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Wimbledon 2016: Querrey y la dignidad recuperada del tenis estadounidense

Agustín Galán

Actualizado 04/07/2016 a las 19:49 GMT+2

Sam Querrey dio continuidad a su inspiración en la presente edición de Wimbledon 2016 al derrotar al francés Nicolas Mahut. El estadounidense dio la sorpresa en tercera ronda dejando fuera al número uno del mundo, Novak Djokovic, y ahora devuelve al tenis estadounidense a unos cuartos de final del cuadro masculino, algo inédito desde 2011.

Sam Querrey (Wimbledon 2016)

Fuente de la imagen: Eurosport

Queda ya lejana la última época dorada dorada del tenis estadounidense. Pete Sampras y Andre Agassi han quedado como una nebulosa nostálgica en la memoria del aficionado al tenis, y apenas hubo un conato de sucesión en Andy Roddick, que lució la condición de número uno de la clasificación mundial de la ATP durante cuatro meses entre 2002 y 2003. El relevo generacional no se llegó a producir y sólo el dominio absoluto de las hermanas Williams en la WTA ha disimulado un hecho que se había convertido en una constante: la ausencia de un representante estadounidense en las fases decisivas de los Grand Slams.
Sam Querrey ha vuelto a poner a EE. UU. en el mapa tenístico de la ATP en la presente edición de Wimbledon, no sólo dando la sorpresa del año al dejar fuera de combate a Novak Djokovic en tercera ronda, sino también con su victoria frente a Nicolas Mahut, que lo ha catapultado a los cuartos de final. Hacía cinco años que ningún tenista procedente de EE. UU. alcanzaba la ronda de los ocho mejores en Wimbledon (Mardy Fish), pero la estadística no se limita sólo al major británico, ya que también hace cinco años que ningún estadounidense alcanzaba esta ronda en cualquiera de los otros cuatro grandes. Los dos últimos fueron Andy Roddick y John Isner, que lo consiguieron también en 2011 en el US Open, jugando con el apoyo incondicional de su afición.
Han sido cinco años en el que tan sólo John Isner asomaba entre los tenistas con mejor ranking, pero rara vez ocupaba el foco mediático fuera de sus fronteras. Su complexión más propia de un jugador de baloncesto, su potencia con el saque y el maratón de más de once horas de tenis que protagonizó precisamente en Wimbledon contra Mahut han sido sus grandes referencias durante este tiempo, mientras el barbecho se extendía.
Querrey, natural de San Francisco, se tomó como algo personal su presencia en octavos de final y toda la presión que conllevó la eliminación de Djokovic: “Era un partido que quería ganar para alcanzar los cuartos de final. Si no ganaba habría habido muchos mensajes diciendo 'vaya, ha sido un partido afortunado contra Novak porque no le diste continuidad'”. Con un tenis parecido en su filosofía al de John Isner pero con un punto menos de rigidez que le favorece, consiguió su objetivo de demostrar que no era flor de un día eliminando a un Mahut que, a sus 34 años, es uno de los mayores especialistas sobre hierba que quedan en el circuito ATP.
La organización del torneo aún no ha premiado a Querrey con un partido en la pista central de Wimbledon -el duelo ante Djokovic fue en la pista 1-, y tras la gran sorpresa del año el estadounidense se vio relegado a la intimidad de la pista 18, en la que sólo hay aforo para 800 personas. Esa tranquilidad pudo haber sido también beneficiosa para el californiano, aunque no le dio excesiva importancia en rueda de prensa: “Me venía bien cualquier pista en la que me pusieran. No he estado demasiado nervioso esta semana. Creo que esto casi no me afecta. Espero poder jugar con libertad, divertirme y jugar bien para conseguir otra victoria”.
Una vez asegurada su presencia en cuartos y el retorno de cierta dignidad perdida para el tenis de EE. UU., a Querrey le espera ahora Milos Raonic, uno de los grandes nombres del circuito, llamado a formar parte del relevo de Djokovic, Murray y Federer. Por lo menos, la afición en EE. UU. vuelve a tener a alguien más para prestar atención durante los majors más allá de las Williams -ambas también en cuartos- y los eternos hermanos Bryan. No es Sampras ni Agassi, pero Querrey, desde su aún modesto puesto 41.º en la clasificación ATP, quiere seguir buscando “otra zanahoria a por la que ir”. Tras Mahut, Raonic ya espera su turno para medirse a la revelación de Wimbledon, y Federer aparece como presumible rival un escalón más allá. Querrey, que nunca había probado una segunda semana en un major, se encuentra de repente como uno más entre la élite.
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