El Diablo del Tour volvió a la acción en la Mallorca 312

Que Mallorca es el destino preferido de los jubilados alemanes desde hace décadas no es ningún secreto. Durante el fin de semana del 25 y 26 de abril, con motivo de la VI edición de la Marcha Cicloturista Internacional Mallorca 312, un ilustre jubilado también eligió la isla balear como destino. Pero no para descansar en la playa o para hacer una excursión por la Serra de Tramuntana. Más bien para todo lo contrario: volver a vestirse de Diablo y retomar su trabajo en las cunetas de la carretera.

Dieter Senft, más conocido como el Diablo del Tour de Francia, anunció su retirada del ciclismo hace unos meses. Una reciente operación y la falta de patrocinadores para sus viajes habían puesto punto final a una de las imágenes más simpáticas del deporte: la del viejo demonio animando y ‘pinchando’ con su tridente al pelotón profesional.

Durante este fin de semana cicloturista en Mallorca y en su vuelta a la escena, Didi Senft tuvo muchas horas de trabajo por delante. Tenía que animar a 3.000 participantes que recorrieron los 312 kilómetros de la prueba o los 167 de su formato reducido. Desde primerísima hora del sábado hasta prácticamente las nueve de la noche, hora del cierre de control de llegada. Catorce horas para animar sin descanso a los participantes, para volver a dar alguno de sus saltos característicos y para amenazar cariñosamente con su tridente.

El Diablo volvió a la acción. Invitado por la organización, fue recogido en el mismo aeropuerto de Palma y ya bajó del avión ataviado con su característico disfraz de Diablo. De hecho, no se lo quitó durante todo el fin de semana, e incluso turistas de su nacionalidad que estaban disfrutando de las playas baleares y se mantenían ajenos a la Mallorca 312, no dudaron en interrumpir su desayuno o su cena en el hotel para hacerse una foto con este carismático personaje.

Quién sabe si en el próximo Tour de Francia le veremos por vigésimo segunda ocasión consecutiva dando ánimo a Alberto Contador y compañía. Dependerá de su estado de su salud y su ánimo si encuentra a alguien que pueda patrocinarle. Pero lo único cierto es que este ilustre jubilado del ciclismo volvió a darlo todo, paradójicamente, en el destino que eligen sus compatriotas para vivir su jubilación en paz.