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📝 RECOMENDADO | Historias Eurosport: Grete Waitz, la decepción que inspiró un reinado en Nueva York

Pablo Sarmiento

Publicado 03/11/2018 a las 12:21 GMT+1

El nombre de Grete Waitz siempre estará vinculado al Maratón de Nueva York, donde la excelsa fondista noruega consiguió el triunfo hasta en nueve ocasiones a lo largo de su carrera. Pero las grandes gestas dentro de un deporte como el atletismo siempre parecen llegar por casualidad, la misma que hace 40 años le llevó a disputar por primera vez la prueba de los 42,195 kilómetros.

Grete Waitz

Fuente de la imagen: Getty Images

Waitz, de soltera Andersen, era la menor de tres hermanos, cuyo principal esfuerzo en la vida estaban encaminado a conseguir ser profesora, una profesión que compaginó durante su carrera deportiva. Sin embargo, el atletismo ocupaba buena parte de su día, entrenando junto a su marido Jack muy temprano por la mañana antes del inicio de las clases, y por las tardes, habitualmente con su hermano Jan, que seguía como podía las duras sesiones que Grete realizaba. Quizás el hecho de entrenar en familia hacía que no bajara en ningún momento el pistón, llevando un ritmo que casi nunca era superior a los 3:50 minutos el kilómetro.
Por aquel entonces, en el año 1978, con apenas 18 años, se había clasificado para los Juegos Olímpicos de Múnich, donde participó en los 1.500 y en 1974 sumaba su primera gran medalla internacional en los Europeos con una medalla de bronce.
En 1975 y 1976 batía por dos veces el récord mundial de los 3.000, demostrando ser una de las atletas con mayor talento de la época, y regresaba a la competición olímpica en Montreal 1976, donde participó nuevamente en el 1.500, ya que el 3.000 no formaba parte del calendario de los Juegos, lo que le llevó a una nueva decepción al quedarse en semifinales, a pesar de lograr su mejor marca personal.
El hecho de no encontrar buenos resultados en la alta competición en pista, en una época donde todavía no habían nacido los mundiales de atletismo, fue minando la moral de Grete Waitz, que encontró en los Europeos de Praga de 1978, la gota que colmó el vaso de la insatisfacción, llegando incluso a plantearse nuevamente la retirada. Allí sí que iba disputar la prueba de los 3.000 metros, siendo la máxima favorita al oro en una carrera donde sabía lo que era batir por dos ocasiones la plusmarca mundial, llegando además como la flamante campeona del mundo de campo a través. La noruega no especuló con el resultado y salió tirando en todo momento, en busca de la tan ansiada victoria. Hasta la última vuelta, de las siete y media que consta la prueba, fue en cabeza, pero en la parte final se vio superada. La soviética Svetlana Ulmasova se hacía con la primera posición, seguida de la rumana Natalia Marasescu, que relegaban a Waitz a la medalla de bronce. A ello se sumó el quinto puesto en 1.500, otra decepción.
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Grete Waitz en lo más alto del podio del campeonato del mundo de cross

Fuente de la imagen: Getty Images

El golpe fue muy duro, Waitz no encontraba su sitio en la pista, a pesar de los días de infructuoso entrenamiento compaginando su vida laboral como profesora, con la preparación de un atleta de alto nivel. Es cierto que en su haber ya contaba con un título mundial en cross, y dos récords mundiales, pero en el gran campeonato nuevamente no sentía que el trabajo realizado tuviera su recompensa. Todos estos pensamientos atormentaban a la noruega, que acabó planteándose la retirada definitiva de la competición.
Tenía solamente 24 años, y toda una carrera deportiva por delante, como se demostraría posteriormente, pero ese sentimiento de desánimo fue el primer aliciente para que acabara decidiendo participar meses después de Praga en el Maratón de Nueva York. Según reconoció después de su retirada en 1991, para Waitz la figura fundamental para que acabara dando el paso, fue el atleta olímpico noruego Knut Kvalheim, participante en los 5.000 metros en Montreal 1976. Junto a su marido ya había hablado de la posibilidad en alguna ocasión, sin concretar nada, pero en ese momento del todo o nada en su vida, el consejo de su compañero fue determinante en una cena celebrada tras el campeonato, “corre el maratón, tómate una semana de vacaciones en Nueva York y retírate con estilo”, explicó en una entrevista concedida posteriormente a Runner’s World. Una frase que acabó por convencer a Grete, a pesar de que ni ella misma ni Jack se habían planteado la planificación de su entrenamiento hacia ese objetivo, dado que la mayor distancia que había realizado de una sola tirada corriendo no llegaba ni a la mitad de lo que exigía un maratón, unos 20 kilómetros.
Sin embargo, su marido ya había visto en ella un enorme potencial como corredora de fondo, ganando pruebas de campo a través y demostrando que el maratón podía adecuarse bien a sus condiciones físicas. Su zancada era en esos momentos más típica de una corredora de pista, menos económica, más amplia y estirada que las maratonianas, pero no fue impedimento para su rápida adaptación a la distancia. Con todo decidido, se pusieron en contacto con los organizadores del Maratón de Nueva York, para calibrar la posibilidad de poder disputar la prueba.
Allan Steinfield y Fred Lebow fueron los encargados de decidir si permitían a Grete Waitz competir en Nueva York. El primero recibió la propuesta, que implicaba el hecho de que la atleta noruega pudiera viajar con su marido y entrenador, algo que en un primer momento echó atrás a los organizadores. Finalmente Lebow dio su aprobación, lo que llevaría en un principio a que Waitz pudiera correr como liebre la distancia, en una inscripción de última hora.
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Grete Waitz, subcampeona olímpica de maratón en Los Ángeles 1984

Fuente de la imagen: Getty Images

Llegó la mañana del 6 de noviembre de 1978, día elegido para una nueva edición del Maratón de Nueva York. El dorsal de Waitz (1173), quedaba lejos de los números bajos que lucían las a priori grandes favoritas de la prueba, como la brasileña Eleonora Mendonca, que no contaba con la noruega entre las atletas a tener en cuenta para la victoria final, a pesar de llegar con la vitola de campeona del mundo de campo a través. El hecho de no haber corrido nunca la distancia le penalizaba con respecto a las otras participantes, buscando referencias de cómo correr la prueba minutos antes de la salida. El consejo fue claro por parte de su marido, tenía que salir lenta, controlando, sin ponerse a tirar. Por aquel entonces, la prueba élite femenina no tenía inicio por separado, lo que les llevó a tener que comenzar la prueba junto a todos los hombres.
Grete siguió a rajatabla el consejo de Jack, que le indicaba que hasta el kilómetro 30 tenía que tener paciencia. Poco a poco fue aumentando el ritmo y con la llegada a Central Park, el lugar más duro de la prueba con la aparición a partir del kilómetro 35 del temido muro del maratón, la noruega aumentó la marcha. Ella sabía que el final tenía lugar en el parque, por lo que cuando vio árboles creyó estar cerca de la meta. No era consciente de que le quedaban otras cuatro millas por delante para terminar (6,44 kilómetros).
Waitz seguía con su ritmo demoledor, pero continuaba siendo una desconocida incluso para el ‘speaker’ que no era capaz de saber quién era la mujer que iba a ritmo de récord mundial por las calles de Nueva York. No era habitual que en el final de la prueba femenina, la primera clasificada superara a una gran cantidad de hombres, que realizaban los últimos kilómetros. 2h32:29 fue el tiempo final, la plusmarca caía por más de dos minutos de diferencia. Una debutante había demostrado ser la más fuerte en la Gran Manzana, ante el asombro de todos los presentes que no se acababan de creer la gesta protagonizada por la atleta nórdica.
¡Nunca más!”, fue lo primero que le dijo a su entrenador y marido Jack, tirando las zapatillas contra él. Está claro que ese sentimiento de sufrimiento que había experimentado por primera vez en Nueva York, había llevado al límite a Waitz, que por suerte cambió de parecer para alegría de un maratón que tiene en su figura, a la atleta con mejor palmarés en las calles de la gran urbe norteamericana.
El año 1978, fue el principio de un dominio que durante una década llevó a Grete Waitz a ganar el maratón neoyorquino hasta en nueve ocasiones. A la plusmarca mundial conseguida en su debut, hubo que sumarle la de 1979 (2h27:32), convirtiéndose en la primera mujer en la historia en bajar de las dos horas y media, superándola todavía más en 1980 (2h25:41). En una cuarta ocasión batiría el récord de la distancia, aunque en ese caso fue testigo de su hazaña la capital británica. En 1983, ganó el Maratón de Londres con 2h25:28. 1982, 1983, 1984, 1985, 1986 y 1988 completaron el palmarés de lujo de la noruega en Nueva York.
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Grete Waitz junto a Paula Radcliffe, ganador del Maratón de Nueva York en 2008

Fuente de la imagen: Getty Images

"Siempre fue el maratón número uno para mí. Me hizo corredora de maratón. Hoy es el más prestigioso no solo de América, sino de todo el mundo. Es difícil describir cómo te sientes al entrar en la parte final en Central Park. Es muy especial, todo el mundo a lo largo de la prueba te da muchísimo apoyo e incluso si te encuentras fatal, ellos te hacen sentir genial, y al final entras en el último cuarto de milla y escuchas el ruido, la gente animando. Realmente hay que experimentar de lo que va todo esto”, explicaba la propia Waitz en un reportaje posterior al momento de colgar las zapatillas.
Además sumó la victoria en el maratón de los Mundiales de Helsinki 1983 y la plata, donde partía como la gran favorita, en la primera aparición de la distancia en unos Juegos Olímpicos, en Los Ángeles 1984, donde se vio superada por la estadounidense Joan Benoit, con la portuguesa Rosa Mota en tercera posición.
La carrera de Waitz llegó hasta 1991 donde anunció su retirada de la competición, esa que en 1978 tras la decepción de Praga estuvo a punto de llegar con tan solo 24 años. Desgraciadamente un cáncer acabó con su vida el 19 de abril de 2011, a los 57 años. Noruega, su país natal le ofreció un funeral con honores de estado. Nueva York siempre recuerda que una nórdica dominó con mano de hierro una de las carreras más míticas del calendario.
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