Un debate necesario tras lo de Supermán López: Fuera el público que pone en riesgo a los ciclistas

El ciclismo de ruta es uno de los pocos deportes donde los espectadores no pagan entrada por ver de cerca la competición y sentir el paso de sus ídolos. Salvo en las zonas de salida o en los últimos kilómetros de cada etapa acotadas por vallas, pocos espectáculos deportivos permiten una cercanía total entre aficionado y atleta.

El suceso de que un espectador tirara al suelo a Miguel Ángel López en el transcurso de la 20ª etapa del Giro de Italia 2019 y la posterior reacción del colombiano agrediendo a dicho individuo no se hubiera evitado si a lo largo de ese puerto se hubiera restringido el acceso al público o si se hubiera cobrado una entrada para estar ahí. No, el debate no va por ahí.

El de Superman López ha sido el último capítulo de una serie de episodios de falta de respeto a los ciclistas y comportamientos temerarios e irresponsables en los que se ha puesto en grave riesgo su integridad. Froome apartando a un tipo disfrazado de ventolín, la famosa moto caída en el Mont Ventoux por exceso de público y que acabó con varios ciclistas en el suelo y con el propio Froome corriendo a pie desesperado. O en el reciente Tour de California cuando varios aficionados zarandearon, aunque de broma y aparente buen rollo, a un ciclista del Education First. Hasta la anécdota que desveló Alberto Contador en el programa de Eurosport ‘La Montonera’, cuando éste se tomó la justicia por su mano y dio un puñetazo a un espectador que le persiguió disfrazado de médico y faltándole al respeto en el Tour de Francia de 2011. Como estas hay muchas más, incluso en este Giro hemos presenciado como aficionados han puesto en riesgo su propio físico acercándose en exceso a un pelotón a toda velocidad para hacerse un selfie o fotografiar de cerca a los ciclistas. Y así podríamos retrotraernos hasta aquel tipo que derribó a Gianni Bugno por hacer una foto en medio de la carretera subiendo al Alpe d’ Huez.

Volviendo a la agresión de Superman López al aficionado, desde ningún punto de vista está justificada su reacción agrediéndole. Incluso pudo haber sido expulsado del Giro de Italia aplicando la reglamentación. Tras la etapa pidió perdón de forma sincera, pero lanzó un mensaje pidiendo más respeto y más precaución a ese público que aunque no deja de ser minoría entre los centenares de personas que asisten a las cunetas de un puerto de montaña para vivir este espectáculo, puede desembocar en que el día de mañana las organizaciones de carrera o las autoridades tomen medidas restrictivas y pueda acabarse esa cercanía que solo el ciclismo es capaz de ofrecer.

El buen aficionado al ciclismo jamás va a poner en riesgo a un ciclista ni ponerse en riesgo a sí mismo, pero conviene hacer un llamamiento y todos los que hagan falta para que ese tipo de personajes desaparezca o simplemente muestre respeto y se comporte de forma adecuada.