Giro de Italia 2019: El VAR del ciclismo también admite dudas, pero no barre para casa

Los esprints y las decisiones en caliente del jurado de comisarios UCI –los responsables máximos de aplicar justicia en carrera- cambiaron para siempre aquella tarde del 4 de julio de 2017 en Vittel, Francia. En la primera toma pareció que Peter Sagan dio un codazo a Mark Cavendish y que este gesto propició que el británico acabara por los suelos y con la clavícula rota, como también motivó una decisión implacable: mandar a la calle al entonces campeón del mundo.

Una polémica que hizo reflexionar a la propia Unión Ciclista Internacional, organismo que desde entonces y a bombo y platillo anunció que mejorarían su tecnología de vídeos para ser más ágiles y menos clementes a la hora de tomar decisiones drásticas. En cualquier caso, en aquella tarde que Sagan se fue a casa y su equipo inmediatamente a consultar a su equipo de abogados para denunciar al Tour por daños y perjuicios (caso que acabó en el Tribunal de Arbitraje Deportivo meses después dando la razón al equipo alemán), el VAR todavía no se utilizaba en las grandes ligas del fútbol europeo y, ni mucho menos, en la Champions League.

El ciclismo, sus jueces, sus vídeos y cómo se aplican sus normas no tiene absolutamente nada que ver con ese cuarto de escasos metros cuadrados plagado de monitores donde un árbitro y un equipo de personas deciden cosas como que Rulli no hizo penalti a Vinicius o que por dos centímetros la celebración de Pep Guardiola no sirviera para nada en su partido ante el Tottenham en cuartos de Champions. Pero la polémica siempre está relacionada venga de donde venga, por eso llama la atención que el Giro de Italia decida quitar una victoria a todo un vigente campeón italiano en su propia carrera y en su propio país.

Aquí no decide la nacionalidad de la carrera, deciden unos jueces que tienen distintos pasaportes y poquísimo o ningún interés en que tal o cual corredor se vean favorecidos o perjudicados por sus decisiones.

Tras el esprint de Orbetello, el staff del Emirates de Fernando Gaviria estuvo tanto o más rápido que su esprínter colombiano para poner la pertinente reclamación. Si Viviani era relegado o descalificado, su ciclista iba a subir al podio a recoger una victoria que no obtuvo sobre la bicicleta.

Viviani no perjudicó a Gaviria, tal vez la trayectoria de Matteo Moschetti, su joven compatriota del Trek-Segafredo al que desvió de su trayectoria. El campeón italiano se cabreó, pero ya tiene la suficiente experiencia, criterio y carisma para no montar ningún espectáculo, aunque el cuerpo y la pluma de los periodistas nos pida sangre o, mejor dicho, que de su boca salieran palabras gruesas. Hasta Gaviria le reconoció como justo vencedor.

Por lo menos la salsa que le faltó a esta etapa durante 200 kilómetros, donde un japonés de nombre Sho Hatsuyama se pegó una paliza en solitario para absolutamente nada, sin tan siquiera otro ciclista intrépido para que le diera algún relevo. En apenas 200 metros ocurrió todo esto, una decisión de VAR que, a diferencia del de fútbol, no especula y casi nunca da lugar al engaño o a la especulación. A la calle, y punto. Aquí no se barre para casa.