La opinión de Luis Jiménez: ¡Disfrutad de los Jugones del ciclismo!

Los Big Six es la forma tradicional de denominar a las seis grandes potencias de la Premier británica. Trasladado al ciclismo, es el título honorífico que incluye a los seis mejores ciclistas del pelotón, es decir, Pogaçar, Vingegaard, Van der Poel, Van Aert, Roglic y Evenepoel (no necesariamente por este orden, que cada cual tendrá sus preferencias). Pues bien, estos seis talentos únicos del ciclismo mundial han logrado acaparar casi el 50% de las victorias en carreras World Tour en los dos últimos años (16 de 31 en el año 2022 y 17 de 35 pruebas en el año 2023). Es muy posible que este año en curso, el balance tenga idéntico resultado (5 victorias para los Big Six en 14 competiciones), generando un debate sobre si puede ser un factor negativo para el disfrute del común de los aficionados que sean casi siempre los mismos sospechosos habituales.

Aviso a navegantes: como muchas otras cosas de esta vida, casi todo está inventado. No, este asunto no es nuevo. Seguro que algunos lectores que ya peinen canas recordarán lo que se decía sobre el rodillo de Miguel Indurain en el Tour de Francia y cómo cada mes de julio se convertía en nuestro país, prensa deportiva incluida, en una rutina de siesta monótona en plena canícula veraniega, salpicada por los impagables momentos brillantes de un genio irrepetible. La memoria es frágil, pero hubo una corriente de opinión que se aburría de tanto dominio aplastante, sin apenas competencia, del corredor navarro. Que sí, que vale, nos decían algunos, que todos nos sentimos felices como perdices por el nuevo Tour de Miguelón, pero más aburridos que una vaca narcotizada viendo pasar un tren. El caso era poner pegas a todo.

Y no, no ha sido el único ejemplo ¿Acaso hemos olvidado el famoso tren del Sky? Pues sí, queridos todos, que mucho se dijo y escribió sobre la soporífera, monótona y anti clímax manera de ganar del equipo del Imperio con Froome a la cabeza en los que no se permitía el menor movimiento de los rivales, con un control tan férreo de la carrera que muchos espectadores terminaban desertando. Por no hablar de las tácticas casi matoniles de Armstrong y sus muchachos, a los que solo faltó colocar la cabeza de un caballo en la cama de los equipos rivales para disuadir y amedrentar. Al menos, los tipos del Sky tenían más clase y se limitaban a aplicar el rodillo, pero respetando la vida de los prisioneros. Todo un detalle.

Hay más ejemplos en la historia de ciclismo de amplios reinados, de dominación casi incontestable, bien de un corredor, bien de un ciclista, pero nada que ver con esta nueva Edad de Oro que estamos viviendo en estos días. Decir que el ciclismo de hoy aburre y es demasiado previsible porque casi siempre ganan los mismos o afirmar que Pogaçar se está creando enemigos entre el pelotón porque no deja ni las migas en las carreras que disputa es enormemente injusto, por no decir directamente que absurdo. Cada cual es libre de pensar y opinar lo que más le plazca, por descontado, pero a aquellos que sostienen que estamos en una época aburrida y previsible les sugeriría que le dieran una vuelta al tema y viesen como un auténtico privilegio la coincidencia de seis tipos brillantes, ambiciosos, magníficos en su oficio, unos jugones que, cuando coinciden en la misma carrera, te hacen disfrutar como hace mucho, muchísimo tiempo no lo hacíamos en nuestro deporte. Lo demás, ganas de amargarse la existencia.