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Wimbledon 2016: Serena Williams y Andy Murray, premio a la persistencia

Agustín Galán

Actualizado 12/07/2016 a las 13:36 GMT+2

Andy Murray y Serena Williams se proclamaron campeones de Wimbledon 2016 después de haber perdido en la final de los dos primeros Grand Slams del año. Tanto el escocés como la estadounidense doblaron la rodilla en dos ocasiones en Melbourne y París, pero no se dieron por vencidos y finalmente tocaron la gloria en Londres.

Serena Williams y Andy Murray (Wimbledon 2016)

Fuente de la imagen: Eurosport

Andy Murray y Serena Williams son los dos tenistas más felices sobre la faz de la tierra. Los dos han conseguido ganar las finales de Wimbledon de los torneos masculino y femenino sin ceder ni un set ante Milos Raonic y Angelique Kerber, respectivamente; y se erigen en un ejemplo de cómo la lucha constante ante la adversidad termina ofreciendo sus réditos.
Tanto el de Dunblane como la de Saginaw probaron el amargor de la derrota en las finales del Open de Australia y Roland Garros, los dos primeros torneos del Grand Slam de la temporada. En el caso de Murray, parecía que no iba a encontrar la manera de superar a Novak Djokovic, el tiránico número uno del mundo, pero en Wimbledon Sam Querrey le ofreció una oportunidad dorada al eliminarlo en los octavos de final, lo que terminó allanando el camino por la parte alta del cuadro.
Por esa zona del cuadro no sólo no llegó a la final Nole, sino que Federer tampoco supo aprovechar la coyuntura favorable y el finalista fue Milos Raonic, un tapado que ya firmó un gran Open de Australia pero que en Roland Garros había pasado inadvertido. Fue la primera final para el canadiense nacido en Podgorica, mientras que Murray cuenta ya once batallas por títulos grandes. Esa experiencia terminó siendo definitiva a la hora de decantar la balanza, y después de ceder en las dos primeras del año terminó alzando el título en el torneo más especial para él, el major británico en el que rinde cuentas ante la exigencia de la afición británica. Rompió el mal fario del tenis british que estaba vigente desde Fred Perry en 2013, y tres años después demostró que afronta su madurez deportiva siendo uno de los jugadores más sólidos y completos de la ATP.
En el caso de Serena Williams las circunstancias son totalmente distintas, pues venía peleando durante un año completo por alcanzar nada menos que su 22.º título del Grand Slam, lo que le permitiría equiparar su leyenda a la de Steffi Graf, la gran dominadora de la Era Open. Pudo haberlo conseguido en las dos primeras citas del año, pero primero se cruzó con Angelique Kerber, que la frustró en Melbourne, y después con Garbiñe Muguruza, que reclamaba un cambio de ciclo con su título en Roland Garros.
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Serena Williams - Wimbledon 2016

Fuente de la imagen: AFP

Serena, veterana como pocas en la WTA, no se dejó amedrentar por el empuje de Kerber y la joven Muguruza, y comenzó a dominar con mucha soltura cada eliminatoria que se le ponía por el camino en Londres hasta llegar a la final. Allí se reencontró nuevamente con la alemana, que buscaba dar una nueva campanada frente a la número uno, pero Serena se mostró muy diferente respecto a la dubitativa tenista que hizo acto de presencia en Melbourne. En dos sets la despachó y alzó su séptimo título en Wimbledon.
Tanto Serena como Andy Murray son dos claros ejemplos de cómo la persistencia en el deporte termina dando sus frutos, incluso en el tenis, en el que el ranking muchas veces hace pensar en una previsibilidad que no siempre se cumple. Buena cuenta de ello pueden dar Djokovic y Garbiñe, campeones en París y descabalgados de la lucha por el título en la primera semana del traicionero Wimbledon. La hierba londinense premia la resiliencia, ámbito en el que Serena y Murray son doctores honoris causa.
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