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Blog De la Calle: Los Forasteros del Parque de los ciervos sabios

Fermín de la Calle

Actualizado 13/12/2016 a las 01:31 GMT+1

A finales de los 60 un médico y un puñado de maestros revolucionaron con los London Welsh la historia del rugby en Londres convirtiendo una pagoda en su faro.

Selección de rugby de Gales

Fuente de la imagen: Eurosport

No fue hasta 1957 cuando los London Welsh se asentaron en Richmond, en el coqueto Old Deer Park, el Parque de los ciervos sabios. No lejos de Twickers, la Catedral. Habían deambulado por campos de todo pelaje, desde el aristocrático Queen's Club, al sobrio County Ground de Leyton, el Memorial Ground o el destartalado Wandsworth’s Heathfield Ground. Encontrando acomodo después de la Primera guerra Mundial en Herne Hill.
Allí pasaron buenos años jugando a unos metros del velódromo que Sam Mussabini rodeaba incansablemente junto a un joven Harold Abrahams. Dos de los héroes de la más legendaria historia del deporte británico, llevada al cine en Carros de Fuego. Desde allí los Exile se mudaron a Old Deer Park, un campo de cricket con cierto pedigrí, salpicado de obeliscos y presidido por una peculiar pagoda que vigila, cual exótica centinela, todos los recovecos del parque. Los Welsh encajaron a la perfección en aquel enclave que se convirtió fundadamente en la residencia favorita de la reina Isabel a mediados del siglo XVI. El parque presentaba una peculiaridad, pues a pesar de encontrarse dentro de los límites de Surrey, siempre ha sido considerado históricamente un campo de Middlesex.
Hasta allí llegaron los dragones, un equipo de enorme raigambre entre su comunidad, muy respetado en los ambientes del rugby londinense. Corría la segunda mitad de los 60 y después de grabar Love Me Do, se comenzaba a hablar de los melenudos Beatles. Al tiempo en Old Beer Park los Exile recibían una remesa de entusiastas profesores veinteañeros atraídos por la capital cosmopolita con la inmejorable excusa de jugar al rugby. Sólo uno de ellos no era profesor, un médico de nombre John Peter Rhys Williams. Cirujano ortopédico de profesión, las patillas de JPR le convirtieron en el jugador más icónico de la historia del rugby, hasta que los All Blacks alumbraron a Jonah Talli Lomu.
En aquella remesa militaban, además de JPR Williams, Gerald Davies, John Taylor, Mervyn Davies, Mike Roberts, John Dawes, Geoff Evans… Entre 1966 y 1973 el parque de los ciervos sabios se convirtió en una suerte de Royal Albert Hall del rugby. De aquellos London Welsh, columna vertebral de la selección más majestuosa que jamás pisó un campo de rugby, la Gales de los 70, escribieron los pragmáticos cronistas ingleses “despliegan poesía en nuestro prosaico rugby”.
Uno de sus protagonistas explica la razón. Desplegábamos un juego expansivo. Un juego que trataba de crear el espacio para permitir que los jugadores se expresasen. Una forma de jugar que trataba de excitar y satisfacer a los jugadores y, sobre todo, a las personas que pagaban por sentarse en las gradas”, recuerda Gerald Davies.
La pagoda de Old Beer Park se convirtió en lugar de peregrinaje obligado de los aficionados al buen rugby. Habla el gran John Dawes, el único que figura en el litúrgico tablón de madera exile en la fila de capitanes y presidentes: “Había glamour. El ambiente y el campo eran majestuosos. Fueron los mejores años de una institución bien organizada dentro y fuera del terreno de juego. Alguien llegó a escribir que éramos los reyes de Londres”.
En medio de aquella exuberancia, un conspicuo joven que vistió la camiseta número 10 de los Welsh sin pena ni gloria, Carwyn James, se hizo cargo de los Lions en el 71 para comandar la gira por Nueva Zelanda. El genio de Cefneithin, que impuso la dictadura de Llanelli en el rugby galés, entregó la capitanía a otro ilustre welsh, el mítico John Dawes. Si los Welsh se habían convertido en una atracción en las islas por sus éxitos en Inglaterra, su fama se disparó cuando siete de sus jugadores formaron parte de los Lions que regresaron vencedores de la isla de la nube blanca. Los siete magníficos… Mervyn Davies, John Williams, Mike Roberts, Geoff Evans, Gerald Davies, John Dawes y John Taylor.
Han pasado 45 años de aquella época dorada (y 145 de su nacimiento) y los London Welsh han entrado en liquidación después de que el club haya llegado “a una situación económica totalmente insostenible”. Se cierra un capítulo triste de uno de los más legendarios equipos de la historia del rugby. Los London Welsh, los forasteros que maravillaron a Londres y al mundo custodiados por la pagoda del parque de los ciervos sabios.
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