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Blog De la Calle: Ha nacido

Fermín de la Calle

Publicado 18/09/2018 a las 11:46 GMT+2

Eliud Kipchoge es un millonario que vive como un mendigo. Una vida monacal en Kenia donde se entrena para correr el maratón en manos de dos horas. Lo logrará.

Eliud Kipchoge

Fuente de la imagen: Getty Images

Eliud Kipchoge atravesó el pasado 6 de mayo de 2017 la meta del 'maratón lab' de Monza 25 segundos por encima de las dos horas. El mundo observaba con una mezcla de escepticismo y curiosidad el desafío Breaking2, el descomunal proyecto de Nike ideado para rebajar la impensable barrera de las dos horas. Con el tiempo se supo que se cometieron dos errores. Lo cuenta Jos Hermens, el agente más influyente del mundo del atletismo, quien representa entre otros muchos a Kipcchoge: "Calculamos erróneamente que la humedad rondaría el 60%, cuando en realidad llegó al 82. Una tasa muy alta que le pasó factura. Los cálculos hablan de una pérdida de 24 segundos por la diferencia de humedad. Además también tuvimos un problema con la bebida porque hubo un desajuste y no pudimos darle de beber como estaba previsto, lo que no le permitió hidratarse bien y perdió energía. Si no fuera por la combinación de la humedad y la falta de bebida Eliud hubiese sido el primer ser humano en correr el maratón por debajo de las dos horas".
Hermens, consumado fondista holandés en los 70 y finalista de 10.000 metros en los Juegos Olímpicos de 1976, estaba obsesionado por luchar contra el crono, lo que le llevó a establecer el récord mundial de la hora el mismo año. Registro que mejoró dos veces. Cuando las lesiones le obligaron a colgar las zapatillas Bill Bowerman, entrenador de Steve Prefontaine, viejo rival y buen amigo de Jos, le ofreció trabajar para Nike, la marca que había fundadon con Phil Knight. Trabajó con ellos hasta 1985, año en que fundó una empresa de representación de deportistas, Global Sports Communications.
En 2016 Jos decidió poner en marcha otro ambicioso proyecto, el National Nederlanden Running Team, campamentos de entrenamiento en altura en diferentes puntos del planeta (Kenia, Uganda, Etiopía y Sudáfrica) donde los atletas se podían alojar, convivir con sus compañeros y preparar sus objetivos. Entre ellos se encontraba Eliud Kipchoge, cuyo universo está formado, además de por Hermens, por el holandés Valentijn Trouw, su mánager personal, y por su entrenador Patrick Sang, al que se abrazó en Berlín tras rebajar en ¡78 segundos! la anterior plusmarca de maratón de Dennis Kimetto.
Kipchoge es una celebridad en su país. Un millonario que ha elegido vivir como un mendigo. Cada mañana a las 5.50 el atleta, que corría dos millas para llegar al colegio de niño, arranca su entrenamiento por los polvorientos carriles de Kaptagat, al oeste de Kenia, con una docena de atletas. Su planning semanal acumula más de 200 kilómetros por un terreno ondulado que dispara su umbral del dolor y le permite trabajar con disciplina estajanovista su poderosa cabeza. Entre las sesiones de entrenamiento del día, Kipchoge descansa tomando una siesta de una hora. A las cuatro de la tarde inicia la segunda sesión de entrenamientos y después de la cena comparte algunos juegos de mesa con sus compañeros, acostándose no más tarde de las 9 de la noche. Cuando llega a la cama, a Kipchoge le gusta leer libros de motivación. Quizás eso explique la frase de Paulo Coelho que adorna uno de los muros de la base de Kaptagat: "Si quieres tener éxito no te engañes a ti mismo”. La alimentación de los atletas no es diferente a la de sus vecinos de aldea. Consumen leche de las vacas que deambulan por los campos cercanos, en las comidas predomina el arroz y el ugalí, alimento básico de Kenia, que es un puré de maíz similar a la polenta que completan con proteínas de las carnes de reses de la zona.
Los atletas viven en un régimen comunal en el que todos se ocupan de las labores de la casa: cortar vegetales en el huerto de la casa, mantener el jardín recogido o limpiar los baños. "El campamento- como apunta Trouw- fue creado para jóvenes y atletas que no tenían financiación. La idea era que quienes eran económicamente solventes vivieran afuera. Pero hasta ellos nos dijeron: 'Queremos quedarnos'. Eliud siempre ha mantenido que es difícil llegar al éxito en el maratón trabajando solo". Kipchoge registra en un cuaderno todos los entrenamientos desde que empezó a correr. Un libro que suele consultar con asiduidad, especialmente antes de correr en las grandes citas, lo que le genera confianza para afrontar los desafíos a los que se enfrenta. Cree que la rutina es parte del éxito y por eso cuida los detalles.
Para todos los que le rodean, el éxito del keniata reside en su dedicación y su humildad. Un detalle que delata este compromiso es que tiene su casa en Eldoret, donde vive su mujer y sus tres hijos, no muy lejos del campamento de los atletas, donde se refugia los fines de semana para que nadie le moleste e interrumpa su preparación. "Estar lejos de los niños es muy difícil ya que todos quieren ver a papá, pero me quedo en el campo de entrenamiento para estar más motivado".
Eliud llamó la atención de los especialistas en 2003 cuando se proclamó campeón del mundo de 5.000 metros batiendo a dos estrellas rutilantes como Kenenisa Bekele y Hicham El Gerrouf. Desde entonces acumula título tras título. Un solo borrón en su historial con diez maratones de los once que ha corrido, la derrota en su debut en Berlín cuando terminó segundo por detrás de Wilson Kipsang. En los últimos años ha ganado maratones de primer nivel como los de Chicago, Londres y el de Berlín, en el que se desquitó de la derrota ante Kipsang. Y lo hizo pese a que sufrió problemas graves con unas plantillas mal diseñadas que le provocaron heridas, llegando con los pies ensangrentados, lo que no le impidió parar el crono en 2 horas y 4 minutos.
Kipchoge es una inspiración para todos sus compañeros: "Yo no corro con las piernas. Corro con mi corazón y mi mente. La mente es la única que controla el cuerpo… El mejor remedio o medicación para la mente es ser feliz. Cuando tu sonríes y eres feliz, puedes provocar que la mente no sienta tus piernas". Eliud no se pone límites y cree que lo ocurrido en Monza y en Berlín constantan que la barrera de las dos horas es accesible: "He ido solo los últimos 17 kilómetros, pero no he pensado en ningún momento en el hecho de que iba solo. Simplemente pensaba que tenía que mantener ese ritmo hasta el último kilómetro. Superar la barrera de las dos horas no es algo que dependa de la ciencia. Simplemente tienes que creer en ello, necesitas un gran equipo que crea en ello y en ti, necesitas las zapatillas perfectas y necesitas ser más fuerte que cualquier otro atleta. Entonces todo es posible".
Eliud no esconde que tiene el umbral del dolor muy alto debido a sus interminables sesiones de entrenamiento: "El dolor es constante cuando corres un maratón, pero tienes que tratar de no pensar en ello y concentrarte únicamente en la carrera. Yo no creo en los límites. Cuando entreno, intento escuchar a mi cuerpo y desafiarlo para sobrepasar barreras en el momento oportuno". Para Kipchoge, "la autodisciplina consiste en centrarse y vivir de forma simple. El entrenamiento es importante, pero la pasión que pones en ello lo es todavía más. Tienes que creer firmemente en que eres capaz de conseguirlo y de correr esta distancia. Esa es la magia de un maratón".
Entre sus colaboradores más cercanos se encuentra el español Marc Roig, fichado en 2016 por Hermens como fisioterapueta para su equipo en Kenia. En estos dos años el catalán presume de haber hecho "de todo junto a él. Como fisioterapeuta, le he dado masajes, le he ayudado con ejercicios de refuerzo general, le he tirado alguna que otra serie, le he medido la concentración salina del sudor, he conducido el coche haciendo de liebre simulando las condiciones que tendría en Monza durante el proyecto Breaking2, he conducido durante las tiradas largas para que el fotógrafo del NN Running Team captara los mejores momentos del esfuerzo, he hecho vídeos con mi móvil que se han convertido en virales, he plantado un árbol en el training camp de Kaptagat, le he regalado un libro ('La increíble caminata', de Slavomir Rawicz) para la biblioteca que el propio Eliud inauguró en el campo y le he preparado bizcochos caseros que sé que le gustan".
Kipchoge, de 33 años, ha corrido el maratón en 2h:05, 2h:04, 2h:03, 2h:01 e incluso 2h:00. Todos los señalan como el único humano, condición que muchos cuestionan tras su estratosférica marca, capaz de rebajar la barrera de las dos horas. Mientras los expertos buscan razones para explicar su gesta en Berlín, Kipchoge se limita a sonreir y advierte, que pese a su edad, "seguiré corriendo. Nunca me he planteado retirarme. Correré en los JJOO de Tokio porque el maratón es mi vida y la esencia de la felicidad es disfrutar de la vida. Por eso sonrío. Disfruto corriendo maratones y batiendo récords porque ningún ser humano tiene límites".
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