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Rafael Nadal, el gladiador de Roland Garros

Dan Quarrell and Ben Snowball

Actualizado 11/06/2017 a las 14:57 GMT+2

En toda la historia del tenis, jamás una superficie y un torneo estuvieron tan asociados a un campeón. Rafael Nadal ha hecho de la tierra batida su imperio y de Roland Garros su fortaleza, prácticamente imbatible. Revive una década de conquistas y dominio.

Rafael Nadal. Monsieur Roland-Garros.

Fuente de la imagen: Getty Images

Charles Péguy evocó la historia de Francia para recordar que es necesario distinguir los periodos (que son etapas normales) de las épocas, que son las que conforman los momentos más importantes en la vida de los pueblos. En la escala temporal, no todo es igual. Lo mismo sucede con Roland-Garros. El templo de la tierra batida con un pasado cíclico, ha conocido periodos más o menos significativos o marginados. En ocasiones menos frecuentes, este torneo ha vivido épocas inolvidables e inigualables. Ahora, nos encontramos en mitad de una de ellas.
Desde 2005, el torneo de Roland-Garros y la tierra batida han entrado en la época de Nadal. Hace no mucho, Rafael, de Manacor, ha conquistado este territorio y su reinado resulta muy especial debido a su amplitud y duración. Puede que sea, incluso, un reinado único. Sí, Rafael Nadal está dejando una huella como no lo había hecho jugador alguno frente a un reto tan grande. Supera incluso a Federer y Sampras en Wimbledon. Supera incluso a Emerson o Djokovic en Australia o a Borg aquí mismo, en París. Nunca antes un campeón había conquistado de tal manera una superficie.
Rafael Nadal nos acompaña desde 2005. Ya triunfó aquí a la temprana edad de 19 años. Este año volveremos a verle a sus espléndidos treinta y tantos, y seguirá siendo el hombre a batir. Como llegó a la cima tan pronto y descenderá tan tarde, se encuentra en una posición muy particular en la que ya es un jugador histórico, pero sigue deleitando con su juego en la actualidad. Puede que, incluso (¿quién sabe?), esté a punto de reinventarse.
Rafael Nadal - Long format

1- 2005, el chaval ya es un verdadero campeón

La historia tiene un gran fallo: ensalza a los conquistadores y sepulta a los perdedores, que se ven relegados al olvido sin miramientos. Y si no, preguntemos a Lars Burgsmüller. Seguramente haya guardado los recuerdos de este alemán (65.o del mundo en la cúspide de su carrera) en un recoveco de su memoria y no hay nada de lo que avergonzarse.
La última vez que pisó las pistas de Roland-Garros, Burgsmüller estaba en lo más alto. Rozaba la leyenda con la punta de los dedos, pero alguien se lo iba a arrebatar. El alemán aún no lo sabía. Ese 23 de mayo de 2005, Burgsmüller tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino de un adolescente con músculos como esculpidos en piedra. En una pista con aspecto de ruedo, la número 1, el partido no tiene nada de memorable. Ataviado con pantalones pirata, camiseta sin mangas y cinta en la cabeza para controlar su rebelde cabellera negra, el joven Nadal cautiva más por su aspecto que por su golpe de derecha. Sin embargo, Burgsmüller queda barrido de la pista en tan solo tres sets (6-1, 7-6, 6-1). Una historia que termina. La suya. Otra historia que comienza. La grande. La de Rafael Nadal.
Rafael Nadal y Roland-Garros conforman la historia paradójica de una impaciencia satisfecha mil veces tras faltar a las dos primeras citas. El natural de Manacor sufrió una lesión en el codo en 2003 y una fractura en el pie en 2004, por lo que su desembarco definitivo en París se produjo en la primavera de 2005, cuando ya había cosechado 17 victorias seguidas en tierra batida y el ostentaba el indiscutible distintivo de favorito. "La duda que se planteaba era sencilla: se trataba de saber si ganaría ya el primer año", resume Sébastien Grosjean, que fue una de sus víctimas en 2005, "porque lo que estaba claro era que un día iba a ganar Roland-Garros. Y varias veces".
Montecarlo, Barcelona, Roma. Cuando llegó al distrito 16 de París, Nadal ya había dejado su impronta en la tierra batida. En ese tiempo, ya tenía como trofeo la cabellera de Guillermo Coria y Gaston Gaudio, los dos finalistas de la edición anterior de Roland-Garros.
Toni Nadal, su tío y entrenador desde siempre, le convenció. Su pupilo tenía todas las posibilidades de suceder a Mats Wilander, último gran talento en su primer intento parisino (1982). "Cuando llegó a París, sabía que existía la posibilidad de ganar el torneo. Venía de ganar en Montecarlo, Barcelona y Roma. ¿Estaba convencido de ello el propio jugador? Habría que preguntárselo. Tenía una gran confianza, pero no tenía ninguna certeza. Además, había un tal Roger Federer que era el número 1 del mundo, así que..."
El encuentro entre los dos futuros mejores enemigos de la historia del tenis tuvo lugar en las semifinales, el 3 de junio, que coincidía con... el 19 cumpleaños del español. Sin embargo, antes de que eso ocurriera, Nadal no se dedicó a hacer castillos en el aire, puesto que podrían desmoronarse sobre él, en especial porque, antes de pensar en el número 1 del mundo, tenía una cita con otro (supuesto) grande, Richard Gasquet. Esta tercera ronda fue la repetición de una semifinal de gran intensidad en la que Nadal salió victorioso por muy poco, un mes antes, en el torneo de Montecarlo.
Acreditación Rafa Nadal (2005)
"Rafael estaba entrenando con Feliciano López el día que se sortearon los cuadros. Vimos el cuadro y resultó que Rafa se tenía que enfrentar a Gasquet en 3.a ronda. Pensamos: 'esto va a ser complicado'", recuerda su tío Toni. "La presión recaía sobre Rafa porque había dominado toda la temporada en tierra batida. Sin embargo, tras el sorteo, los periodistas franceses comenzaron a hablar mucho del partido. ¡Parecía que se trataba de la final! Nadie hablaba de otra cosa: cómo Gasquet podría derrotar a Rafa, etc. Recuerdo haberle dicho a Rafa: 'eso es bueno, porque es Gasquet quien va a sentirse presionado al hablarse tanto de este partido'. Resultó que Gasquet no hizo un buen partido..."
La victoria de Nadal fue absoluta (6-4, 6-3, 6-2). Desde el punto de vista tenístico, por supuesto, pero también desde el punto de vista mental. En cuanto a mentalidad, el número 5 del mundo estaba a años luz del francés y muy por delante del resto del pelotón. Rafa tiene hormigón en los brazos y plomo en la cabeza. Por supuesto. "Ese día, el acorazado Nadal era dos veces más sólido que el acorazado Gasquet y esta diferencia se vio en la pista", afirma Philippe Bouin, gran periodista de L’Equipe durante más de 25 años. "Por cierto, desde entonces creo que el primer partido entre estos dos jugadores, en Montecarlo, fue un accidente. Si se calcula el talento en función de los golpes de raqueta, Gasquet posee un gran talento; sin embargo, si se tiene en cuenta el total de sus cualidades, es evidente que Nadal es un campeón".
El choque entre el francés y el español cristalizó ese día, en Roland-Garros. Nadal se convirtió en un hombre adulto. Gasquet permaneció en el lugar que le correspondía, a la sombra del manacorí, cuya madurez explotó en 2005 y sus oponentes, a menudo, solo podían limitarse a tratar de quedar bien a la hora de batirse sobre esta superficie.
Richard Gasquet y Rafael Nadal, antes de jugar en 1/16 de final, en 2005.
"Con su golpe de izquierda, su fuerza mental y una determinación de hierro, era muy difícil de derrotar y ya corría de un modo impresionante. Golpeaba, quizá, con menos fuerza que más adelante, pero daba mucho efecto a la bola", recuerda Sébastien Grosjean, derrotado en cuatro sets en la siguiente ronda (6-4, 3-6, 6-0, 6-3). "Ya demostraba tal fuerza y confianza en los intercambios que solo quería jugar los puntos. Rafael Nadal es un jugador que adora la lucha. Ya la adoraba en aquel entonces".
"Su actitud era increíble. Luchaba como una fiera por cada pelota. Había que esforzarse al máximo para ganar un solo punto contra él, algo que superó a Mats Wilander, el último debutante que triunfó en Roland-Garros antes que Nadal. Sinceramente, al principio del torneo no creía que fuera a ganar Roland-Garros. Sin embargo, a medida que observé su evolución, pensé que lo iba a lograr. No tanto debido a su juego, sino a la energía que emanaba. Era un animal. No tenía miedo y no era tímido. Me di cuenta de que era un ser diferente. Ya tenía los aplomos de un gran campeón".
Mats Wilander cayó rendido a sus pies. Roger Federer se sometió a él. Estos dos jugadores no se habían enfrentado antes en tierra batida hasta la semifinal parisina. Ya nada será como antes en la superficie natural de Rafa. La ventaja que adquirió ese 3 de junio el jugador de Manacor fue definitiva. Y es que, en tierra batida, el zurdo Nadal es para el diestro Federer como la criptonita para Superman. Su resistencia ante las adversidades y las dudas se une a su fortaleza emocional. Aquel día, como muchos otros, el inigualable talento y la autoridad tenística del suizo no fueron suficientes para aguar el 19 cumpleaños de Rafa (6-3, 4-6, 6-4, 6-3).
Mats Wilander y Rafael Nadal reunidos en 2005. El sueco fue el último jugador, en 1982, que ganó en París en su primera participación
LA ESTRATOSFERA NADAL - 19

Cuando ganó Roland Garros, en 2005, Rafael Nadal tenía 19 años y dos días. En más de un cuarto de siglo, esta es la única victoria en un Grand Slam de un tenista menor de 20 años. No lo habíamos visto desde que Pete Sampras se coronó en el US Open de 1990. Aunque no superó a Wilander, Becker y Chang, que lo consiguieron con 17 años en la década de los años 80. Rafa Nadal es un fenómeno de precocidad en el mundo del tenis actual. En los últimos diez años, solo tres jugadores han ganado un título ATP con menos de 20 años.
Las finales antes de tiempo tienen la particularidad de que nos transportan a lo más alto sin dejar la sensación de que todo ha terminado. Antes de tiempo es cuando aún no es el momento. Entre su obra maestra ante Federer y su encuentro en la final con el invitado sorpresa, Mariano Puerta, el hasta entonces despreocupado joven se ve asaltado por el vértigo. "Era evidente que estaba nervioso. Era perfectamente consciente, y yo también, de que iba a ser el partido más importante que iba a disputar desde que comenzó a jugar al tenis", afirma Toni Nadal. "Cuando tienes 19 años y te plantas en la final de un Grand Slam, no resulta fácil. Y resultaba aún más difícil porque Rafa era el favorito". Además, Mariano Puerta también era un jugador dispuesto a esforzarse al máximo. Un guerrero zurdo (que dio positivo dos veces en controles antidopaje) que tenía mucho más que ganar e hizo todo lo que pudo para vencer al impetuoso joven.
Sin embargo, después de 3 horas y 24 minutos de combate con una intensidad increíble y un último derechazo de Puerta al pasillo de dobles, el argentino se vio obligado a rendirse ante el nuevo rey (6-7, 6-3, 6-1, 7-5). "Para mí, fue una final realmente bonita", recuerda Toni Nadal. "Se habla mucho de las finales de Rafa contra Federer y Djokovic, pero esta fue muy bonita y muy dura". Nadal se permite, en ese momento, la única debilidad durante el torneo: llorar. De este modo, se rompió la armadura. Acababa de convertirse en el vencedor de un Grand Slam más joven por detrás de un tal Pete Sampras, que ganó el abierto de Nueva York a los 19 años en 1990. Rafael Nadal ya había hecho historia.
Seis meses antes, Rafael Nadal ocupaba el puesto 51 del ranking mundial y disputaba el torneo de dobles en Doha con Albert Costa. Antes de alzarse con el título, los dos jugadores habían vencido a Nicolas Mahut y Fabrice Santoro en semifinales. Doce años más tarde, el primero de ellos nunca olvidó lo que le auguró Costa, vencedor de Roland-Garros en 2002, tras el partido. "Es sencillo: Rafa es un monstruo. Tiene un gran futuro y ganará Roland-Garros al menos tres veces". Tres veces. Costa se quedó corto. Muy corto.
5 de junio de 2005: Con 19 años y 2 días, Rafael Nadal entra en la historia de Roland Garros; se convierte en el primer jugador de menos de 20 en ganar un Grand Slam en el último cuarto de siglo.

2 - Federer-Djokovic: enemigos íntimos, víctimas favoritas

"En las civilizaciones moribundas, la ambición satisfecha tiene el amargo sabor de la derrota". Podría decirse que la famosa cita del escritor Roger Vailland no se puede aplicar a Rafael Nadal. La ambición de Nadal no se podrá contagiar de tal amargura puesto que su amplio palmarés parisino se basa en un contexto excepcional que podría definirse de cualquier modo menos como moribundo. No se trata solo de que Rafael Nadal se ha alzado nueve veces con el trono del torneo francés, sino que ha logrado esta increíble hazaña coexistiendo con otros dos gigantes del tenis: Roger Federer y Novak Djokovic.
Para el mallorquín, el camino hasta el título ha tenido que pasar por uno u otro jugador, si no por los dos. De sus nueve victorias, 2010 fue el único año en que Nadal se hizo con la copa de los mosqueteros sin cruzarse en su camino. ¿Cuáles son los jugadores a los que se ha tenido que enfrentar Rafa en Roland-Garros? Djokovic y Federer. ¿Y los dos jugadores a los que ha ganado más veces? Los mismos. Nole ha sido su víctima seis veces; "Rodgeur", cinco. Sus dos principales víctimas parisinas resultan ser también las dos más prestigiosas. En total, sus victorias ante el serbio y el suizo tuvieron lugar en siete finales y cuatro semifinales.
El emperador Nadal, más fuerte que los jedis Djokovic y Federer.
Si Federer y Djokovic han logrado conquistar también un poco de gloria en Roland-Garros en la era Nadal, han tenido que tropezar con el monstruo de la tierra batida. Si no fuera por Rafa, seguro que ambos contarían con unos diez títulos de Roland-Garros en su palmarés. Sin embargo, no se trata de dos casos iguales. Federer nunca ha contado con las armas adecuadas para vencer a Nadal en París. Djokovic, sí. De hecho, al final lo logró, en 2015, durante unos cuartos de final donde su oponente parecía no existir. Rafa no era ni la sombra de lo que fue mientras Djokovic aprovechaba la oportunidad que se le brindaba. No obstante, más allá de esta única victoria, Djokovic siempre ha sido un rival más peligroso que el suizo para Nadal. Su tío Toni opina lo mismo:
"Para Rafa, era más 'sencillo' enfrentarse a Federer porque, contra él, tenía una línea de juego más clara. Sabía que, jugando de un modo determinado, llegaría a incomodarle. Contra Djokovic es más difícil. No existe un método tan claro para dominarle. Cada partido era un combate".
Roger Federer se encontró ante un problema sin solución. Para su mayor desgracia, el punto débil del suizo, su revés, iba a parar al punto fuerte de Nadal, su excepcional top-spin de derecha que tanto ha martirizado a sus adversarios. "Federer", afirma Mats Wilander, "tiene una pequeña laguna técnica porque no posee un gran revés por encima del hombro que le pueda permitir contratacar a Nadal en tierra batida. No obstante, este pequeño punto débil ha supuesto un problema táctico insuperable. Lo que sucede es que Nadal tiene un estilo de juego que resulta perfecto para este tipo de punto débil".
VÍDEO - SPORTS EXPLAINER (Por Arnold Montgault)
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Sport Explainer : Nadal

El tres veces vencedor de Roland-Garros va un poco más lejos. Para él, "un partido Federer-Nadal, desde el punto de vista de la incompatibilidad táctica, es una de las peores combinaciones de todos los tiempos por desgracia para Federer. En menor medida, McEnroe también suponía un problema para Borg porque tenía un saque de zurdo que podía sacarle de la pista y desplazarle lejos de la línea. Sin embargo, eso no es nada en comparación con la pesadilla que supone Nadal para Federer". Esto sucede sobre todo en tierra batida, donde la conexión del revés de Federer y el golpe de derecha de Nadal es más evidente.
Durante sus cinco duelos en París contra Nadal, Federer solo ha sido capaz de jugar por secuencias. Ha estado rápido en algunos juegos, quizás un set entero, como el 6-1 impuesto en la primera manga de la final de 2006, que hizo que los fans volvieran a tener esperanza. Pero Nadal siempre ha sabido dejar pasar la tormenta. Porque sabía, ciertamente, que solo se trataba de eso. "Nadal ha sido lo bastante inteligente, retoma Wilander, como para comprender rápidamente que tenía la clave. Cuando ganó a Federer en 2005 en Roland-Garros, pensó 'ya le tengo, solo tengo que hacer esto y aquello, y funcionará en todos los golpes'."
Roger Federer lors de la finale 2006 de Roland-Garros. Après un départ canon, le Suisse s'inclinera en quatre manches face à Nadal.
En todos los golpes, sí. Cuatro derrotas en cuatro sets, sin acercarse ni un segundo a una posible victoria. Y una carnicería en la final de 2008. 6-1, 6-3, 6-0. Nadie había castigado a Federer con un 6-0 en el siglo XXI. Su último "rosco" se remontaba a 1999, cuando tenía 17 años. Después, jugó más de 2000 sets sin haberse enfrentado antes a tal humillación. Y, de repente, surge este resultado en una derrota en la final de un Grand Slam contra su mayor rival. "Federer no tenía un buen día, y para Rafael todo iba a las mil maravillas en el torneo", recuerda Toni Nadal, casi emocionado.
LA ESTRATOSFERA NADAL – 35

Son el número de derrotas concedidas por Nadal sobre tierra batida en su carrera en 417 partidos (91,6% de éxito). Pero hay que tener en cuenta que 12 de ellas son anteriores a su primer título en Roland Garros, y 11 son posteriores a su coronación en París en 2014. En su periodo más dominante, del Roland Garros 2005 al Roland Garros 2014, Rafa solo ha perdido 12 veces en 262 partidos (95,4% de éxito).
Esta derrota en toda regla marcó el estado de ánimo de cada uno. O cómo el tsunami Nadal encendió el fuego de la excitación del central. " La situación había acabado totalmente con el clima, cuenta el periodista americano Christopher Clarey. Recuerdo que Larry Ellison, director general de Oracle, es un gran aficionado al tenis, hasta el punto de que tras comprar el torneo de Indian Wells, vino a sentarse orgulloso en tribuna, esperando, como todos, un verdadero duelo. A medida que avanzaba el partido, empecé a echarle un vistazo a Ellison, y vi cómo su decepción se hacía visible."
Para el redactor del New York Times, quien ha vivido tantas y tantas finales de Grand Slam, ese partido fue un momento duro. "Fue fascinante ver a un jugador, con un control total, derrotar con tal facilidad a uno de los campeones más grandes de la historia." Ese día, más que nunca, el problema con la relación de poder fue Nadal, no Federer. "Creo que hemos sido un poco injustos durante años con Roger Federer, opina Mats Wilander. Era tan bueno, jugaba tan bien y, cuando se enfrentaba a Nadal, la gente sentía que pasaba a un segundo plano. Pero debemos admitir que ese partido fue terrible para él."
Nada de eso con Novak Djokovic, aunque, paradójicamente, el serbio obtuvo una derrota más que Federer contra Nadal en París. Hay que distinguir entre dos épocas: antes y después de 2011. De 2006 a 2008, Nole ha sufrido tres veces seguidas el dominio de Rafa en Roland-Garros, sin ganarle ni un set. Fue su periodo de aprendizaje al más alto nivel. Tras su toma de poder en el tenis mundial en 2011, el de Belgrado sufrió tres nuevos reveses muy dolorosos. Dos en finales (2012, 2014) y uno en semifinales (2013). ¿El síndrome Federer? En absoluto.
Según Patrick Mouratoglou, Djokovic ha tenido un problema psicológico con Roland-Garros, no con Nadal. Tras su Pequeño Slam en 2011, el gran abierto parisino, el único que faltaba en su palmarés, se convirtió en su obsesión. "En el caso de Novak", analiza el entrenador de Serena Williams, "la tierra batida es un falso debate. Cuando Novak está al máximo nivel, poco importa la superficie, puede rendir en todas partes. Así pues, ha ganado a Rafa a menudo en tierra batida, a veces, incluso, con contundencia". Los enfrentamientos entre los dos jugadores no dejan lugar a dudas. Nadal se ha llevado los nueve primeros duelos en tierra. Sin embargo, desde 2011 hasta ahora, es Djokovic quien está por encima: siete victorias y cinco derrotas.
El serbio ha conseguido dominar a Nadal en Montecarlo, Madrid y Roma, pero en París ha sido el mallorquín quien ha tenido la última palabra. Dominar a Nadal en partidos de dos sets es una cosa, pero en cinco mangas... Sin embargo, también en este caso, Patrick Mouratoglou echa por tierra esta tesis. "No tiene ninguna lógica", afirma. "Novak es muy fuerte en cinco sets, es uno de los jugadores más resistentes. Es raro que no haya ganado a Nadal antes en Roland. Simplemente, se ha bloqueado. Eso pasa cuando todo empieza a girar en torno a un título, que nos ponemos a pensar". De hecho, a pesar de haber vencido por fin a Nadal en 2015, Djokovic tropezó con el último escaño, que esta vez se llamaba Stan Wawrinka.
Al contrario que Federer, si Djokovic ha estado marcado a fuego por Nadal, no es porque le falten recursos, sino porque no sabe utilizarlos. "Recuerdo su partido de semifinales en 2013, cuando pasó totalmente a un segundo plano", opina Mouratoglou. "Al igual que en las finales contra él, no empezó el juego con buen pie".
Esta semifinal, a pesar de las dos finales juntos, es sin ninguna duda su gran final sobre la pista Philippe Chatrier. Un monumento. "Una de las victorias más grandes de Nadal, donde sea, que ya es decir", comenta Christopher Clarey. Una manga que no le ha llevado a nada y después dos sets a uno, Novak Djokovic logra empujar a su rival a un quinto set decisivo, en el que contará un break con anterioridad, antes de inclinarse a un 9-7.
Un partido muy intenso, hasta el punto de que el público, agotado, soplará y dejará que el pobre Jo-Wilfried Tsonga debute en la segunda semifinal contra David Ferrer, ante tramos muy visuales. "Había una tensión enorme en cada set, en cada juego", recuerda Chris Clarey, quien también se acuerda de las lágrimas de Toni Nadal en el "Player's lounge" tras la batalla: "Era raro verle así, pero había muchas emociones después de las heridas de 2012."
En Roland-Garros, Nadal podía con todo. Superarlo todo. Incluso las dudas y cicatrices más profundas. Aquí, estaba en casa. Con Djokovic o sin Djokovic. Con Federer o sin Federer.
L'extraordinaire demi-finale de 2013 reste le sommet de la rivalité entre Rafael Nadal et Novak Djokovic. L'Espagnol l'avait emporté 9-7 au 5e set.

3 - El 'luchador', el guerrero elegante

Vuelta al 8 de junio de 2008. A esta final en forma de victoria absoluta. La empresa de demoliciones completas. Con todo el respeto y la deferencia que le debemos a Roger Federer, el desarrollo y desenlace de dicha final de 2008 es humillante. En menos de dos horas y pocos más golpes de raqueta, Rafael Nadal destruyó Suiza, en cuerpo y alma. Desde lo alto de sus 12 grandes ya conseguidos, el número uno mundial solo se apuntó cuatro, siendo la final más desequilibrada de los treinta últimos años en hombres en Grand Slam.
En el momento de la ceremonia protocolar, micrófono en mano, Federer se ríe, pide disculpas ante el público y no se olvida de rendirle homenaje a su competidor, quien escucha con atención a su víctima preferida de la tierra. "Rafa parecía un poco emocionado al final, recuerda Christopher Clarey, periodista del New York Times. Parecía mucho menos avergonzado en la cancha cuando contemplaba la ejecución de Federer". Nadal siempre está en esta dualidad.
Final 2008 : La compasión de un joven hombre ante un guerrero campeón.
Construcción - pelea - desintegración, el tríptico inmutable de Rafael Nadal. Aunque su juego haya evolucionado en eficacia gracias a una fragilidad física manifiesta, el español es un jugador de una velocidad absoluta que solo conoce un ritmo. El suyo. Al 100 %. Todo el tiempo. Incluso antes de la batalla. "Antes de entrar al terreno, ya se le ve corriendo por el vestuario. En ese momento, ya gana psicológicamente. Se nota que le hace falta entrar en el ruedo. Le gustan los grandes partidos, el combate y el esfuerzo físico", admira Sébastien Grosjean.
"En toda la historia, solo he visto a dos personas que puedan compararse en cuanto a nivel de competitividad: Jimmy Connors y Monica Seles, añade Philippe Bouin. Estos jugadores nunca se plantean si deben ganar o perder, sino que dan lo máximo de sí mismos en cada momento, en cada pelota y en cada punto. En cuanto a los otros, siempre hay momentos peores. Pero no para ellos."
Para Nadal, todo es lucha. Y tras los primeros pasos en las canchas de Porte d’Auteuil. "Los pantalones cortos y las camisetas sin ninguna mancha, era una cuestión de marketing, pero le caracterizaban muy bien", recuerda Patrick Mouratoglou, cautivado por el estilo del mallorquín. Al igual que Andre Agassi, otro genio precoz, Nadal tomó partido sin la ostentosidad de El kid de Las Vegas, más bien con su propio estilo. "Con el pelo largo, era como un ovni, describió el entrenador de Serena Williams. Creo que su ropa le define bien: son prendas de luchador."
Cheveux longs, bandeau dans les cheveux, t-shirt sans manche et pantacourt : le look de Rafael Nadal, véritable composante de la figure du combattant.
La tierra prometida parisina no siempre ha estado adornada con las mejores intenciones por parte de su dueño. Pero Nadal nunca ha bajado la vista ante la adversidad ni ha mostrado nada que no sea un compromiso sin igual. ¿Duda? Solo él lo sabe. Pero nunca deja que nada se note. A excepción de una voluntad absoluta, incluso ante la adversidad. Sobre todo ante la adversidad. "En Roland, Rafael se vio un poco controlado, ya le ha pasado varias veces en una final, recuerda su tío Toni. Afortunadamente, solo se trataba de un set. Cuando has hecho todo lo posible para llegar a la final del Grand Slam, no dejas de luchar por haber perdido un set. Rafael es un 'luchador': le gusta pelear."
Cuando lleva las riendas, no esperes que afloje la cuerda. La palabra relajación no está en su diccionario. "Cuando te gana un jugador distinto a Rafa, puedes seguir teniendo esperanzas. Pero contra Nadal... ¿un Roland-Garros? Es como si quisiéramos subir tres o cuatro veces la torre Eiffel a pie", imagina Mats Wilander.
La intensidad no prohíbe la humildad. Más bien al contrario. Es incluso la base del tenis del nativo de Manacor, cuyo gran talento reside, en primer lugar, en su voluntad y su dedicación al esfuerzo. Pero una vez raqueta en mano, Rafael Nadal es un jugador con una modestia que confunde. Quien se haya cruzado con el manacorí en los pasillos del Roland puede dar fe de ello. A este luchador no se le ha subido a la cabeza lo que le ha sucedido sin darse cuenta: convertirse en toda una estrella.
LA ESTRATOSFERA NADAL - 81

8 de abril de 2005. 20 de mayo de 2007. Durante dos años, un mes y doce días, Rafael Nadal se mantuvo invicto en tierra batida. Desde su derrota contra Igor Andreev en los cuartos de final en Valencia hasta el enfrentamiento con Roger Federer en la final de Hamburgo, el español solo conocido victorias. 81 partidos consecutivos con un resultado favorable. Para las curiosidades de la historia, fue contra un Gaël Monfils de 18 años y en la primera ronda del Masters 1.000 de Monte Carlo, donde Rafa comenzó esta impecable trayectoria, que es la más larga racha de victorias en la misma superficie en historia del tenis.
"Cuando escuchas las conversaciones de los pasillos o detrás del estadio, te das cuenta de que todos opinan lo mismo de Rafa. Todo el mundo insiste en su educación, comportamiento, sus maneras y el hecho de que sea tan humilde y respetuoso, cuenta Fabrice Santoro. Es muy sencillo, simpático y siempre está disponible para los voluntarios y conductores. Cuando celebra su aniversario en Roland-Garros, siempre se alegra de compartir dicho momento con la organización. " "Todos sus comportamientos que he visto fuera de la cancha me hacen pensar que es un chico encantador y natural. En ningún momento se tiene la impresión de estar delante de una estrella", continúa Philippe Bouin. Antes de añadir: "Yo no creo que se mire delante del espejo y se diga: 'Mira, soy Rafael Nadal'. Es muy raro."
La noche de su primer triunfo parisino, Christopher Clarey fue uno de los pocos privilegiados invitados a salir junto con el fenómeno. La noche terminó en una discoteca y a años luz de lo que se podría imaginar. "Puede decirse que es un chico listo. No se fue de fiesta como lo haría un chico de 19 años. No le interesaba ser el centro de atención. La final había terminado. Supo gestionar el después con madurez y humildad.
"Su marca de fábrica. Además, esto prueba una cosa que Philippe Bouin resume perfectamente: "Se puede estar bien posicionado y ser un luchador al otro lado de la cancha. No hace falta ser ruin en la vida."
Rafael Nadal fêtant son anniversaire à Roland-Garros, une tradition pour le Majorquin, né un 3 juin.

4 - 2009, el terremoto

Cuando tienen lugar los acontecimientos más imprevistos, siempre hay alguien, rey del a posteriori, que diga 'lo sabía'. Todo el mundo con quien hemos recordado dicho terremoto de tierra batida nos los ha confirmado: no lo sabían. Ese domingo, 31 de mayo de 2009, no lo vieron venir. Ese día, el rey de Francia, Rafael Nadal, pasó por la guillotina de Robin Söderling y transformó unos banales octavos de final en uno de los mayores seísmos de la historia del tenis. "Ni siquiera miré el partido desde el principio, ya que estaba convencido de que Nadal ganaría fácilmente", confiesa Christopher Clarey.
Y con razón. Nadal nunca ha sido tan favorito en París como durante esta edición de 2009. Invicto en ocre en un partido a tres sets de cuarenta partidos, ganador del título de Roland-Garros en cuatro ocasiones, había ampliado su territorio imponiéndose por primera vez en Wimbledon, en julio de 2008, después del Open de Australia de enero de 2009.
Vencedor en primavera en Montecarlo, Barcelona y Roma, cedió ante Federer en la final de Madrid, pero sobre tierra rápida y al día siguiente de un partido de cuatro horas contra Djokovic. ¿Quién podría entonces imaginar el declive del imperio mallorquín? Sobre todo contra Robin Söderling, al que Rafa había derrotado tres semanas atrás en Roma, 6-1, 6-0.
Après 31 victoires en 31 matches, Nadal subit sa première, et avant-dernière défaite à ce jour, sur la terre battue parisienne.
En realidad, el impacto, que fue inmenso, reside en que nuestro desconocimiento sobre el español es igual a nuestra ignorancia sobre el sueco. Lo que el primero no podía dar es lo que el segundo podía ofrecer.
Nadal, en primer lugar. En Roland-Garros, sufre en silencio. Nadie dice nada, sobre todo porque ha terminado las tres primeras rondas sin perder ni un set. "Nunca he notado ningún signo de nerviosismo ni ningún problema en sus desplazamientos", afirma Chris Clarey. En cuartos de final, él mismo derrotó a Lleyton Hewitt (6-1, 6-3, 6-1). Todo está en luz verde, como de costumbre. Pero en su rodilla izquierda, alerta roja. "Rafael se hizo mucho daño, cuenta Toni Nadal. Tras el partido contra Hewitt, la noche en el hotel fue tranquila, pero triste. Estaba sufriendo. Esperaba al menos ganar ese torneo, pero sabía que no podía esforzarse al 100 %."
Por ello, su tío, el entrenador, hace constar que "Robin Söderling ha jugado un gran partido realmente." Y es más bien la otra clave la que transformará estos octavos de final en un acontecimiento histórico. La gran zanca de Tibro, con un gran potencial pero mal explotado, se esforzó al máximo ese día, para imponerse en cuatro sets (6-2, 6-7, 6-4, 7-6). Mats Wilander conserva un recuerdo visual muy preciso: "me acuerdo de la cara de Rafa tras los cuatro o cinco primeros juegos. Se podía leer en su cara 'Dios, hoy no voy a poder salir de esta'. Nunca lo había visto así antes en Roland-Garros."
¿Se ha acentuado esta inquietud por los impedimentos físicos actuales? "Es posible, continúa Wilander, pero realmente quiero creer a Robin. No solo ha hecho un buen tenis, sino que ese día también consiguió algo mucho más importante: encontró el modo de contrariar a Nadal en tierra batida." Hasta entones, en Roland-Garros, Nadal no había tenido aún a un buen contrincante. En 31 partidos, solo había perdido siete mangas, tres de las cuales contra Federer, sin que el suizo pudiera llevárselo en ningún momento.
En realidad, el primer jugador en mostrar el camino fue probablemente... Paul-Henri Mathieu. En 2006, el francés libró una batalla épica contra el ya por entonces rey de la tierra batida. Aquel partido de tercera ronda fue un combate sin tregua, el más largo de la historia del Grand Slam en cuatro sets: 4 horas y 53 minutos de una intensidad inaudita. "Rafa necesitaba jugar un partido redondo para hacerse con la victoria", recuerda Toni Nadal. Por aquel entonces, el entrenador de Paul-Henri Mathieu era Thierry Tulasne. Había preparado un plan táctico que nadie puso en duda:
"La idea era fijar a Nadal en la línea de fondo, tratando de no recular y jugar con drives para abrir el lado del revés y atacarle. Paul tenía un revés increíble y el drive cruzado de Nadal le venía muy bien para utilizarlo. Los golpes cruzados permitían mantener la diagonal y abrir la pista para atacar por el otro lado".
4h53. Le duel entre Paul-Henri Mathieu et Rafael Nadal (5-7, 6-4, 6-4, 6-4) est le le plus jamais joué en Grand Chelem hors match en cinq sets.
Tres años después, Söderling irrumpe en la pista Philippe Chatrier con el mismo lema, atacar a Nadal, la ofensa última ante el rey de la tierra. Su agresividad en el servicio y en el golpeo de drive era incluso mayor que la de Mathieu. "Robin ha jugado con el convencimiento de tener la clave", afirma Mats Wilander. "Y eso fue toda una novedad. Es de esos jugadores que confían enormemente en sí mismos. Cuando jugaba bien, sabía que podía superar a cualquier jugador".
El fruto de una convicción que su entrenador de entonces, Magnus Norman, supo transmitirle. El técnico sueco, que más tarde pasó a entrenar a Stan Wawrinka, desempeñó un papel fundamental en esta proeza. "Antes del partido", confesaba Söderling un año más tarde en su regreso al lugar del crimen, "Magnus me dijo que debía imaginar mi foto en la portada de todos los periódicos tras mi victoria. Quería que me visualizase a mí mismo como ganador del partido". En el punto de partido, en el clímax de su vida de campeón, la reacción comedida del sueco reflejaba, sin embargo, una forma de incredulidad.
LA ESTRATOSFERA NADAL - 98

Cuando Rafa Nadal regrese a las pistas en la primera ronda de Roland Garros de este 2017, jugará su partido 99 de su carrera deportiva en tierra batida en un partido al mejor de cinco sets. Su récord es impresionante: 96 victorias, 2 derrotas. Tiene un porcentaje de éxito del 98%. En París, Nadal ganó 72 partidos y sufrió dos derrotas únicamente. A esto hay que añadir otros 24 partidos entre la Copa Davis y en finales que antes se jugaban a cinco sets (Masters 1000 o Barcelona). Ganó todos estos partidos.
Para Rafael Nadal fue, sin duda, una eliminación muy dolorosa. "La verdad es que perder por primera vez en Roland-Garros fue un golpe duro", confiesa Toni Nadal. "Fue una derrota importante, fue complicado para él". "Fue más difícil de encajar que cuando perdió ante Djokovic en 2015 o cuando renunció por lesión en 2016"."Sé que le afectó mucho retirarse en Roland-Garros el año pasado, aunque no le vi cuando abandonó el estadio", señala Fabrice Santoro. "Sin embargo, me acuerdo bien del año 2009. Estaba realmente afectado y triste. Creo que aquel día derramó alguna que otra lágrima".
Rafael Nadal quitte pour la première fois le court Philippe-Chatrier dans la peau du battu. Cette défaite contre Söderling, c'est une des plus grosses sensations de l'histoire du Grand Chelem.
Una tristeza con un tinte de amargor, ya que el clan Nadal consideró que el público parisino había faltado al respeto a Rafa al tomar partido por Söderling. Este último lo mencionaría educadamente durante la conferencia de prensa. Por contra, su tío se expresó con mayor virulencia al declarar que el público parisino era "estúpido". Ocho años más tarde, las palabras son diferentes, no así su punto de vista. "El público puede hacer lo que quiera", afirma. "Me pareció que su comportamiento con Rafael no fue el correcto. Aunque la derrota no fue a causa del público".
Paradójicamente, con el paso del tiempo, lo ocurrido ese día acabaría siendo más difícil de digerir para Söderling que para Nadal. Es posible recuperarse de las derrotas más dolorosas, pero también se puede ser prisionero del éxito. Anthony Perkins decía a menudo que, aunque su inolvidable papel en Psicosis, de Alfred Hitchcock, le dio la gloria, también paralizó su carrera. Quedó para siempre como Norman Bates. Söderling también ha experimentado este síndrome. Es el tenista que ha conseguido vencer a Nadal por primera vez en Roland-Garros. Lo fue incluso por mucho tiempo, hasta que se produjo la segunda derrota del mallorquín en 2015 contra Djokovic, la cual recibió con cierto alivio. Pero Söderling sabe que, hasta el final de sus días, solo le hablarán de eso.
En cuanto a Rafael Nadal, logró pasar página con rapidez. Doce meses más tarde, volvería a triunfar en París, iniciando así un nuevo reinado de cinco años, más largo incluso que el primero. En la final de 2010, para rizar el rizo, volvió a encontrarse con Söderling. No le dejó ni un set. Su verdugo de antaño se había convertido en una dócil víctima...
2010, la revanche. Nadal reprend son bien et redevient le maître de Roland. Sa dernière victime, en finale, n'est autre que Robin Söderling.

5 - Nadal-Borg, un choque de extraterrestres

Lo que Rafael Nadal ha conseguido en tierra batida en general y en Roland-Garros en particular es extraordinario. "Es asombroso, surrealista, no volveremos a ver nada así en esta generación", preconiza Patrick Mouratoglou. Dentro de 30, 40 o 50 años, se seguirá hablando de esta época como una era excepcional y, como lo estamos viviendo en primera persona, no somos capaces de vislumbrar el verdadero alcance de sus logros. Solo será posible con el paso del tiempo. "Creo que aún no conocemos el impacto real de Nadal en el tenis", se lamenta Nicolas Mahut.
Nadal dejará una huella profunda. ¿Inigualable? Puede ser. Históricamente, solo un campeón puede disputarle a través de las épocas el título honorífico de mejor jugador de la historia en tierra batida: Bjorn Borg. El debate solo puede girar en torno a ellos. Retomando los preceptos de Péguy, antes de la época de Nadal, estaba la época de Borg. "Son los dos jugadores más fuertes que he visto en tierra batida", concluye Philippe Bouin, que se niega a decantarse por uno de ellos: "No está claro quién es mejor que el otro, no se pueden comparar las épocas. ¿Uno es más fuerte que el otro? Hay mucho tiempo de diferencia entre uno y otro. Además, ¿acaso pueden compararse Mozart y Beethoven?"
Rafael Nadal et Björn Borg, duel à travers les âges.
Como es evidente, este duelo de extraterrestres de diferentes épocas no nos permite llegar a una conclusión definitiva. Es un debate sin fin, pero esos son los más emocionantes... "Por lo general", sonríe Christopher Clarey, "me resisto a la idea de comparar jugadores de diferentes épocas. Pero, en este caso concreto, no puedo evitarlo". El debate volverá a surgir. Por tanto, deberíamos incluir en el debate elementos objetivos. Para empezar, Borg y Nadal tienen algo en común: la amplitud de su supremacía. Ambos han aplastado a sus adversarios en tierra durante años. Y la impotencia de los adversarios de Nadal, desde el más común hasta el más excepcional, es similar a la forma de tiranía tranquila que Borg imponía por aquel entonces.
Thierry Tulasne, contemporáneo de Borg y observador de Nadal, ve una clara similitud entre ambos. "Para mí, son comparables", afirma el ex número 10 mundial. En este dominio, daría incluso una pequeña ventaja al sueco de la cinta en la cabeza. "Tengo la impresión de que Borg era aún más dominador", asegura. "Perdía muy pocos juegos. Algunos jugadores, como Panatta o incluso Pecci, podían incordiarlo un poco pero, a partidos de tres sets, siempre sacaba una ventaja considerable... Tengo la sensación de que ningún jugador podía ponerle en serios aprietos. En cuanto a Rafa, es probable que se haya visto obligado a escapar de más situaciones difíciles que Borg".
Le bandeau, les cheveux longs, le regard : Bjorn Borg, la première megastar du tennis moderne.
Una impresión que tiene su lógica. De 1977 a 1981, en la cúspide de su dominio, Borg jugó 120 partidos en tierra batida. Solo perdió cuatro partidos, de los cuales dos fueron por abandono y uno en tierra batida americana, concretamente durante el US Open de 1977. En lo que respecta a Roland-Garros, tanto Borg como Nadal han logrado hacerse con el torneo sin perder un solo set en dos ocasiones. Pero nada ha igualado jamás el récord de 1978. Ese año, Borg solo perdió 32 juegos en siete partidos. En la era de los Open, nadie lo ha hecho mejor, ni antes ni después, ya sea en París o en cualquier otro torneo.
Sin embargo, Borg cuenta con un importante hándicap: en la cima de su carrera, antes incluso de los 18 años, empezó a padecer un agotamiento irremediable que le obligaría a colgar la raqueta con tan solo 26 años. De hecho, su palmarés sobre tierra se ve perjudicado por esta retirada precoz si lo comparamos con el de Rafael Nadal: "solamente" 30 títulos y 6 de Roland-Garros frente a los 52 y 9 de Nadal. Sin embargo, aunque las cifras no lo cuentan todo, tampoco mienten. En este caso, su peso es tan abrumador que, para algunos, son suficientes para cerrar el debate.
Mats Wilander es de esa opinión. "Para mí, Rafa es sin duda el más grande de la historia en tierra batida", considera el sueco. "Borg podía haber ganado dos o tres Roland-Garros más. Pero no lo hizo. Considerando esto, es complicado ponerlo en el mismo plano que a Nadal". Patrick Mouratoglou coincide: "Borg se retiró demasiado pronto. Los calificativos están bien pero, pasado un momento, el palmarés es lo que cuenta. Cuando Rafa enseña su palmarés en tierra, nadie se atreve a discutirlo. ¿Que Federer es el mejor de la historia sobre césped? De eso se puede hablar. Pero con Rafa sobre tierra, no cabe ningún debate".
2014 : Bjorn Borg remet à Rafael Nadal la Coupe des Mousquetaires pour la deuxième fois. C'est le neuvième sacre du Majorquin. Le dernier à ce jour.
Sobre todo porque el contexto del siglo XXI no es el de los años 70. Dominar, sí, pero ¿dominar a quién? Nadal no solo ha impuesto su superioridad sobre dos grandes talentos como él, sino que la adversidad global con la que debe lidiar también es más homogénea. "El tenis ha cambiado mucho", opina Thierry Tulasne. "El nivel de los buenos jugadores, especialmente en las primeras rondas, no tiene nada que ver. Si Borg dominaba más, lo que hace Nadal exige una mayor fortaleza". En este contexto histórico, ganar nueve veces en París o diez veces en Montecarlo es una especie de anomalía. "9 o 10 veces", suspira el doble finalista de Roland-Garros, Alex Corretja, "se antoja imposible. Hoy en día, la cantidad de sacrificios para ganar un Grand Slam es más grande".
Para Christopher Clarey, el "paquete" de habilidades de Nadal se impone casi con naturalidad. "Creo que Nadal es el más grande de todos los tiempos en tierra batida", defiende el periodista americano. "Lo es por su constancia, su estilo, su longevidad y, obviamente, por su palmarés". Para definir las diferencias entre Borg y Nadal, formula una especie de Trinidad muy personal pero esclarecedora: "para mí, Borg era fuerza atlética, precisión y concentración. Nadal es fuerza atlética, precisión y pasión".
LA ESTRATOSFERA NADAL - 2

En tierra batida, Rafael Nadal se ha enfrentado a decenas de jugadores a lo largo de su carrera. Solo dos de ellos tienen un cara a cara positivo contra él. Son Alex Corretja y Olivier Mutis. Ambos se midieron al tenista balear en sus comienzos como profesional. Rafa tenía 16 años cuando perdió contra Corretja (Barcelona 2003), y 18 cuando cayó con Mutis (Palermo 2004). Este último es también el único jugador francés que ha conseguido vencer a Nadal en tierra batida.
La concentración extrema de "Ice Borg", frío como el hielo, ha terminado por provocar una ebullición. Cuando la olla a presión escandinava explotó, el único camino de salida era la retirada. Nadal, sin embargo, no ha dejado que el fuego se apague. "Encarna la pura pasión de la competición", prosigue Chris Clarey. "Pienso que la diferencia es esa y que es la razón por la que, al contrario que Borg, nunca ha llegado a agotarse del todo, a pesar de la presión extrema procedente de su país y del mundo entero".
"Me habría gustado ver a Borg hasta los 30 años para comprobar si hubiera continuado su dominio", se lamenta Thierry Tulasne. "En esta época, la evolución de los materiales ha sido muy relevante. ¿Habría podido Borg seguir ganándolo todo con el cambio de materiales? Es la gran pregunta, ya que este hecho ha modificado la fisionomía de alto nivel". El mismo Rafael Nadal ha respondido a la pregunta que Borg dejó en el aire: ¿hasta dónde habría llegado? Allí donde el sueco nos legó un tentador pero frustrante punto de interrogación, Nadal impone un punto de exclamación.
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Fuente de la imagen: Eurosport

6 – Operación décima

En la Copa de los Mosqueteros hay una serie de nombres grabados. Los nombres de los campeones. Algunas leyendas. Y una anomalía. Delante de los años 2014 y 2015, la inscripción "R. Nadal ESP" ha desaparecido, dejando su lugar a dos entradas: los señores Wawrinka y Djokovic. Con dos años sin Rafa, es probable que el grabador encargado de inscribir el nombre del toro de Manacor en el trofeo entre 2005 y 2014, con un solo hiato en 2009, para volver a cincelar el apellido del tenista más grande de todos los tiempos, haya sufrido un arrebato de nostalgia.
La historia se conjuga en presente y nunca es oportuno escribir el epílogo antes de haberlo vivido. No obstante, no hace falta ser un experto para pensar en Rafael Nadal como el gran favorito del torneo. Hasta la semana pasada, era incluso el "archifavorito", como nos confesaba Patrick Mouratoglou. Sin embargo, sin poner en duda esta condición, la situación ha cambiado un poco. Porque Nadal ha sufrido su primer revés de la temporada sobre tierra frente a Dominic Thiem.
Este duro revés transalpino tiene dos consecuencias importantes. Una es negativa: se le escapa de las manos la posibilidad de conseguir los cuatro títulos de Montecarlo - Barcelona - Madrid - Roma. El otro es positivo: Rafa tiene tiempo para respirar. Algo que se antoja como un lujo, tras un inicio de temporada más agotador de lo que probablemente esperaba. A falta de la "manita", la Décima es el desafío que espera al mallorquín al otro lado de la Porte d'Auteuil. Una parte de historia y un paso más hacia la leyenda.
El torneo romano también ha permitido consolidar el ascenso del diamante más prometedor de la nueva generación. Con su triunfo en Roma, Alexander Zverev, el jugador más precoz de la última década en un Masters 1000, ha enviado un mensaje. "Los jóvenes no le tienen miedo a nadie", declara Mats Wilander. "Los Zverev, Pouille y Kyrgios pueden derrotar a cualquier jugador, incluido Nadal". Aunque el alemán parece estar claramente aventajado sobre el francés y el australiano. Incluso tras su clara derrota frente a Nadal el mes pasado en Montecarlo (6-1, 6-1), el joven Sascha es una de las amenazas raras pero tangibles para el español.
¿Quién más? Federer no estará, Murray peligra y Wawrinka busca su lugar. Queda por resolver el enigma de Novak Djokovic. El actual defensor del título de Roland-Garros aún no ha disipado todas sus dudas, pero su final en Roma le ha permitido recuperar las buenas sensaciones. "El juego de Rafa está al nivel propio de un vencedor de Roland-Garros, sin ninguna duda", comenta Mouratoglou. "Ahora mismo, no puedo evitar pensar que si Novak está en su mejor forma, es más fuerte que él". Solo que, a pesar de su buen rendimiento en Italia, el Djoker parece aún muy lejos de su famosa cima. La verdad es que, se mire por donde se mire, el hombre a batir sigue siendo Nadal. Incluso guardando la debida prudencia.
Le bras gauche destructeur de Rafael Nadal.
"Es evidente que Rafa es el favorito, pero será más duro para él de lo que podemos imaginar", suaviza Mats Wilander. Como campeón de Roland Garros en tres ocasiones, el sueco es conocedor de la dificultad que conlleva. "Es una locura imaginar cómo un jugador puede ganar diez veces el mismo Grand Slam. Sobrepasa todo entendimiento. Es algo que exige un enorme grado de compromiso y concentración a nivel mental. Incluso para ganar Roland-Garros una sola vez…"
Toni Nadal sabe muy bien que el Everest no se hace más pequeño por ser el décimo ascenso. "A menudo, se olvida hasta qué punto es complicado ganar Roland-Garros. Siempre es difícil", recalca. "Una cosa sí es segura: si Rafa no lo logra, no será por falta de ambición. Rafa está extremadamente motivado y no es porque no haya ganado desde hace tres años: París siempre le motiva".
Rafa Nadal, eliminado por Novak Djokovic en los cuartos de final de 2015 y obligado a tirar la toalla por culpa de su muñeca izquierda en vísperas de la tercera ronda contra Marcel Granollers en 2016, dejó una especie de vacío que la naturaleza, con el talento de sus sucesores suizo y serbio, ha sabido llenar a la perfección. Todo ello no quita para que, en 2017, la historia de amor retome su curso. La de Rafael Nadal y Roland-Garros. Desde la edición de 2010, un año después de la derrota contra Söderling, no se recuerda tanta expectación con el retorno del rey a París.
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Rafael Nadal

Fuente de la imagen: Getty Images

¿Incluido el público de Roland-Garros, que no siempre ha mostrado su lado más amable al nueve veces campeón del torneo? Nicolas Mahut piensa que sí. La razón es obvia: el "ogro del ocre" ha recuperado los rasgos humanos que parecía haber perdido con su reinado. "Los franceses estaban cansados de verlo triunfar a cada ocasión y empezaron a quitar importancia a sus éxitos. Ahora que Federer ha ganado, Wawrinka también y que Djokovic lo ha conseguido tras varios intentos, creo que el público vuelve a tener ganas de ver triunfar a Rafa. Salvo si se enfrenta a un francés, obviamente…"
"Espero que reciba mucho apoyo porque el año pasado fue especialmente difícil para él. Me encantaría verle ganar por décima vez este año", afirma Fabrice Santoro. "No tengo nada en contra de los demás, pero lograr 10 títulos de Roland-Garros sería increíble. Nunca antes ha sucedido, no volverá a suceder y será un acontecimiento único".
LA ESTRATOSFERA NADAL - 56

Rafael Nadal ganó 72 de sus 74 partidos jugados en París. Pero quizás lo más impresionante es cómo lo hizo. Ganó sin perder un solo set en 56 de sus 72 partidos, con 55 victorias en tres sets y solo un abandono, el de Novak Djokovic, cuando el marcador reflejaba dos sets a cero para el jugador balear. O lo que es lo mismo, firmó el 77% de estas victorias sin perder un solo set. Un récord histórico para cualquier jugador que tenga más de 50 victorias en un mismo Grand Slam.
Ciertamente, él es único. Independientemente de lo que suceda durante este torneo o los años que le quedan antes de que decida volver a su isla y saborear su impresionante odisea. En el fondo, el hecho de lograr nueve, diez u once títulos no cambia gran cosa. "Rafa es Roland-Garros", lanza sin dudarlo Nicolas Mahut. Alex Corretja añade: "Creo que no necesita ganar otro Roland-Garros para demostrar que es, de lejos, el mejor jugador sobre tierra batida de la historia. Si logra un décimo título, será el culmen de su carrera, pero no cambiará su vida en absoluto."
Entre este logro increíble y Rafael Nadal se interponen siete partidos. Hay una sola incógnita en esta loca y, a la vez, lógica aventura. "Todos sabemos que ahora es vulnerable desde el punto de vista físico", indica Christophe Clarey. "No se puede descartar esa posibilidad." Nadal es su propio peor enemigo. Las rodillas y las muñecas han sido algo más que una simple molestia para el manacorí estos últimos años. Sin embargo, por ahora, todo va bien, y seguramente eso sea lo más importante.
"Ser o no el favorito depende de tus resultados y de tu estado de forma. Y resulta difícil rivalizar con la forma actual de Rafa", afirma Alex Corretja. En Madrid, Thiem jugó a un nivel muy alto, pero, en el segundo set, comenzó a bajar su rendimiento físico. Es normal, porque había jugado a un ritmo muy elevado durante el primer set. Nadal está acostumbrado a ese ritmo, mientras que sus oponentes no lo están. Rafa presenta batalla en cada punto. El oponente puede ganarle unas cuantas batallas, pero, al final, Rafa es siempre quien gana la guerra. Creo que ahora está preparado de nuevo para ganar la guerra". Con su cinta en la cabeza, la raqueta empuñada y el ansia en el cuerpo, está claro que Rafa está deseoso de plantar cara a este reto. Como siempre. Igual que el primer día.
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¿Ganará Rafa Nadal su 10ª Copa de los Mosqueteros?

Fuente de la imagen: Getty Images

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