Blog Julio García Mera: Lo que te derribará

La mañana del 31 de julio de 1944 Antoine de Saint-Exupéry despegó de la base aérea de Borgo-Poretta, al sur de Bastia. En ese momento no sabía que sería su último vuelo. Desde otro punto lejano, el piloto de la Luftwaffe, Horst Rippert, despegó de la base de Aix-les-Milles con el objetivo de atacar cualquier actividad aérea enemiga. Cuando sus destinos se cruzaron, Rippert cumplió con su objetivo y derribó aquel avión. Dentro iba uno de sus escritores favoritos. “De haber sabido que era Antoine de Sant-Exupéry no lo habría hecho”: confesó Rippert casi siete décadas más tarde. Ese secreto se lo guardó por el miedo a contar que fue él quien acribilló al escritor. El miedo a que le pasara factura en su vida. Porque Rippert fue el director de deportes de la ZDF, segunda cadena de la televisión alemana, y participó en la organización de los Juegos Olímpicos de Múnich.

Sucedió hace mucho. Pero sigue sucediendo. No debería ser así, pero indefectiblemente ocurre. Tarde o temprano los mitos terminan cayendo, aunque parezca imposible, aunque parezca que jamás ocurrirá. Las leyendas acaban siendo derribadas por aquellos a quienes inspiraron en algún momento.

Antoine de Sant-Exupéry, que tanto nos sigue enseñando a través de las letras, es una clara metáfora de lo que sucede en el deporte. Emilio Sánchez Vicario lo cuenta mejor que nadie:”Tú no te retiras. Te retiran. Dejas de estar arriba, dejas de ganar y te ganan”. Emilio coincidió con jugadores espectaculares, como Edberg o Becker. Ellos fueron testigos de cómo la generación de oro del tenis, la anterior a ellos (Connors, McEnroe, Ivan Lendl) se iba apagando y cómo surgía otra generación increíble, la de Pete Sampras, André Agassi y compañía. “Los de mi generación dejábamos que la bola se parase más. La pegábamos cuando la pelota llegaba arriba. Los nuevos la pegaban más adelante, cuando la bola estaba subiendo. No esperaban, iban a por ella. Y así nos nos echaron de la pista”.

Generaciones, clubes, selecciones y deportistas que parecen imbatibles, infranqueables. Ciclos que se alargan y simulan ser inmutables. Pero no: esos jóvenes seguidores que se acercan a pedir autógrafos, esa pequeña molestia que surge de no se sabe dónde, ese leve hastío al comenzar la temporada… Nunca sabes qué o quién te derribará. Nunca sabes desde dónde despegará el avión que te acribille. Pero hay algo seguro: sucederá.