Blog De la Calle: RWC 2015: La última haka de los 'centuriones'

Quien sí estará en primera fila de esa haka ante los wallabies que tiene pinta de ser Ka Mate (rebañando el gaznate), será Ma'a Nonu.

Los All Blacks bailan la haka

Fuente de la imagen: Eurosport

Los 90 llegaban a su final. El legendario Michael Jones, uno de los grandes de la historia de los All Blacks, probablemente el primer flanker moderno, se medía con un prometedor tercera línea llamado Keven Mealamu en Sturges Park, Otahuhu. Jones, que aquella tarde jugaba con su club, Waitemata, tenía buenas referencias del chico. El campeón del mundo del 87 tenía curiosidad por verle en acción. Decidió darle una bienvenida a la altura de sus expectativas. Ordenó a su apertura patear la primera pelota al joven, para recibirlo como se merecía. "Yo quería dejar clara mi autoridad en la primera bola. Corrí directamente hacia él y cuando estaba a escasa distancia, me lancé para percutir duro. Pero él recibió la pelota con mucha sangre fría y, a un palmo de mí, me tiró un contrapié digno de Carlos Spencer. No me lo podía creer. Había medido el timing bien, pero cuando me abalancé sobre él, no estaba y terminé con mi cara en el barro. Ese día descubrí que aquel chico era otra cosa".
Mealamu empezó jugando de flanker, posición en la que llegó a jugar con Nueva Zelanda en las categorías inferiores. Durísimo, pero con un dinamismo fuera de lo común para un delantero, pasó a jugar de talonador. Y con ello asumió, con una naturalidad sobrecogedora, la titánica tarea de relevar a uno de los mayores mitos del rugby neozelandés: Sean Fitzpatrick. "Tenía unos zapatos muy grandes que llenar", recuerda Jones. "Todos sentíamos un aprecio especial por Sean porque era nuestro capitán. Pero Keven asumió la titularidad nada más llegar e hizo la transición tan magníficamente, que convirtió el equipo en suyo". Jones describió en su día a Mealamu como "un cruce entre un centro y un ala acomodado a la posición de talonador. Para eso se necesita mucho coraje, porque cuando una melé se derrumba, el talonador acaba con la cara en el suelo y el peso de toda la delantera sobre ella. Pero él era my humilde, estaba dispuesto a aprender, nunca se dio por vencido y con la pelota en la mano era devastador".
Además Mealamu, de 36 años y más de 20 temporadas jugando en la élite, es un hombre entregado a su comunidad, siempre dispuesto a ayudar representandos a Auckland, a los Blues o a Nueva Zelanda. Aquel joven flanker de Otahuhu es hoy uno de los 'centuriones' de los All Blacks. Uno de los siete jugadores que han vestido más de cien veces la camiseta de Nueva Zelanda. Uno de los elegidos para escenificar la haka en más de cien ocasiones. Él, además, ha sido uno de los que la ha dirigido más veces. El sábado, cuando los All Blacks interpreten la última haka del Mundial, Keven Mealamu, Ma'a Nonu, Dan Carter y Richie McCaw la bailarán por última vez en su carrera.
Tony Woodcock no podrá hacerlo. Una inoportuna lesión en el muslo le ha dejado fuera antes de lo previsto. A sus 34 años, el pilar izquierdo de los All Blacks jugó su último partido del Super Rugby el pasado 15 de mayo. Las lesiones de hombro le han perseguido en los últimos tiempos. Woodcock siempre ha tenido reputación de jugar todo lo posible. De 2001 a 2004 jugó todos los partidos con North Harbour, a excepción de los dos primeros partidos de 2004, porque estaba con los All Blacks. Y en 2002 y 2003 jugó los 80 minutos de cada partido de su club. Lo cual siendo primera línea es, además de una anomalía, una temeridad. Además pasó a la historia de los All Blacks al anotar el único ensayo de la final de la Copa del Mundo de 2011 ante Francia, convirtiéndose en el primer pilier que lo hacía. Aquel día The New Zealand Herald le describió como "el pilier con mejor rango de juego y técnica del planeta".
Este 3 es el último ejemplo de la tradición de granjeros que han militado en la delantera neozelandesa. En su caso, regenta una granja de ovejas y vacas cerca de Kaukapakapa. Cuando llegó a la selección compartió primera línea con otro granjero legendario, Andrew Hore, agricultor en Otago. "Cuando todo esto acabe-advirtió hace entonces- volveré a la granja. Esa es la vida que quiero".
Quien sí estará en primera fila de esa haka ante los wallabies que tiene pinta de ser Ka Mate (rebañando el gaznate), será Ma'a Nonu. El primer centro kiwi se levantó de la mesa con un contrato jugoso para irse a la Rugby League. Pero no firmó. Decidió que sus rastas, y esa sombra de ojos que se pone antes de los partidos como liturgia, asumirían el reto de ocupar el sitio de Tana Umaga en la historia All Black. Tímido y discreto, pese a su exuberante apariencia, admite que sus tatuajes "no esconden ninguna historia inspiradora, pero me recuerdan quien soy y que he pasado por momentos difíciles".
La historia de Nonu es una historia de superación y ambición. El día que Steve Hansen, actual seleccionador neozelandés, asumió el cargo, llamó a su despacho a Nonu. "Era la primera conversación que tenía con él en mi vida y le dije que pensaba que no estaba en forma y que queríamos que se fuese a trabajar con la selección de Seven", recuerda Hansen. "Me miró, guardó un largo silencio y me dijo: 'Vale. Entiendo. Lo acepto'. Y se fue sin rechistar. Se fue siendo el centro más físico del rugby mundial, un jugador con carrera poderosa y gran percusión. Regresó habiendo desarrollado sus habilidades técnicas, como un maravilloso pase a ambos lados y una magnífica técnica de carrera evasiva. Sin duda, es mucho mejor jugador ahora", apunta el seleccionador.
Nonu lo ve de otra forma: "Levantarse cada día e ir a trabajar en esto es un reto. Porque el cuerpo no está al 100 siempre. Algunos días son buenos, algunos días son duros y otros no son el día. Pero mentalmente tienes que estar preparado para casi todo. Debes levantarte y ponerte en el sitio. Sólo así sigues ganándote cada día el puesto. Por detrás vienen empujando fuerte". Esa mentalidad es la que le ha llevado a lograr un porcentaje de victorias superior al 90% en sus más de cien partidos con los All Blacks.
Pese a su dureza, Nonu es un tipo cercano. El pasado septiembre se rompió el antebrazo en un choque con el capitán de los springboks, Jean de Villiers. "Me sorprendió porque pensaba que nunca sucedería". A pesar de ser trasladado con urgencia al Hospital de Wellington para ser operado, se aseguró de hace llegar a De Villiers su camiseta negra con un mensaje: "Me debes una cerveza". Para Ma'a, "lo mejor de rugby es que cuando pita el árbitro y se acaba el juego del juego, los rivales son compañeros". Nonu, criado bajo las enseñanzas de Umaga, es quien da hoy los consejos a jóvenes como Nehe Milner-Skudder. A todos les da siempre el mismo: "Tú tienes el control de tu propia mente, de lo que quieres pensar y cómo hacerlo. Los entrenadores te enseñan estrategias para manejar la presión. Pero tú eres el quien debe manejarla".
picture

Dan Carter y Richie McCaw, de waterboy

Fuente de la imagen: Eurosport

Hay alguien que mantiene con Nonu una relación especial: "He sido muy afortunado por jugar un montón de partidos junto a él. Su crecimiento ha sido asombroso. A principios de su carrera entraba y salía de los All Blacks. Y eso fue muy duro para él. Ma'a es mis ojos y mis oídos jugando detrás de mí. Él me dice lo que está viendo y eso me ayuda a tomar decisiones. Es la mitad de mi". Habla Daniel William Carter, otros de los 'centuriones'. Sus 1.552 puntos suponen más del 10% de los puntos logrados por los All Blacks en su historia, que comienza allá por 1903. Una leyenda andante que quiere sacarse una espina el sábado, en su última partido con la selección neozelandesa: ganar la final del Mundial (en 2011 se lesionó en la fase de grupos).
El sábado se convertirá en el apertura más veterano en jugar una final de un Mundial con 33 años. Stephen Larkham, con 29 años, obstentaba el récord, después de perder la prórroga con Australia en 2003. Los dos ganadores más veteranos son Michael Lynagh y Butch James, con 28. Mientras que los 10 de los All Blacks que han jugado finales son Grant Fox, con 25 en 1987, y los jovencísimos Andrew Mehrtens, 22 en 1995, y Aaron Cruden, 22 en 2011. Pero a quien de verdad admira Carter es al ganador y héroe de la final de 2003, el inglés Jonny Wilkinson: "Porque además de ser un gran pateador, lee el juego extraordinariamente bien".
En casa de Dan sufrieron la afición del pequeño al pateo hasta que su padre, Neville, decidió comprar un terreno al lado de la casa de la familia, para que su hijo pudiera entrenar a diario su pateo. "Dan solía patear la pelota sobre la casa y rompía las ventanas, así que decidí comprar un terreno al lado y construir una H. Eran de tamaño reglamentario, pero con ocho años ya pasaba las patadas con bastante facilidad. Cuando cumplió los 12 decidió que quería ser un All Black". Hoy no solo es el dueño de la camiseta número 10 de Nueva Zelanda, también será el hombre mejor pagado del rugby, cuando, al acabar el Mundial sea presentado por el Racing 92 de París. Aunque hay algo que hará antes de viajar a Francia, regresará a Southbridge, una pequeña localidad neozelandesa de 750 habitantes: "Es un lugar muy importante en mi corazón. El lugar donde crecí, donde todavía están algunos de mis mejores amigos". Y sonreirá y se divertirá como hace ahora en el campo. Algo que no lograba no hace tanto: "Antes era más joven e inocente. Me ponía demasiada presión y pensaba demasiado las cosas. Ahora es diferente. Estoy disfrutando del rugby más que nunca y divirtiéndome".
El último centurión, y el más laureado de la historia kiwi, es Richard Hugh McCaw. Su tatarabuelo paterno emigró a Nueva Zelanda desde los Borders escoceses en 1893, estableciénodse en el Valle de Hakataramea, South Canterbury. El padre sigue trabajando en la granja familiar y su madre se ha jubilado como maestra de Oamaru. Richie creció en la granja y aprendió a pilotar avionetas junto a su abuelo, un heróe de guerra que protagonizó más de 300 misiones pilotando un Tempest durante la II Guerra Mundial. Richie ha heredado esa afición y es miembro honorario de la Royal New Zealand Air Force. McCaw es toda una personalidad en su país, hasta el punto que en 2011, tras conseguir el título mundial, rechazó un título nobiliario de Caballero de una Real Orden.
"Como flanker mi labor es sencilla. En ataque, cuando mis compañeros atacan la línea de ventaja, mi trabajo es llegar el primero y asegurar la posesión. Y en defensa pongo en situaciones de presión a los rivales en los puntos de encuentro y trato de robar la bola". Este trabajo que describe con tanta naturalidad le ha llevado a convertirse en el mejor jugador del mundo en 2006, 2009 y 2011. Muchos rivales le han calificado de tramposo, de que vive en fuera de juego, de que entra por el lateral en el ruck... Él se lo toma con humor y admite que pone a prueba el árbitro pronto para saber hasta dónde puede forzar. Sea como fuere, desde que McCaw debutó en 2001 con Nueva Zelanda, ha ganado 130 de los 147 partidos que ha jugado.
El sábado el Coloso de Oamaru se calzará por última vez la camiseta número 7 de los All Blacks. Entonará su última haka y después jugará el partido como siempre, "como si fuera el último". Con la diferencia que en esta ocasión será el último. Y el más exigente. Si al final del partido McCaw vuelve a levantar el trofeo William Webb Ellis, será el único capitán de la historia que lo habrá hecho en dos ocasiones, superando a Kirk (1987), Farr-Jones (1991), Pienaar (1995), Eales (1999), Johnson (2003) y John Smit (2007). Entrará en el Olimpo del rugby mundial. En el de los All Blacks entró hace tiempo, como el resto de los centuriones.
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio