceja estar en Río de Janeiro. "Juegos Olímpicos y Río de Janeiro suena cojonudo", me decía uno los miembros de La Familia.
Pues La Familia llegó a Mónaco sin grandes expectativas. No al menos de la gente que les sigue con frecuencia. Había más ilusión que fe y la palabra 'milagro' era recurrente. Hace dos semanas España quedó séptima en el Campeonato de Europa con derrotas incluidas ante los rusos y otra decepcionante frente a los georgianos. En la cita monegasca la gran favorita era Samoa, que venía de ganar a todos los grandes en París incluidos fiyianos, sudafricanos y neozelandeses. Y un escalón por debajo Canadá y Rusia, las otras dos selecciones que participan en el circuito mundial todo el año. España, que apenas participa invitada en uno de ellos, no contaba en las quinielas. La primera jornada evidenció mucho tacticismo, con algunas de las favoritas dejándose llevar en algún partido para evitar determinados cruces.
Amaneció el domingo 19 de junio con mucho escepticismo. Pasadas la una y media, España ganó a Irlanda en un partido en el que también tuvo que sacudirse los nervios. Un par de fallos de mano y algunos golpes evitables lastraban el juego hispano en la primera mitad. Pero con el paso de los minutos se soltaron a jugar y movieron a los troncos irlandeses, ganándoles con solvencia. El segundo partido, ante Rusia, a las cuatro menos cuarto, mostró a un equipo más ordenado, solidario en los apoyos y serio en ataque. Sin embargo, el ritmo de los delanteros rusos nos costó un par de ensayos. Estaba perdido todo hasta que en la última jornada Igor Genua descubrió un pasillo escondido tras un ruck por el cerrado y decidió jugársela con el poco oxígeno que le quedaba en los pulmones. España estaba en la final. Lo imposible se convertía en improbable. De repente el trabajo de estos años les colocaba ante la oportunidad de sus vidas.
De Samoa sabían dos cosas. Una, en el duelo directo físico era imposible de ganar. Dos, son un equipo eminentemente ofensivo que flaquea en su disciplina defensiva. Así que movieron a sus delanteros, insistiendo a obligarles a reorganizarse hasta dos y tres veces en el cerrado, encontrando ahí las costuras polinesias. Y la encontraron, pero el 12-0 se convirtió en 12-14 en minuto y medio porque las finales, a las que no están habituados los Leones, tienen tres minutos más por parte. Tiki fue claro al descanso: "No podemos ir al juego directo. Hay que moverlos, que no les gusta. Y a seguir. Somos un equipo, estamos en el partido". España cumplió y se mantuvo en el partido hasta el final. Dos estampidas samoanas fueron milagrosamente salvadas en esas jugadas en las que corres sin oxígeno en los pulmones, tirando del ácido láctico y disparando tu umbral agonístico hasta donde no sospechabas que podías llegar a sufrir.
Y entonces el partido se fue a campo samoano. Una touch a 1:45 del final dio paso a una jugada abierta en la banda del campo contraria a la tribuna. Genua pateó a touch a falta de 35 segundos. Villanueva la cazó arriba y el equipo se desplegó abriendo la pelota hasta la banda de los banquillos. Se produjo un nuevo golpe junto al banderín a falta de nueve segundos y Genua sacó rápido. Se escuchaban los gritos de Tiki y Pablo Feijoo desde el banquillo: "Ábrela, son menos". Los samoanos habían descuidado el abierto por acudir a defender el punto de contacto. Genua abrió para Fontes, que aguantó perfectamente una cruz falsa de Losada para distraer a la defensa y después del movimiento realizó un salto por encima de Iggy hasta Villanueva, quien se lanzó al intervalo para fijar la defensa, que venía barriendo tarde, y antes de percutir con los samoanos, pasó a su izquierda dejando solo a Iggy, que entró festejando el ensayo antes de posarlo, con las dos manos sobre la pelota por encima de la cabeza en una maniobra que nos heló el corazón a todos.
La Familia ha vuelto a hacerlo, ha vuelto a hacer que nos traguemos nuestro escepticismo. Ha vuelto a ganar a la ruleta rusa, jugándose otro partido en la última jugada. Ha demostrado más corazón defendiendo y más cabeza atacando. Cuando segundos después del ensayo de Iggy pitó el árbitro, los jugadores rompieron a llorar. Detrás hay años de muchos sacrificios, muchos sinsabores. Solo ellos saben lo que han sufrido. Solo ellos saben qué han perdido por el camino y qué han ganado. Son La Familia y en todas las familias cuecen habas. Pero esta familia lleva diez años dando grandes alegrías después de largas temporadas de sufrimiento. Cuando se cierre este libro, después de Río, Iggy, Feijoo, Sempere y Tiki Inchausti dejarán el equipo y cerrarán un ciclo. El ciclo más exitoso que jamás firmó un equipo en la historia del rugby español. Demostrando de paso que cuando hay medios hay resultados porque hay talento. Lo bueno es que quedan jugadores como Ángel López, Iñaki Villanueva, Súper Fontes o el Pulpo Pla. Pero disfrutemos del presente. O mejor dicho, que disfruten ellos de Río de Janeiro, que lleva seis años trabajando para esto. Y el próximo fin de semana las Leonas...
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