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Blog De la Calle: La gl...OVAL...ización

Fermín de la Calle

Publicado 27/05/2016 a las 00:33 GMT+2

El rugby español ofrece síntomas esperanzadores tras años lastrado por la falta de dinero, la histórica desidia federativa y el revanchismo de sus clubes.

Rugby en la Catedral de Santiago

Fuente de la imagen: Eurosport

El próximo 3 de julio la asamblea general del rugby español elegirá presidente para los próximos cuatro años. Es decir, hasta 2020. Lo primero que nos viene a la cabeza es la cita mundialista de Japón en 2019. Uno de los grandes mitos falsos de nuestro deporte: ir al Mundial rescatará al rugby español. Un error que hemos cometido muchas veces porque vemos el Mundial como un fin cuando debe ser una consecuencia. Alfonso Feijoo será reelegido presidente de la Federación Española de Rugby. No debe extrañar a nadie. Primero por su destacada gestión económica salvando la desastrosa situación que encontró tras la huida de Cancho. Segundo porque el sistema electoral federativo en España es un oscuro trapicheo en el que uno gana votos colocando a quienes deben votarle o comprándolos con favores. Feijoo tiene los deberes hechos desde hace dos años. En cualquier caso, y habiendo siendo crítico con parte de su gestión (algo que he comentado con él) me parece que Alfonso se ha ganado la reelección.
El asunto es que el rugby español por primera vez en años ha ofrecido síntomas esperanzadores. Los 26.000 aficionados que llenaron Zorrilla en la final de Copa suponen obligatoriamente un punto de inflexión. Por una vez el mundo del deporte ha observado sorprendido que el rugby es una realidad en España. Lo de Valladolid no es casual. Miles de niños juegan al rugby a unas edades en las que nunca antes se había jugado en nuestro país. Eso asegura que dentro de un lustro habrá niños de 15 años que lleven diez jugando al rugby con unos automatismos, unas habilidades y un instinto que les hará mejores a los que hay ahora e infinitamente más preparados que los que ya sólo jugamos por placer. De hecho, hay indicios de ese tsunami con los éxitos de la Sub-19 y recientemente de la Sub-20.
La FER tiene la obligación de monitorizar a esos talentos para desarrollarlos y convertirlos en el relevo natural de esos jugadores naturalizados que llegan de fuera de nuestras canteras y cuyo coste medio es mayor que el de estos chicos. Pero esa Academia que Feijoo tiene en mente necesita un respaldo financiero que la haga viable. Sin dinero hace falta creatividad. O copiar otros modelos que funcionan. El rugby británico hace años que explota con éxito una fórmula híbrida entre lo público y lo privado: el mundo del patrocinio. Si la FER selecciona para esa Academia a 30 jugadores, hay que buscar 30 empresas que apuesten por patrocinar a esos chicos como se hace en Inglaterra. No hablamos de cientos de miles de euros, sino de aportaciones asumibles para patrocinadores más modestos.
Por otro lado, el rugby español sólo puede despegar si los clubes asumen un rol protagonista. La Asociación de Clubes debe ser una de las patas sobre la que apoyar el crecimiento del rugby español. Los clubes bastante tienen con salir adelante temporada tras temporada. Pero toca mirar más allá. El Salvador y VRAC han dado en ejemplo en la Copa. Dos clubes que se dedicaban a ponerse zancadillas (no hace tanto se prohibía a jugadores de un equipo empatizar con los del otro), se han unido para sacar adelante el desafío de Zorrilla. Es cierto que la División de Honor se divide entre quienes luchan por entrar en el playoff o pelear por el título y los que tratan de no bajar. Pero es hora de sentarse en la misma mesa y empujar hacia el mismo lado. Y aquí aparece otro de los grandes mitos falso del que siempre se habla: la televisión salvará al rugby español. No es cierto. En División de Honor hay campos en los que no se puede televisar rugby por sus limitaciones técnicas o por la deficiencia de las instalaciones. La televisión dará visibilidad y la visibilidad animará a los patrocinadores. Pero siempre que el producto reúna unos mínimos estándar de calidad. Y a día de hoy, en el rugby español es mejor no televisar determinados partidos que dar una mala imagen.
La relación Federación-Clubes debe mejorar. La FER debe ofrecer no solo pedir. Si no puede poner dinero, porque no tiene, debe sentar en una mesa a los clubes, proponerle iniciativas, abrirle puertas o tutelar sus propuestas. Si la FER ve en los clubes una vía de ingresos, mal asunto. Los clubes deben ver a Feijoo a un cómplice no a un sospechoso habitual que viene a pedir dinero. Como ocurre en otros deportes, la Liga debe ser cosa de los clubes y la Federación debe dedicarse a las selecciones y a promocionar el rugby. Para esto deben servir las subvenciones del Consejo Superior de Deportes, las ayudas de la LFP o las becas que se reciben. No para financiar la alta competición como ocurre hoy en día.
Un tercer 'culpable' somos los medios de comunicación. En realidad nada obliga a un medio a dar cobertura a un deporte, más allá del interés convencional de sus lectores, oyentes o espectadores. Como parte implicada (en este caso me alineo del lado del rugby y entono el mea culpa) creo que no vendemos bien nuestro deporte. Cada gran evento que se produce en el rugby es positivamente valorado y seguido por una notable proporción de personas ajenas al día a día de nuestro deporte: Mundiales, Champions Cup, Seis Naciones, la Final de Copa en Valladolid... El Seven en Río será un tremendo espaldarazo, pero no todos los clubes cuentan con un Sonny Bill Williams a mano para atraer a los medios. Desde los clubes tenemos que ofrecer historias de esas que todos conocemos en nuestro entorno rugbístico porque los medios hoy en día buscan historias. La del niño al que Sonny Bill Williams regaló la medalla en la final, el lleno de final de Copa en Zorrilla, el Mundial de rugby inclusivo de Gaztedi... El respeto deportivo nos lo ganamos en el campo, pero la atención mediática nos toca trabajarla fuera a nosotros. Y les aseguro, después de 20 años trabajando en medios locales, regionales, nacionales e internacionales, que el rugby es un deporte que seduce a los medios de comunicación. Por su plasticidad visual, por su componente físico, por los códigos de comportamiento que exhibe... El rugby vende y no hay nadie mejor para venderlo que los que formamos parte de él. Nadie lo entiende y lo cuidará mejor.
Todos los que amamos este deporte tenemos una responsabilidad con nuestro deporte. Desde Alfonso Feijoo, presidente de la Federación Española, seleccionador, entrenador, jugador y padre de jugador, a este que escribe como padre de jugadores, jugador y, sobre todo, periodista que debe dar la máxima visibilidad al rugby. Todos tenemos algo de culpa en cómo está el rugby español. Sin embargo, lo ocurrido en Valladolid debe enseñarnos a mirar adelante sin reproches. Hay gente negociando la disputa de un partido de los All Blacks en España, otros peleando por que se traiga una final de la Challenge, una multinacional mundial está a punto de anunciar su desembarco en el rugby español y el próximo 23 de junio Eugenio Martínez Bravo sentará en las oficinas de Kreab en Madrid al flamante vicepresidente de la World Rugby, Agustín Pichot, para que señale el camino al rugby español. En el rugby uno de principios de juego dice que "hay que tratar de hacer mejor cada balón que te llega para dárselo al compañero". Por eso tenemos la obligación de hacer despegar al rugby español para que esas generaciones que han comenzado a jugar con cinco años acaben participando en un Mundial como consecuencia del trabajo que hay detrás y no como fin último de una planificación. Es la gl...OVAL...ización.
Cualquier iniciativa, propuesta o duda que tengáis yo andaré localizado por fermin.delacalle@yahoo.es
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