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Blog Basket: Roles, tensiones... arde la Copa

Fernando Ruiz

Actualizado 20/02/2016 a las 11:34 GMT+1

No hubo sorpresas en la segunda jornada de la Copa del Rey. En el tercer partido de cuartos, el Real Madrid puso sus barbas a remojar y aprendió de una noche, la anterior, de cuchillos afilados. Lo hizo con solvencia, con un enorme Llull, con Ayón dominando a su ex equipo en la pintura y con Taylor haciendo, por fin, un buen partido.

Real Madrid-Fuenlabrada

Fuente de la imagen: EFE

No es el Real Madrid, hoy por hoy, ese equipo tan redondo que hizo pleno de títulos la temporada pasada, pero hay elementos comunes al punto de inflexión, que recordemos se produjo hace un año por estas fechas en Las Palmas de Gran Canaria. En la copa, todas las piezas hicieron click, y el rodillo blanco empezó a amasar una colección de títulos increíble.
Un tapón de Nocioni a Tibor Pleiss simbolizó la génesis de la gesta blanca. El argentino es un jugador impagable, de ésos que siempre aparecen cuando el sol más caliente, cuando muchos rehuyen del balón y buscan la seguridad de algún compañero en el que confiar. El Chapu “empezó” ayer su temporada. A estas alturas de la película no están las rodillas para jugar 10 meses al cien por cien, pero al de San ta Fe sí que le da para darlo todo 4 meses, si no hay lesiones de por medio.
Sorpendió que en un partido tan decantado, Pablo Laso no diera más minutos a Doncic o a Willy Hernangómez. Parece obvio resaltar que, por lo que sea, el mayor de los hermanos Hernangómez no le ha entrado por el ojo a su entrenador. Solo así se explica que un jugador de su potencial no haya disfrutado de excesiva confianza de Laso. Al principio de temporada jugó poco. Y cuando las lesiones le abrieron una rendija de la puerta, Willy respondió con buenos partidos. La respuesta del club fue fichar, primero a N´Dour y luego a Lima ¿Debate cerrado? ¿Tendrá algo que ver el hecho de que el chaval no haya renovado y que sueñe con jugar en el Madison?
Como comenta el gran Andrés Monje, es una cuestión de roles. Y estoy con él, no es fácil manejar ciertas situaciones. El baloncesto europeo está completamente canibalizado por la NBA, que anda sobrada de dinero y escasa de talento en según qué equipos. La solución pasa por pescar en Europa, donde muchos clubes hacen un trabajo de cantera extraordinario. Para un un club pequeño vender un jugador emergente es oxígeno puro, pero para un equipo potente, como es el caso del Real Madrid, no es fácil gestionar a sus jóvenes más talentosos.
¿Merece la pena formar a un Niko Mirotic, un Luka Doncic o un Willy Hernangómez para poder disfrutarlos al máximo nivel dos o tres años? He ahí la pregunta, de tan difícil respuesta ¿Cómo blindar a los jugadores si no se puede competir económicamente con los Bulls, con los Knicks o con los Cavaliers? ¿Qué impacto tiene para el futuro si apuestas a tope con Hernangómez para que vaya ocupando el puesto de Felipe Reyes si en un par de temporadas cruza el charco?
Afortunadamente, aún quedan en Europa chicos de talento que prefieren seguir jugando en Europa, como es el caso de Sergio Llull. Y otros que tras probar la NBA vuelven a casa habiendo saboreado la experiencia, como Navarro o el Chacho. Queda ahí expuesto, en todo caso, el azote actual del baloncesto del viejo continente, al que nada ayuda el lío constante entre las instituciones de nuestro basket (FEB, ACB, Euroliga, FIBA)
Los roles y su definición. Y la presión, amigos, la presión. Para Valencia Basket se antojó excesiva en su duelo ante Gran Canaria. Entrenadores y periodistas se decantaban en su mayoría por un triunfo en la Copa del equipode Pedro Martínez. Y la mochila se fue llenando de piedras hasta hacerse insoportable. Los taronja son un gran equipo. Y Baskonia exactamente igual. Pero una cosa es hacer un gran baloncesto y otra bien distinta es llegar al día clave y que las muñecas y la cabeza estén tan afinadas como en partidos anteriores.
Los de Perasovic estuvieron anoche a punto de compartir decepción con los de Pedro Martínez. Solo el errático final de un fantástico Obradoiro evitó un tres de cuatro en sorpresas morrocotudas. El polaco Waczinsky personificó el casi con el que la magnífica afición gallega se tuvo que conformar. Los dos tiros libres del polaco son por sí solos un excelente ejercicio para analizar lo que supone la presión máxima en un momento determinado. Dos tiros libres para empatar, el primero pareció de un infantil en su primer partido oficial. El segundo, que había que fallar, terminó dentro. Y respiraron en Vitoria, porque el partido de los de Perasovic había sido más que discreto, muy lejos del nivelazo exhibido en los dos últimos meses de competición. Maldita presión.
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