Alejandro Valverde, ¿y ahora qué? Pues a ser por fin campeón del mundo

Alejandro Valverde Belmonte podría haber ganado seis mundiales. Sí, seis. O al menos alguno de esos seis en los que subió al podio y en los que finalmente no se vistió de arcoíris porque alguien fue más rápido que él, se vio sorprendido o porque simplemente no tomó la decisión adecuada para vencer. En Hamilton 2003 contuvo por detrás al grupo de favoritos para que ganara en solitario Igor Astarloa. En el esprint de Madrid 2005 Tom Boonen fue mucho más rápido, en Salzburgo 2006 y pese a un lanzamiento perfecto de Samuel Sánchez se vio sorprendido por Paolo Bettini. En Valkenburg 2012, tal y como dijo, se quedó esperando a Óscar Freire en el Cauberg cuando Gilbert lanzó el ataque definitivo. En Florencia 2013 no salió a la rueda de Rui Costa y no ganó él ni Purito Rodríguez en el podio más amargo que se recuerda y ya por último, en Ponferrada 2014 Michal Kwiatkowski atacó bajando y nadie acertó a perseguirle.

Así es la historia de este ciclista en los mundiales, carreras que con un recorrido duro y con desnivel se adaptan perfectamente a sus características. Cuántos grandes ciclistas en la historia no han vestido jamás el arcoíris, pero cuántos a la vez firmarían tener la regularidad del murciano. Desde el año 2015 y el dominio de Peter Sagan en circuitos para velocistas Valverde no encontró su lugar, y desde que el Bala comenzó a ser grande siempre se le ha exigido o él se ha exigido a sí mismo ganar clásicas de las Ardenas, luchar por generales en Tour y Vuelta, ser además el máximo apoyo de Nairo Quintana en el Tour y en septiembre, ser candidato número uno al Mundial. Y pese a esta exigencia máxima, ha cumplido con este cometido en el 99,9% de las ocasiones, aunque el balance de derrotas sea obviamente mucho mayor que el de eventuales victorias.

La carrera del ciclista español más completo de todos los tiempos siempre ha estado acompañada de interrogantes. Como por qué no ha corrido clásicas italianas o belgas de adoquín pese a ser terrenos en los que podría sobresalir. O el último durante esta misma Vuelta 2018, de por qué en lugar de luchar por conquistar la general no se dejó llevar por haber ganado ya dos etapas y de paso reservarse para la cita mundialista. ¿De verdad un ciclista que estaba a sólo 25 segundos del líder a falta de dos etapas de montaña tenía que dejar de luchar por ganar una grande? Por supuesto que no. Valverde y el Movistar Team hicieron lo que debían (otro debate sería cómo lo hicieron) en esa situación.

Tras La Vuelta, dónde fue quinto en la general, tiene dos semanas para descansar y preparar la cita de Innusbruck, un recorrido casi de alta montaña con un rampa final de dos kilómetros con rampas de hasta el 25% de desnivel, con un circuito que acumulará casi 4.500 metros de ascensión, es decir, tanto o más que las etapas montañosas más duras de Giro, Tour o Vuelta.

Las sensaciones que han dejado máximos favoritos como Vincenzo Nibali, sin presión en La Vuelta y yendo de menos a más, las de los franceses Thibaut Pinot o Julian Alaphilippe son a día de hoy mejores que las de Alejandro. Pero no serán sus únicos rivales y este tipo de carreras donde en un solo día te juegas todo añaden contrincantes y situaciones que a veces no se pueden controlar y que no dependen exclusivamente del estado de forma de los grandes.

Como él mismo dijo en Cibeles, "iré al Mundial a por todas. Es una carrera de un día y puede pasar de todo, pero iré con ilusión, muchas ganas y en un buen momento de forma". Sólo queda confiar en él y convencernos con todas nuestras fuerzas con eso de ‘este año sí’. El domingo 30 de septiembre desde primera hora de la mañana saldremos de dudas en Eurosport.